Alguien está devorando nuestra
comida.
Desde hace mucho, pequeños pero poderosos organismos parecen
haber sobrepoblado nuestro planeta: el gusano barrenador de la caña,
la broca del café, la mosca de la fruta, los pulgones de
los cítricos, la escama de los pastos… ejércitos
de parásitos atacan año tras año nuestros cultivos.
Décadas de investigación y el boom de los agroquímicos
a principios de los setenta llevaron a cientos de agricultores a
usar plaguicidas para acabar con ellos, pero los efectos colaterales
no tardaron en salir a relucir, pues los químicos no sólo
matan a los parásitos sino también a los insectos
benéficos y a las plantas, intoxican al mismo agricultor,
contaminan el agua, el suelo, el aire y, encima de todo, a los propios
alimentos.
Hace apenas unas décadas, los científicos mexicanos
retomaron una filosofía que desde principios del siglo XX
se había desarrollado: el control biológico. Así,
buscaron en el inmenso catálogo de la naturaleza a los “enemigos”
biológicos de los parásitos, a esos “depredadores”
que podían acabar con ellos sin afectar el resto del ecosistema;
y tuvieron gran éxito.
De hecho, en la Universidad Veracruzana existen varias investigaciones
cuyos primeros resultados, a pesar de ser incipientes, no dejan
de asombrar a los expertos y de mostrar un futuro prometedor para
estos métodos que recuperan la sabiduría y el equilibrio
que existe en la naturaleza. Ésta es una de ellas.
¿Parásito
invencible?
El nematodo dorado de la papa es un parásito que daña
cada año cientos de toneladas de este tubérculo en
Veracruz, y aunque consumir la papa cultivada en suelos contaminados
no afecta la salud humana, sí reduce el rendimiento del cultivo
por hectárea.
El parásito se encuentra en todas las regiones de México
donde se cultiva la papa, pero en la región del Cofre de
Perote existe en densidades mucho mayores que en el resto del país,
según muestra una investigación de Ángel Enrique
Núñez Sánchez, investigador y académico
de la Facultad de Ciencias Agrícolas de la Universidad Veracruzana,
y de Gloria Luz Carrión Villarnovo, investigadora del Instituto
de Ecología AC.
Para entender la magnitud de este problema basta mencionar que este
parásito tiene una enorme capacidad de reproducción
y sobrevivencia, pues las hembras están cubiertas por una
capa dura que forma un quiste que las protege de todo ataque; además,
cada una contiene de 200 a 500 huevos del parásito y pueden
permanecer vivas en el suelo ¡hasta por 20 años!
Estas características han provocado que la contaminación
por Globodera rostochiensis, como se le conoce científicamente
al nematodo dorado de la papa, sea cada vez mayor, pues cada año
se suman nuevas generaciones de parásitos que convierten
los suelos veracruzanos en verdaderos campos minados, provocando
una afectación severa y persistente en la papa veracruzana.
Un estudio científico de Núñez Sánchez,
publicado por la Revista Mexicana de Fitopatología en 2003,
revela que el suelo donde se cultiva la papa de la zona de Perote
presenta en promedio 1 408 quistes de parásitos por kilogramo
de suelo, mientras el límite de tolerancia que establece
la Norma Internacional de Protección Fitosanitaria es de
40 quistes por kilogramo de suelo, lo que demuestra la magnitud
de un problema aparentemente sin solución.
Buscando
enemigos naturales
Aunque existen algunos métodos de control parasitario para
el nematodo dorado de la papa (entre ellos la inundación
natural y artificial, el control químico y físico,
la rotación de cultivos, el control genético y otros),
después de realizar este diagnóstico, Ángel
Núñez Sánchez se dio a la tarea de buscar a
los enemigos naturales del nematodo dorado de la papa, pues controlarlo
biológicamente le pareció la mejor solución.
Y aunque algunos científicos han encontrado en la naturaleza
ciertos hongos que acaban con los nematodos de los países
andinos (de donde se considera originario el parásito), la
agricultura requiere siempre soluciones locales.
Debido a eso, el investigador se ocupó de realizar estudios
principalmente en comunidades paperas de Veracruz, para lo que realizó,
junto con estudiantes de Agronomía, una búsqueda en
los alrededores del Cofre de Perote: Los Pescados, Tembladeras,
El Conejo, Rancho Nuevo, Escobillo y Los Altos.
Hongos
capaces de acabar con el nematodo
Después de meses de realizar numerosas pruebas de sustrato,
muestras de campo y estudios de laboratorio (llevados a cabo en
la Facultad de Agronomía y en el Laboratorio de Biodiversidad
y Sistemática de Hongos del Instituto de Ecología
AC), la investigación universitaria tuvo éxito. Núñez,
descubrió por lo menos tres especies de hongos de la región
del Cofre de Perote, capaces de acabar con el nematodo dorado de
la papa en Veracruz.
La clave radica en que estos hongos, al ser sus “enemigos
naturales» nativos de la región, tienen mejores probabilidades
de acabar totalmente con el parásito en el suelo veracruzano,
en las mismas condiciones de clima, altura, humedad, sustrato, etcétera.
Cabe señalar que el investigador presentó el primer
reporte de hongos nativos de este tipo como parte de su tesis de
maestría, que realizó en la Universidad de Colima.
El logro de Núñez Sánchez no es casual, pues
desde hace años se ha dedicado al estudio de la papa y sus
patologías. En su trabajo, el investigador aporta las bases
para continuar estudios acerca del potencial de los hongos que parasitan
al nematodo. Actualmente la investigación sigue en marcha,
con el apoyo de la Universidad Veracruzana y cada vez más
estudiantes universitarios.
Agricultura orgánica y económica
En los países en desarrollo como México, donde es
altamente elevado el costo de los insecticidas y la resistencia
de las plagas es más frecuente, el control biológico
tiene una aplicación especial que no ha sido ampliamente
explotada, especialmente porque los apoyos para el desarrollo agrícola
son cada vez más raquíticos. Por eso, el control biológico
es el método de control de plagas más viable, ecológicamente
recomendable y autosustentable.
Cero
daños a la salud
Debido a la fuerte infestación del nematodo dorado de la
papa del Cofre de Perote, la Secretaría de Agricultura determinó,
en 1987, que los agricultores de la región (que comprende
6 000 hectáreas alrededor de las comunidades estudiadas)
no pueden vender la papa que cosechan como semilla, para evitar
así la dispersión del parásito a otras regiones.
Además, es importante decir que el parásito no provoca
ningún daño a la salud humana, sino que reduce el
rendimiento de toneladas por hectárea, lo que es grave de
por si, dadas las condiciones en que viven los agricultores veracruzanos.
Ángel
Enrique Núñez Sánchez (anunez@uv.mx).
|