José Luis Cuevas
La lección del maestro
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Yo, 2007. Tinta y aguada de tinta sobre papel, 16 x 20 cm. |
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Dibujante, grabador, escultor y escritor (Ciudad
de México, 1934), de formación esencialmente
autodidacta, adquiere notoriedad gracias a la
serie de artículos que publica en el suplemento México
en la Cultura del periódico Novedades (1957-1959), contra la hegemonía impuesta por la Escuela Mexicana de
Pintura. En ellos proclama su ideario estético a favor
de la libertad formal y temática buscada por los artistas
opositores al indigenismo y a su entonces desgastado
mensaje ideológico. En ese contexto acuña el término “La cortina de nopal” (1958), sinónimo de chauvinismo “a la mexicana”. Se le ubica en la generación intermedia del grupo de Ruptura. Culmina dicha actitud
beligerante con la realización del Mural efímero (1967),
término contradictorio con el que satiriza la solemnidad del muralismo. El happening tiene lugar en la Zona
Rosa, barrio capitalino al que adjudica ese nombre.
En los años sesenta se revela como uno de los más
prolíficos litógrafos contemporáneos gracias a las series realizadas en Estados Unidos: Recollections of Childhood y Cuevas Charenton (Los Ángeles, 1962 y 1964);
Crime by Cuevas (Nueva York, 1968) y Homage to Quevedo (San Francisco, 1969). Para entonces es ya el mayor
exponente de la Nueva figuración latinoamericana y
un destacado neoexpresionista integrante del grupo
The lnsiders (Los lnterioristas) que desde Estados Unidos se pronuncia a favor de un arte preocupado por
los valores imperecederos del humanismo occidental,
situando al hombre como medida de todas las cosas,
pero también inmerso en un mundo caótico, presa de
la crueldad, indefensión y soledad contemporáneas.
En los años setenta consolida su presencia como una
de las más originales y polémicas personalidades de
la cultura mexicana, al postularse como candidato
independiente a una diputación, hecho hasta entonces inédito en la política nacional. Sintiéndose incomprendido se autoexilia en Francia, donde reafirma su
prestigio con la gran retrospectiva de dibujo organizada por el Museo de Arte Moderno de París (1976).
Hacia la siguiente década realiza en España las suites gráficas Catalana (1981) y Vasca (1983) –llamada
también lntolerancia en homenaje a D. W. Griffith– y
Madrileña (1987). Su obra finisecular se caracteriza
por un incremento de la actividad escultórica, traducida en bronces de diversos tamaños. Sobresale La
Giganta (1991), colosal representación de la dualidad
masculino-femenina, que preside el Museo José Luis
Cuevas, inaugurado en 1992 en el antiguo convento
de Santa Inés, edificación del siglo XVII ubicada en el
Centro Histórico de la Ciudad de México. En Sevilla
crea los dibujos de la Suite Andaluza (1993), inspirado
en la lectura de las Soledades de Góngora y en algunos
relatos sobre la conquista de México encontrados en
el Archivo General de Indias. Un año después de haber enviudado, conoce en 2001 a Beatriz del Carmen
Bazán, de quien se enamora y con quien se casa por
diferentes ritos, que culminan con una boda católica
en la Catedral de México.
En atención a su relevante contribución al arte
mexicano y a la cultura nacional, la Universidad Autónoma de Sinaloa le otorga el grado de doctor honoris
causa (1984). Por su trayectoria de medio siglo recibe
en el Palacio de Bellas Artes la Medalla de Oro Bellas
Artes (2003). Ha recibido el doctorado honoris causa por parte de la Universidad Veracruzana (2004), la
Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (2007),
el Instituto Superior de Arte (ISA) y la Casa de las
Américas (2008) en el auditorio Che Guevara, lugar
donde inauguró la exposición A la Habana me voy en
la Habana, Cuba.
José Luis Cuevas escribe semanalmente la columna periodística Cuevario, publicada de 1985 a 1998 en
el periódico Excélsior, y de 1999 a 2007 en el periódico
El Universal, que, tras un breve paso por el semanario Impacto, continúa publicándose hasta la fecha en la página web: www.cuevario.com.
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