Por
años se ha tenido la falsa concepción de que los
niños extremadamente inquietos tienen un exceso de energía
y por ello deben desfogarla en actividades que exijan un mayor
esfuerzo físico. Pero en realidad, ¿qué factores
intervienen para que un niño manifieste una mayor excitación
en todas las actividades que realiza y las que no debiera realizar?
La necesidad de responder ésta y otras cuestiones acerca
del comportamiento de los niños surgió a inicios
del siglo pasado. Desde 1902 el científico George Frederick
Still realizó algunos estudios de lo que hoy llamamos hiperactividad,
un trastorno del comportamiento. Estudió y describió
por primera vez un grupo de niños con diversos grados de
agresión, hostilidad, conducta desafiante, desatención
e hiperactividad.
De acuerdo con sus estudios, dictaminó que los infantes
con hiperactividad son problemáticos, poseen un espíritu
destructivo, son inquietos en exceso, insensibles a los castigos
y muy nerviosos. Al mismo tiempo, son niños difíciles
de educar porque no pueden mantener su atención por un
tiempo prolongado, lo que también provoca que no atiendan
las órdenes de los adultos, ya sean padres o maestros.
Los menores con características hiperactivas son tercos
y obstinados, al tiempo que son poco tolerantes, sobre todo frente
a las frustraciones, según Still. Y tal vez la característica
más notable es que son niños incapaces de permanecer
quietos en los momentos más necesarios, como en clases
o en reuniones familiares o de otra índole.
Una cuestión que resulta esencial para el desarrollo adecuado
de un niño con hiperactividad es que la detección
sea oportuna. De esta manera se contará con mayores posibilidades
de realizar acciones encaminadas a controlar el trastorno, pues
éste no desaparece.
En el Instituto de Investigaciones Psicológicas de la Universidad
Veracruzana, una autoridad que puede hablar de la hiperactividad
es el investigador Francisco Javier Beltrán Guzmán,
quien desde hace dos décadas ha enfocado sus energías
al estudio de este trastorno que tiene gran incidencia en el desarrollo
social y emotivo del niño.
¿Qué
es la hiperactividad?
Ateniéndonos al nombre, la hiperactividad es un volumen
de actividad en el niño fuera de lo normal. Hablamos de
hiperactividad infantil porque es en la infancia en donde debe
ser detectada, antes de los siete años. Si un individuo
ha tenido un comportamiento dentro de ciertos límites llamados
normales y a los 20 o 30 años empieza a tener un incremento
en el volumen de su actividad, ya no le podemos llamar hiperactividad.
La hiperactividad propiamente dicha debe ser diagnosticada antes
de los siete años, y deberán transcurrir mínimo
seis meses de observación para poder decir que el niño
es hiperactivo. En la actualidad ya no se habla exclusivamente
de hiperactividad, pues generalmente estos volúmenes de
inquietud en el niño están relacionados con problemas
de atención, por lo que se le conoce como TDAH, Trastorno
del Déficit de Atención con Hiperactividad. Éste
es de origen neurobiológico y se caracteriza por una falta
de concentración, impulsividad y/o hiperactividad excesiva
o inapropiada.
¿Qué
opina acerca del uso de medicamentos para tratar la hiperactividad?
Normalmente el medicamento que recetan los neurólogos no
cura el trastorno, sólo lo controla. Si al niño
le retiran el medicamento su conducta inquieta resurge, inclusive
en un grado mucho mayor que antes. El producto más utilizado
es el Metilfenidato o Ritalin como se le conoce comercialmente.
También es cierto que si utilizamos medios no farmacológicos
el niño puede controlar su conducta y no desaparece la
hiperactividad.
No rechazamos el uso de fármacos al 100 por ciento, pero
creemos que deben ser utilizados con cierta reserva. No compartimos
la idea de que los tomen toda la vida y pensamos que si se toman
inicialmente, los medicamentos pueden ser sustituidos por otras
estrategias. Además, dicho sea de paso, el medicamento
por sí mismo no es la solución porque se tienen
que hacer otras cosas, como trabajar conjuntamente entre el psicólogo,
el maestro y el neurólogo, en este caso.
Entonces,
¿cuáles son los mecanismos para controlar el trastorno?
Los mecanismos son muy variados dado que la hiperactividad puede
tener diferentes orígenes o factores que intervienen. Se
recomienda, por ejemplo, que el niño tenga un ambiente
estructurado en casa; me refiero a que tenga reglas claras, como
puede ser la hora de levantarse, acostarse, ver la televisión,
etcétera.
Es necesario que el ambiente no sea tan cambiante, como en el
caso de los niños cuyos padres los llevan por la mañana
a la escuela y no son ellos quienes los recogen, o los niños
que no son llevados a su casa, sino que van a la de la tía,
la vecina, la abuelita y después de varias horas sus padres
los recogen.
Eso es lo que se llama ambiente no estructurado, ambiente del
que el niño no es responsable. En cambio, los padres sí
tienen que trabajar en ese sentido, aunque a veces las circunstancias
no se los permite por los horarios y cargas de trabajo. Lamentablemente,
aunque la mamá ponga reglas claras, el niño pasa
cuatro horas en otra casa en la que las normas son diferentes,
lo que echa a perder el trabajo en la propia casa. Sin embargo,
aun en todo ese desorden se puede incluir un orden.
Incluso
se debe trabajar en las reglas que dictan padre y madre, ¿no
es así?
Sí, a veces uno es más permisivo que el otro y no
se ponen de acuerdo; eso mismo deshace cualquier logro que se
tenga con el niño.
¿Qué otra técnica o acción se debe
seguir para controlar a un niño hiperactivo?
Se recomienda utilizar estrategias de relajación, en contra
de lo que muchos padres y maestros recomiendan. Ellos piensan
que hay que llevar a los niños a actividades deportivas
para que saquen toda su energía; entonces los llevan a
correr como chivas locas, a nadar hasta que se cansen y paradójicamente
no se agotan.
Lo que se recomienda es todo lo contrario. Por ejemplo, en lugar
de practicar karate que hagan gimnasia o que realicen alguna disciplina
con movimientos más lentos. En vez de llevarlos a correr,
es mejor tenerlos en un lugar donde hagan las cosas a paso de
tortuga. Digamos que con ellos debemos jugar carreras a la inversa:
“vamos a jugar carreras a ver quién llega al último”.
Esa sería la intención.
Por otro lado, están las estrategias cognitivas o metacognitivas
que consisten en introducir elementos verbales en el niño
entre una acción y otra. El problema de la atención
de los infantes radica precisamente en que no hay mediadores;
entonces al niño tenemos que enseñarlo a pensar
antes de actuar y hay estrategias para seguir en este sentido.
Para
que un niño sea hiperactivo, ¿interviene la genética?
Hay muchas teorías al respecto. Se piensa que el trastorno
puede ser heredado y se ha buscado a nivel neurológico
y genético para ver si hay algún gen del niño
hiperactivo, pero hasta ahora no hay resultados definitivos al
respecto. Nosotros nos inclinamos más porque hay agentes
en el embarazo que pueden desencadenar este trastorno, pues normalmente
hay factores de riesgo en la gestación y en el momento
del parto que están asociados con una alteración
eléctrica del cerebro que produce una modificación,
detectada posteriormente a través de un electroencefalograma.
Nosotros lo explicamos de esta manera: la alteración eléctrica
produce una irritabilidad y es como si tuvieras un corto circuito
dentro que te provoca mucho movimiento corporal. Es por eso que
el niño no controla sus impulsos, no es su decisión
sino que su cerebro es el que provoca tal acción.
Pensamos, pues que intervienen factores a nivel neurológico
u orgánico, y no que existen factores químicos,
genéticos o de otra índole. Además, la hiperactividad
es una condición y es similar a que nazcas disminuido de
la audición o de la vista. Más bien depende de lo
que hagas con el niño una vez que sea detectada esa condición,
y si no haces nada ésta puede crecer y provocar muchas
alteraciones; en cambio, si se diagnostica a tiempo y se trabaja
con el niño y con los padres no tiene por qué ser
un problema mayor.
¿En
el lapso del embarazo hay cuestiones externas que puedan causar
dicha condición, como el estrés o la ingestión
de algunos medicamentos?
Sí. Puede haber factores como los embarazos de alto riesgo
en los que la madre tiene que estar en reposo por lo menos tres
meses para evitar un aborto o un parto prematuro. También
tiene mucho que ver que la madre esté sometida a tensiones,
ya sea de tipo emocional o a las propias derivadas de un embarazo
de alto riesgo. Influye de igual forma el hecho de que esté
expuesta a contaminantes o cosas similares. Pero con esto no quiero
decir que todos los embarazos de alto riesgo van a dar lugar a
un niño hiperactivo, pues para que suceda debe existir
una combinación de factores para la presencia del trastorno.
Si
en el momento del parto surge alguna complicación, ¿puede
ser este un factor que haga al producto propenso?
Sí. Esos son factores de riesgo adicionales, por ejemplo
que el producto se “pase” del tiempo una o dos semanas,
que el niño comience a tener sufrimiento fetal, que no
llore o respire inmediatamente, inclusive la administración
directa de oxígeno es otro factor de riesgo que puede provocar
estas alteraciones. Pero repito, es una especie de cóctel
molotov cuyos resultados no podemos prever.
¿Es
cierto que la hiperactividad es más frecuente en niños
que en niñas?
Se percibe más en niños que en niñas, pero
no necesariamente hay una desproporción. Normalmente el
niño es el que anda más de arriba para abajo y se
nota en mayor medida, pero si vemos las estadísticas podemos
ver que si bien la incidencia es más alta en niños
esto no muestra una gran diferencia con las niñas; es decir,
no hay una diferencia sustancial entre ambos géneros.
¿Cuenta
con datos recientes acerca de este trastorno en niños mexicanos?
En una investigación que hicimos en el Instituto de Investigaciones
Psicológicas para detectar este síndrome, encontramos
indicadores de posible trastorno en un 30 por ciento de la población
estudio. Nuestro universo fueron algunas escuelas primarias vespertinas
de Xalapa y una rural. Hasta el momento, son sólo indicadores;
falta realizar un estudio más fino para ver cuáles
corresponden a problemas de conducta y cuáles a problemas
de hiperactividad propiamente dichos.
De manera más general, en el ámbito internacional
se maneja un 10 por ciento, esto es, uno de cada 10. Con esto
nos podemos dar cuenta de que realmente es alto el índice
de la presencia de este trastorno. Sin embargo, el problema no
es que sea alto o no, pues hay otras enfermedades o padecimientos
que tienen una mayor morbilidad; el conflicto está en lo
que se hace o lo que se deja de hacer.
¿Qué
es lo que pasa en los casos de hiperactividad que no es detectada
ni tratada a tiempo?
Normalmente la conducta hiperactiva tiende a desaparecer o a tener
otras manifestaciones en la adolescencia. En esta etapa, la persona
ya toma más control en sus impulsos, pero los canaliza
de manera diferente. Por ejemplo, en lugar de pararse, brincar,
saltar, agarrar objetos… puede tener un movimiento rítmico
en sus piernas y mantenerse sentada durante horas pero moviéndose.
Otra característica es masticar cosas. Por ejemplo, una
persona acostumbra tomar refresco con popote, el cual mastica
por horas sin manifestar alguna intranquilidad en su comportamiento.
En ocasiones, el síndrome se sigue manifestando pero de
manera diferente, y las personas que lo padecen pueden ser igualmente
inquietas aunque su inquietud está dirigida hacia una actividad.
En todo esto tiene mucho que ver la forma en como llegue a esa
edad y principalmente cómo se haya tratado en la infancia.
¿Lo
correcto sería tratar de eliminar o disminuir el trastorno?
La hiperactividad no se elimina, lo que se pretende es que el
sujeto tenga un mayor control sobre sus impulsos y sobre su atención.
En vez de eliminarse, sólo se recanaliza a actividades
productivas conforme el niño vaya teniendo más edad.
Una de las cosas que me interesa dejar claro es que la hiperactividad
no se considera como una enfermedad, por eso se habla de un trastorno.
Si fuera una enfermedad, posiblemente con prescribirle un medicamento
la persona hiperactiva se curaría.
¿En el caso de los adultos, existe alguna técnica
de autocontrol?
Las técnicas están relacionadas con ejercicios de
relajación, pero lo esencial es que el adulto esté
consciente de la situación. Por ejemplo, conocí
a una persona en España cuya hiperactividad no tratada
la ha llevado a tener un tren de trabajo increíblemente
alto. Le hace falta planear un espacio para la relajación
que lo convertirá en una persona más productiva.
También debe utilizar técnicas de autoinstrucciones
que regulen sus impulsos, como “detente”, “mira”,
“qué vas a hacer”, “no corras”,
“ve más despacio”.
¿En el caso de que no se haya dado un buen tratamiento,
el adolescente o adulto puede presentar baja autoestima, depresión
o trastornos sicóticos?
En el caso de los trastornos sicóticos no hay una relación
directa. Lo cierto es que los niños con hiperactividad
son marginados o rechazados socialmente y eso lesiona claramente
su autoestima. Si los padres no le brindan un apoyo suficiente,
el menor va a crecer con este concepto y con poca estima hacia
su persona. Pero no es culpa del niño; la responsabilidad
es del mundo adulto, de las escuelas, de la visión de los
maestros. Y no solamente son los profesores; a veces hay incomprensión
por parte de la familia, a veces por los propios padres, y eso
se va acumulando en el niño, quien ve lesionada su autoestima.
¿Cuáles
son las repercusiones de la baja autoestima en el hiperactivo?
Son las mismas para casi cualquiera, sólo que en el caso
de los niños y adolescentes son más notorias o más
sensibles. Se pueden volver personas tímidas, poco participativas
en niveles universitarios, temerosos a la hora de solicitar un
empleo y muy susceptibles al rechazo; incluso, por las dificultades
que enfrentan, desisten de realizar determinadas acciones. Yo
creo que la autoestima es muy importante en la infancia cuando
sufren todo el embate del mundo adulto, ahí es cuando más
les duele. Ya cuando son adolescentes o inclusive adultos adquieren
otros elementos para superar estas dificultades de personalidad
o seguridad.
¿Desde
cuándo se ha interesado en desarrollar este tema?
Desde hace 20 años. Trabajé por 10 años en
un centro de atención psicopedagógica y muchos de
los niños llegaban con estos problemas. Además,
mi hijo fue diagnosticado como hiperactivo, lo que me motivó
trabajar en ese sentido.
De esta manera, mi esposa y yo combinamos nuestro trabajo profesional
con el de padres y así lo pudimos sacar adelante.