Editorial
El presente número de La Palabra y el Hombre
continúa la sana tradición de combinar contenidos de alta calidad en los campos de las
letras, las artes, la política y la sociedad. Por un lado,
se abordan temas torales de la situación política actual a partir de comentarios críticos al ya famoso
libro de Héctor Aguilar Camín y Jorge G. Castañeda, Un futuro para México, realizados por Alberto J.
Olvera y José Blanco con motivo de la presentación
del texto en Xalapa. Por otro, nuestras páginas centrales se engalanan con un dossier sobre
José Luis Cuevas que incluye una selección de sus obras, desde las más tempranas hasta las más
recientes, en consonancia con la exposición que durante 2010 presentará en la galería universitaria Ramón Alva de la Canal. Dos poemas sobre la obra de Cuevas, uno de ellos el dedicado por
Octavio Paz al entonces enfant terrible, y el otro de Beatriz del Carmen Cuevas, completan el dossier. Celia del Palacio nos ofrece una reflexión sobre el arte de la novela histórica en el caso de la
heroína insurgente Leona Vicario, y Ángel José Fernández analiza la poesía amorosa del poeta
veracruzano José María Roa Bárcena. Tomamos nota también de acontecimientos importantísimos para la literatura mexicana, como el otorgamiento del Premio Cervantes 2009 a nuestro
admirado poeta José Emilio Pacheco. En la sección Palabra Nueva, dos jóvenes creadores nos
muestran fragmentos de su obra reciente. En Estado y sociedad nos enorgullecemos de ofrecer
un texto de suma relevancia para nuestra propia universidad, de la autoría de Gunther Dietz y
Laura Mateos, que analiza los fundamentos teóricos y los objetivos pedagógicos y sociales de una
de las grandes innovaciones recientes de la UV: la Universidad Veracruzana Intercultural (UVI).
Dos artículos, sobre tradición e innovación en el arte colonial mexicano, y sobre la inquietante
presencia del maniquí en las vanguardias literarias y artísticas de fi n de siglo, ocupan la sección
Artes.
La Palabra y el Hombre ratifica su vocación de espacio crítico y creativo al colocarse al mismo
tiempo en el mundo preñado de conflicto de la política nacional y en el espacio creativo de las
letras y las artes. No hay mejor manera de construir esperanza y abrir espacio a la imaginación
creativa que recordarnos una y otra vez que, junto a los desastres de nuestra vida pública,
prosperan las bellas artes y se mantiene viva la llama de la crítica constructiva. Y el ejemplo de la
UVI viene a llamarnos la atención sobre los efectos notables que el encuentro entre la educación
superior y los pueblos indígenas puede tener sobre las energías creativas de la juventud indígena
y sobre sus propios maestros, alimentados mutuamente por sus respectivas voluntades de cambio.
Estas energías y estas voluntades, tan necesarias en estos tiempos de desánimo colectivo con la
política, deben ayudarnos a intervenir creativamente en el mundo que nos tocó vivir.
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