El empleo de modelos biológicos para
dar soluciones a muchos estados críticos del ser humano se
ha enfrentado hace tiempo a diversas barreras de índole ético
y científico. Tal es el caso del estudio del cerebro y de
otras partes del cuerpo, explicó la investigadora de la maestría
en Inteligencia Artificial de la Universidad Veracruzana (UV), Angélica
García Vega.
Por ello, los robots constituyen la tecnología que, junto
con las investigaciones que se hacen con animales, nos sirven para
corroborar dichos modelos. “En la robótica todavía
hay mucho por hacer dentro de varias áreas tanto de la ciencia
como de la tecnología, y el reto de esta rama de la inteligencia
artificial es ir más allá de que las máquinas
aprendan cosas”.
En efecto, dijo, la robótica ofrece un futuro muy prometedor
para el ser humano, ya que se emplea y puede ser utilizada en diversas
actividades de precisión, como la medicina y las terapias
de rehabilitación, o puede ser parte de la solución
al problema de la basura o del empleo racional de los recursos.
García Vega explicó que el empleo utilitario de robots
u objetos mecánicos es muy antiguo, pues data desde los griegos,
y se sabe que los chinos empleaban artefactos para ciertas actividades.
Su existencia surgió del interés por desarrollar máquinas
que hicieran trabajos que el hombre no quería realizar, y
por la curiosidad de saber cómo se ejecutaban ciertas tareas.
“La tecnología es un desarrollo que el hombre ha impulsado
para satisfacer ciertas necesidades y para explorar cómo
realizamos cosas”.
La inteligencia artificial nació en un momento dado de la
mano de la cibernética, explicó la investigadora,
y lo que busca es saber qué principios generales del razonamiento
humano, de la inteligencia humana hay, y ese tipo de interés
lo puede tener la psicología o la neurofisiología,
pero cada una de estas disciplinas utiliza sus herramientas particulares
para aprender más sobre el funcionamiento de esos elementos.
Y ante el problema del estudio del cerebro, dado que se dificulta
separar el objeto de estudio de nuestras creencias, de nuestra cultura,
de nuestra formación, los robots son una alternativa: “los
robots no tienen un cerebro como el nuestro, pero son máquinas
que hemos construido y conocemos; entonces, tratemos de crearlos
para entender esos principios generales de nuestra inteligencia”.
La investigación en robótica continúa –a
pesar de que hay gente que se opone a ello y que pide que se busquen
otros principios y modelos–, pues hay un extenso campo que
investigar y aún hay mucho por hacer en diversas áreas
de la ciencia y la tecnología, aseguró García
Vega.
Angélica García Vega (angegarcia@uv.mx)
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