Abril-Junio 2004, Nueva época No. 76-78 Xalapa • Veracruz • México
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Hoy la investigación está en manos de la UV
Después de 50 años de anonimato, muestra Medias Aguas su potencial arqueológico

Edith Escalón

Después de pasar inadvertido por más de 50 años, la Universidad Veracruzana logró que el sitio de Medias Aguas –conocido por el empalme ferroviario que lo atraviesa uniendo norte y sur del país– dejara de ser sólo tierra de ganado y paso de migrantes, para convertirse en una veta de investigación arqueológica y laboratorio de prácticas para los futuros científicos del país.
Después de dos semanas de excavaciones, el equipo localizó las primeras evidencias de ocupación prehispánica en la zona. (Foto: César Pisil)
Según los expertos, en este sitio localizado a 40 minutos de Acayucan yace un gran asentamiento prehispánico, esperanza totalmente fundamentada, pues en los años cincuenta, Alfonso Medellín Zenil encontró en la zona un monumento basáltico conocido como “El Mascarón de Medias Aguas”, una de las escasas obras escultóricas del periodo Clásico, hoy resguardada en el Museo de Antropología de Xalapa (MAX).

El antecedente permitió pensar que este sitio arqueológico es capaz de regalar al mundo información única para reconstruir nuestro pasado histórico, a partir de las culturas que dieron origen a lo que es hoy el estado de Veracruz. Y así lo comprobó el arqueólogo veracruzano Roberto Lunagómez, investigador de la UV y ganador del Premio de Arqueología inah 2002, al dirigir a principios de 2004 una temporada de investigación que generó, en sólo unas semanas de excavación, evidencias de ocupación prehispánica en la zona, ubicada a unos kilómetros de la cuna de la civilización olmeca: San Lorenzo Tenochtitlan.

Tres depósitos funerarios forman parte del hallazgo, un descubrimiento afortunado sobre todo por el estado de conservación que presentan los restos. Alejandra Alonso –restauradora del inah que supervisó ya en el laboratorio de la Facultad de Antropología los trabajos de microexcavación de los entierros– dijo que “fue una suerte que hayan encontrado formas bien definidas a tan poca profundidad, en un suelo tan ácido y tan húmedo”.

Y es que los depósitos funerarios, esas grandes vasijas de cerámica que hasta hace unos meses permanecían bajo tierra, aún conservan su forma semiesférica y su posición vertical; dentro de ellas, los huesos permanecen en buen estado a pesar del paso de los siglos, incluso son perfectamente identificables por su estructura, como sucede en una de las urnas donde la microexcavación ya ha dejado al descubierto fragmentos de un cráneo y restos de huesos largos.

Cerca de 10 000 dólares, aportados por la Fundación para el Fomento de Estudios Mesoamericanos-Inc. (FANSI) de los Estados Unidos, hicieron posible esta temporada de investigación, además del apoyo tecnológico del Institute of Field Museum Management, institución japonesa que proporcionó a la uv un equipo topográfico avanzado, compuesto por una estación total compu-tarizada, de gran precisión y corroborados por el sistema de geoposicionamiento global o GPS.

La National Geographic Society y el Conacyt patrocinaron temporadas de investigación en la zona desde 1999 y 2002. Estos estudios sirvieron como antecedente a la investigación actual, pues han permitido efectuar mapeos y reconocimiento de superficie en 160 km2 en la región, lo cual ha arrojado como resultado la detección de más de 120 sitios arqueológicos que fueron ocupados durante la época prehispánica desde el periodo Preclásico u Olmeca hasta el periodo Clásico Terminal. En la temporada de campo 2004 se emprendió la excavación y el mapeo del sitio principal: Medias Aguas.

Vestigios que hablan por sí mismos
Uno de los principales objetivos de la investigación era obtener el fechamiento del sitio y una estimación de la densidad poblacional antigua, para saber por métodos científicos de qué manera y durante cuánto tiempo se habitó la región, lo que lograrán determinar después de hacer diversas pruebas a los materiales encontrados.
Actualmente, dos de los tres depósitos funerarios ya fueron trasladados a Xalapa y se encuentran en proceso de microexcavación en el Laboratorio de Arqueología de la Facultad de Antropología, donde los estudiantes y arqueólogos recuperan en fragmentos los materiales.

Antes de aplicar cualquier tratamiento de consolidación que permita mantener las piezas unidas y recuperar su forma original, deberán obtener muestras que posibiliten a otros científicos analizar la información necesaria por medio de pruebas como el ADN, el Radio Carbono 14, el Colágeno y las técnicas paleoetnobotánicas.

Estas pruebas podrían finalmente sustentar algunas de las hipótesis de Roberto Lunagómez, quien piensa que Medias Aguas tuvo una primera ocupación prehispánica que corresponde a la época olmeca (1500 a 1200 años a.C.) y una ocupación posterior durante los periodos Clásico Tardío y Terminal (de 800 a 1000 d.C.).

Además de sumarse a los esfuerzos por reconstruir el rompecabezas histórico de la cultura Olmeca, el proyecto de Medias Aguas arrojará como productos de investigación cuatro tesis de licenciatura por la Facultad de Antropología de la UV y una de doctorado por la unam, que permitirán la participación de especialistas forjados en la UV en eventos como el Simposio Inaugural de las Ciencias Arqueológicas de las Américas, que se celebrará en Tucson, Arizona, en septiembre de 2004.

Aunque se trata de un trabajo apoyado económica y tecnológicamente por una organización japonesa y otras norteamericanas, Lunagómez aseguró que el Patrimonio Arqueológico, resultado de la investigación, será única y exclusivamente resguardado por instituciones mexicanas como la UV.

Patrimonio nacional en buenas manos
Ya que cada hallazgo arqueológico se transforma, con la investigación en patrimonio nacional, el profesionalismo del equipo científico debe ser una cualidad imprescindible, pues cada vestigio es una cápsula de tiempo que trae consigo información valiosa de siglos atrás. Quien está al frente de la investigación, Roberto Lunagómez, académico de la uv desde 1995, obtuvo el reconocimiento del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, a través del Instituto Nacional de Antropología e Historia, a la mejor investigación arqueológica del país en 2002, por su trabajo realizado en la región de San Lorenzo Tenochtitlán, centro rector de la cultura olmeca.

Ahí, junto con Stacey Symonds (University of Vanderbilt, USA) y Ann Cyphers (Instituto de Investigaciones Antropológicas-UNAM), Lunagómez realizó su tesis de licenciatura presentada en la Facultad de Antropología en 1995, misma que fue recomendada para su publicación y resultó ser el primer estudio sistemático sobre asentamientos prehispánicos regionales alrededor del sitio olmeca de San Lorenzo.

El premio le significó el aval del inah a su trabajo científico y un antecedente fundamental en la investigación de la Universidad Veracruzana, pues San Lorenzo Tenochtitlan, con toda la importancia arqueológica que reviste, es una zona muy cercana a Medias Aguas, pese a lo cual esta última ha sido prácticamente ignorada por la arqueología.

Al proyecto –en cuya fase de excavaciones participó un equipo de estudiantes y egresados de la Facultad de Antropología de la UV– también se sumaron dos arqueólogos japoneses estudiantes de posgrado en la enah y la unam, Mitsuru Kurosaki y Hirokazu Kotegawa, quienes no sólo aportaron sus conocimientos y largas horas de trabajo a la investigación, sino que además gestionaron el apoyo japonés del Institute of Field Museum Manage-ment, gracias al cual fue posible realizar uno de los más precisos levantamientos topográficos en los sitios arqueológicos del sur de Veracruz.