Para
la educación de nuestro país, el siglo xix tuvo
una gran trascendencia, pues fue justo en ese momento histórico
cuando nacieron las primeras escuelas normales y cuando se requirió
la colaboración de diferentes grupos para la difusión
y la integración de ideologías.
Debido a que su creación data de dos siglos atrás,
es de suponer que la educción normalista ha registrado
una gran gama de adecuaciones a lo largo de todos estos años,
lo que no significa necesariamente que tales cambios hayan surgido
al tiempo que la sociedad lo requería. No obstante, las
escuelas normales formaron a los maestros que hicieron posible
la educación de los mexicanos.
Por mucho tiempo se consideró la escuela normal como formadora
del nacionalismo, y más aún con la llegada del presidente
Adolfo López Mateos, dado que en su periodo gubernamental
aparecen los planes y programas únicos para la educación
primaria del país y la producción de textos gratuitos.
En ese tiempo la educación era considerada de calidad,
pero en las siguientes décadas surgieron transformaciones
encaminadas a la modernización educativa, aunque no con
una clara política de desarrollo. Esto no era un fenómeno
que llamara la atención, ya que los tiempos políticos
y económicos de aquella época distaban de ser estables.
Paulatinamente cambiaron planes y programas de estudio, hasta
llegar a 1984, año en que se elevó la carrera a
licenciatura. Así han surgido iniciativas para transformar
y adecuar sus programas. La muestra más reciente es la
reforma de 1996, calificada como tardía por Francisco Deceano
Osorio, director general de Normatividad de la Subsecretaría
de Educación Básica y Normal de la Secretaría
de Educación Pública (SEP).
Quien también es encargado de la coordinación nacional
del Programa para la Transformación y el Fortalecimiento
Académico de las Escuelas Normales, da a conocer a Gaceta
los cambios realizados desde la década de los noventa hasta
la fecha en esta área, cuya importancia recae en el presente
y futuro de la educación nacional.
¿Cuándo
inició formalmente la reforma de las escuelas normales?
Esta reforma inició prácticamente en 1996 y se podría
decir que es ligeramente tardía en relación con
los acuerdos firmados en 1992 por los gobiernos de los estados,
la sep y el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación
(SNTE). Este documento se llama Acuerdo Nacional para la Modernización
de la Educación Básica.
Después de dicho acuerdo hubo una serie de transformaciones
muy importantes en el sector educativo en nuestro país.
Para algunas personas estos cambios no fueron suficientes, pero
creo que si uno lo ve en una perspectiva, a largo plazo efectivamente
hubo cambios significativos. Uno de ellos fue la federalización
educativa.
Posteriormente se le puso atención al cambio de planes
y programas de estudio de la educación básica de
los tres niveles. Prácticamente desde 1993 tenemos nuevos
planes y programas para la formación de los niños
en preescolar, primaria y secundaria, por lo que recientemente
egresaron los alumnos que vivieron el proceso completo de cambio
en el currículum del sector educativo de nuestro país.
De modo que la educación Normal comienza relativamente
tardía en comparación con aquellas transformaciones.
Además se puede decir que, desde 1984, las instituciones
no habían vivido un proceso nacional de renovación
fundado en propósitos claros y con recursos que la propia
federación invirtió.
¿Cuáles
fueron las transformaciones que se le hicieron a la educación
básica a principios de la década de los noventa?
Prácticamente en 1993 comenzamos el cambio del currículum
de la formación de los niños, pues habíamos
tenido una serie de dificultades en el trabajo que hacían
los maestros con los niños. Esta modificación, además
de una reorganización de contenidos, busca que los niños
tengan acceso a una forma de trabajo que les asegure alcanzar
ciertos propósitos básicos.
Los cambios que podría mencionar es que en el nivel de
primaria se puso mayor énfasis en la modificación
de los enfoques de enseñanza, y ahora tenemos contenidos
que proceden de una idea de necesidades básicas de educación
de los niños. En primaria, asociado a este currículum,
se producen nuevos libros de texto y se genera una producción
de materiales muy importante no sólo para los niños,
sino también para los maestros.
Este es otro cambio muy significativo porque no sólo se
distribuyen documentos curriculares, sino también libros
de textos gratuitos, que en gran parte fueron elaborados por concurso
abierto, donde participaron posgraduados y especialistas en el
tema de nivel básico.
Para
la educación secundaria, ¿cuáles fueron las
reformas realizadas?
Después de un debate muy interesante, se decidió
no continuar con la idea de años anteriores de dividir
el estudio por áreas. Entonces, se optó por volver
a un esquema que anteriormente había funcionado: por asignaturas.
Ahí no hicimos más que una reorganización
del currículum en función de las asignaturas, pero
también en función de la racionalización
del tiempo de trabajo escolar de los jóvenes. Además,
hubo un cambio de orientación pedagógica y partimos
de la necesidad de poner mayor énfasis en el estudio del
Español y las Matemáticas.
Tales
transformaciones, incluidas en el Acuerdo Nacional, están
dirigidas a los estudiantes. ¿Hubo algún apartado
destinado a los docentes?
Un elemento asociado a la reforma fue el surgimiento de la carrera
magisterial y todos los cursos de capacitación y de educación
continua destinados a la actualización de los maestros
respecto a nuevos planes, metodologías de enseñanza,
entre otros. En fin, hay toda una convergencia de programas asociados
a la modificación del currículum, pues no sólo
cambiaron los planes de estudio, sino muchas cosas más
en las prácticas cotidianas que había en el magisterio.
La carrera magisterial nace como un concepto de reconocimiento
y estímulo al trabajo bien hecho. Es la creación
de un escalafón horizontal, a diferencia del anterior que
te permitía el paso a claves distintas en el sentido de
ascenso. Ahora, sin perder tu condición de docente, puedes
tener acceso a un conjunto de recursos adicionales, si demuestras
un desempeño y una capacitación mayor o un conjunto
de factores que están implicados en este proceso.
Así
como la reforma consideró cambios que beneficiaran tanto
a estudiantes como a profesores, ¿tomó en cuenta
alguna modificación necesaria para los cuadros docentes
en formación?
En la reforma se juzgó prudente atender líneas de
trabajo encaminadas a mejorar la calidad en la formación
de maestros. Por ello se consideró el cambio en el currículum
de la formación de docentes asociado al cambio del currículum
en la educación básica, que de por sí es
un nexo indisoluble.
¿Qué
fue lo que se hizo para la educación normal?
En el Acuerdo se estableció la necesidad de mejorar el
funcionamiento, operación y organización de la educación
normal del país. Esto sucedió así porque
se reconoció al maestro como un factor clave en el aprendizaje
de los niños y adolescentes.
Entonces, teníamos dos grandes tareas que realizar respecto
al maestro en términos de su perfeccionamiento y desempeño
profesional. Por un lado se encontraban los maestros en servicio,
para quienes se requería emprender acciones enfocadas a
la creación de diversos programas de actualización.
Por otro lado había necesidad de poner atención
a las instituciones ya existentes formadoras de docentes. Esto
es muy importante porque el Acuerdo y la Ley General de Educación,
esta última decretada posteriormente, confirman que las
instituciones normales con trayectoria son las más adecuadas
para la formación de los docentes de educación básica.
Ante la trascendencia de estas instancias educativas, se analizó
su desempeño a través de grupos de trabajos internos
y externos a la SEP. Sin embargo, en ese tiempo surgió
un momento de recambio político en el país que imposibilitó
seguir la reforma de la educación normal después
de que se inició la reforma de la educación básica.
Fue a partir de 1996 cuando se inició el proceso.
¿Cómo
fue ideado el proceso de cambio?
Inicialmente se pensó que debía integrar cuatro
grandes partes: el cambio en los planes y programas de estudio,
el mejoramiento de la formación de los docentes, el mejoramiento
de la gestión institucional y el trabajo docente, así
como el apoyo a la infraestructura y el equipamiento físico
de los planteles.
Ya en 2000, con la nueva administración, se volvió
a hacer la discusión y el balance de hasta dónde
habíamos llegado después de 1996. Entonces, se decidió
ajustar algunos elementos que, considero, tienen mucho sentido,
como la creación de una línea específica
para la gestión institucional y una para el mejoramiento
del trabajo académico de los maestros.
Igualmente se adicionó un elemento muy importante, que
es el de la evaluación de las escuelas normales. Como resultado,
ahora trabajamos seis líneas. Además de las cuatro
iniciales, se agregaron la evaluación y un elemento que
nos pareció muy importante: la regulación de los
servicios.
¿Para
referirnos a los avances, tenemos que hablar de diversos periodos?
Podríamos hablar de un proceso continuo. Las nuevas administraciones
de la SEP y de la Subsecretaría de Educación Básica
y Normal reconocieron un conjunto de elementos positivos en la
operación de este programa de transformación. Incluso
el Programa Nacional de Educación reconoce como uno de
sus elementos el Programa para la Transformación y Fortalecimiento
Académico de las Escuelas normales.
Hay una línea continua de 1996 a la fecha. No es necesario
hacer un corte porque lo que hacemos es consolidar ciertos aspectos
de ese programa, y hoy podemos decir que se ha dado un conjunto
de elementos positivos para las escuelas Normales de la República
Mexicana.
¿Cuáles
son esos elementos positivos?
Por ejemplo, hoy tenemos un subsistema mucho más centrado,
mucho más focalizado en alcanzar ciertas metas de política
nacional. Es decir, antes teníamos un subsistema pero con
pocas orientaciones claras o referentes específicos en
la política educativa nacional. Esa es una cuestión
que considero muy importante, porque alrededor de este programa
de transformación hemos podido ir cambiando la construcción
de sistemas estatales de formación. Anteriormente no era
así porque cada una de las normales operaba con su lógica,
y hoy empezamos a reconocer en los estados un sentido de unidad
en términos de perseguir ciertos criterios de calidad del
funcionamiento de las instituciones.
Otro elemento muy importante es que el cambio en los planes y
programas de estudio nos ha permitido recuperar paulatinamente
un ambiente académico mucho más sólido en
las instituciones normalistas. Habíamos caído en
una suerte de impase, en que la discusión académica
bajó fuertemente porque el trabajo cayó en una rutina
en la mayoría de las escuelas normales.
Creo que este clima de descenso se generó en el periodo
que comprende de 1984 a 1996. Sin embargo, hubo instituciones
–debo decirlo con mucha alegría– que se defendieron
bastante bien de este clima general y que, a pesar de la situación,
lograron mantener internamente un trabajo muy dinámico
y centrado en lo académico y en la formación de
los estudiantes. Esas escuelas son en promedio las que más
han avanzado en el proceso de transformación, porque estaban
constituidas con mayor solidez interna desde el punto de vista
organizacional y de conducción; de hecho, su grado de discusión
sobre los procesos académicos era más profundo.
Ahora casi todas las instituciones normalistas trabajan para lograr
ciertas metas planteadas en los nuevos planes y programas de estudios,
y concretar líneas de trabajo que son las mismas que viene
promoviendo el Programa para la Transformación y Fortalecimiento
Académico de las Escuelas Normales.
¿De
qué manera participan los académicos en la transformación?
En los procesos de planeación interna cada vez intervienen
más profesores, quienes han logrado diseñar estrategias
de desarrollo y definir metas a corto, mediano y largo plazo que
están siendo apoyadas financieramente con un programa especial.
Al mismo tiempo, en las escuelas se están desarrollando
nuevas maneras de trabajar, impulsando mucho el trabajo colegiado,
con lo que se logra articular grupos de académicos. Aunque
esta labor es incipiente, realmente puede dar lugar a una elevación
de nivel académico porque esos equipos pueden constituirse
en grupos más desarrollados, fuertes y consistentes en
cada una de las especialidades, licenciaturas o áreas en
las que se dividen las escuelas normales.
Además
de los avances académicos, ¿se ha contado con mayor
apoyo a la infraestructura?
En el periodo al que nos referimos, en todas las escuelas normales
se instalaron y adecuaron bibliotecas, se realizó la conexión
a Edusat, así como a Internet. Para hacer uso de estos
medios también se les ofreció equipo de cómputo,
de acuerdo con el número de matrícula. Esto ha permitido
construir una red, una interconexión mayor entre las instituciones,
y las ha dotado de una infraestructura tecnológica y de
servicios de biblioteca. La inversión ha sido muy importante,
porque no sólo se ha necesitado financiamiento para pintura
y reparaciones –que sí es necesario–, sino
también para adquirir el equipo con el que las escuelas
se han ido modernizando.
¿Podríamos
decir que se ha logrado un avance equilibrado en todos los aspectos
a reformar, esto es academia, organización, infraestructura?
Creo que podríamos diferenciar entre logros académicos,
materiales, organizacionales e institucionales con este programa
de transformación. Además no quisiera presentar
cada una de las acciones como si en todos los campus hubiésemos
obtenido el mismo nivel de logro, porque hay diferencias en todas
estas acciones del programa, algunas han calado más profundas
que otras. Y si uno lo ve desde el punto de vista institucional,
también se percata de que los avances son heterogéneos,
eso es natural. Nosotros tenemos alrededor de 450 escuelas Normales
en el país, en las que hay ciertos signos de identidad
muy positivos, que han dado mayor dinamismo al sector normalista.
En general hay varios logros que difícilmente uno puede
contabilizar, no obstante, por su importancia puedo destacar tres.
El primero es el hecho de que las instituciones trabajan ya con
la idea de ser un subsistema del Sistema Educativo Nacional. El
segundo aspecto se refiere a la apertura de un proceso de renovación
que está buscando sus propios mecanismos para su consolidación.
Este es, en sí mismo, algo positivo porque impide a las
instituciones aferrarse a una visión del pasado, al tiempo
que las impulsa a construir con miras al futuro. Hay una tendencia
al cambio y esa poco a poco va ramificándose, va buscando
nuevos espacios.
Otro elemento que también considero clave es la discusión
que se está dando en el seno de las instituciones, pues
justamente ahí es donde se está llegando al debate
de fondo. No es sólo lo que se ha podido construir como
una visión de largo plazo en las Normales, sino el diálogo
interno sobre qué es lo que nos está haciendo fallar
para alcanzar metas específicas año con año.
Por tanto, son varios temas los que se tratan, como el sindicato,
las cargas académicas, el trabajo docente y sus formas
de regulación, la normatividad rezagada en relación
a las acciones más novedosas, entre otros.