ENTRE LIBROS

Entrevista con Leopoldo Sánchez Zúber, autor de Juegos de adultos, Germán Martínez Aceves 
Germán Martínez Aceves 

	Roberto González - Monotipo

Leopoldo Sánchez Zúber: “En esta época no leemos nada porque no reflexionamos nada”.

• El autor de Juegos de adultos platica sobre la importancia de la novela y el peso de la palabra.

Algo tiene el mar que aguza los sentidos entre los habitantes que nacen en sus orillas. Leopoldo Sánchez Zúber es uno de ellos. Originario de Mazatlán tiene el espíritu abierto a todo tipo de experiencias en la vida. Alegre, mordaz, sincero, amigo, estudioso de la forma de ser de los humanos, capta todo con su mirada penetrante y observadora para interpretar las vivencias que no tardará en plasmarla en cuentos o novelas.

En 1926 nació en la costa noroeste del país entre pobladores gustosos de la tambora y el pescado zarandeado que disfrutan de la plática armada a través de anécdotas. Como paradoja, estudió para ingeniero químico pero su vena literaria la pulió en el histórico taller Mester de Juan José Arreola.

Juegos de adultos es la más reciente novela que escribió y que fue editada por Universidad Veracruzana. Después de más de 40 años, de nueva cuenta publica bajo el sello de nuestra casa de estudios. Fiel a la búsqueda de talentos jóvenes, Sergio Galindo lo apoyó en 1966 para publicar su libro de cuentos Marejada avalado por el propio Arreola quien escribió de la propuesta de Sánchez Zúber: “A la apretada diversidad de sus páginas, este libro agrega un elemento poco frecuente en nuestras letras: está escrito con riguroso estilo, en un lenguaje vivo y animado, cuyos libres periodos recuerdan la presencia del mar”.

Sánchez Zúber no ha perdido el estilo, al contrario, lo ha mejorado para ofrecernos una prosa ágil que atrapa desde el primer hasta el último párrafo con personajes muy bien trabajados que transitan de lo trágico a la ironía, de la simulación de felicidad a los círculos de los infi ernos particulares, de amor apasionado y clandestinos a querencias superfi ciales y aparentes, de los abusos a las mentiras, de los odios y venganzas al desamor.

Eustaquio López y Pérez y Katz o más fácil, Saso, el personaje central de Juegos de adultos, , nace en la década de los 40 en medio de una familia que pertenece a la clase política benefi ciada por el sistema. Son los años dorados del cine, la radio y la vida nocturna. La estabilidad era el sinónimo del sistema y las buenas familias eran el espejo fiel de la moralidad.

Margarito, el papá de Saso , se la pasa en campañas políticas fortaleciéndose en los grupos del poder; Ángeles, la mamá, vive en sus círculos sociales, mientras sus hijos, principalmente Eustaquio, son educados por la propia vida.

Podría decirse que hay historias comunes de los “niños bien” que abusan de las sirvientas, pero en este caso, la relación es intensa y es el soporte de toda la novela. Vicenta, el personaje femenino central, es fuera de serie. Desde que llega a trabajar a la casa de los López y Pérez y Katz se enamora del pequeño Saso , prácticamente lo viola, pero más allá del trauma, la relación se estrecha para convertirse en un amor desmedido perdurable a través de los años.

A pesar de que los padre de Saso se dan cuenta de la situación, como buenos señores de la clase pudiente, prefi eren simular a enfrentar la realidad. Eustaquio o Saso refl eja al hijo de un sistema que abona la soledad y desesperanza entre sus ciudadanos. Protegido por el dinero de la familia es un personaje que transita en sus laberintos sin encontrar las salidas. Limitado en sus cariños, vive obsesionado por la mujer que lo inicia sexualmente. Vicenta es una mujer pasional que se guía por sus instintos y es tan imaginativa como las leyendas de su comunidad, San Juan Volador. En ambos a la vez pueden encontrarse sentimientos puros y atmósferas de erotismo que los encadenan hasta el final.

Leopoldo Sánchez Zúber presentó Juegos de adultos en la Ciudad de México y el 23 de abril, con motivo de los festejos del Día Internacional del Libro, también lo dio a conocer aquí en Xalapa. En una de las tardes de la capital veracruzana que se disfrutan apacibles si se camina por sus calles empinadas y una tortura si se transitan en automóvil, platicamos con el autor, café y churros de por medio.