La siesta
Manuel Fuentes Cucurachi
Manuel Fuentes Cucurachi es estudiante de octavo
semestre de Lengua y Literatura Hispánicas de la UV.
Mención honorífi ca en el Premio Nacional al Estudiante
Universitario, categoría relato, por “El beso de la mosca”.
T
res de la mañana..
La noche era entonces mortaja de sombra. Eclipse de luna: multiplicado en el espejo de lluvia
roto sobre el pavimento… Mariposa nocturna moría
en el aire, sus alas jirones en las fauces del viento.
Tres de la mañana.
Lina y su segunda noche guardada. En la sala los
reflejos cubiertos, la luz marchita de los cirios, el aliento amargo de las flores. Y las sillas vacías… Nadie los
vio salir.
Discreto el vuelo de la mariposa sobre el aire disecado de la estancia. El ataúd abierto y Lina insiste en
el gesto de hace dos días. Huyen las moscas que han
posado sobre Lina rumores y estiércol. “Desde ayer nadie te besa en la frente, Lina, porque apestas a mierda”, dijéronle ahí dentro.
Tres de la mañana.
Afuera ellos miran, bostezan y lloran y rezan. La luna en el fondo de un pozo de luz, allá, después de
las ramas de ceiba.
“Yo-lo-re-su-ci-ta-ré” (cantan y rezan y lloran mirando a la luna)
““yo-lo-re-su-ci-ta-re-é–en-el-dí-a-fi-nal” (los oídos apuntan a la luna-caracola que derrama desde el cielo
un plañido nocturno).
Tres de la mañana.
Lina despierta.
Los ojos abiertos, rígido el cuerpo, corrupta la carne. Sobre las sienes, corona de azahares de perfume muerto. Vestido blanco, de raso. Pies desnudos y
tiesos. Lina quiere llorar por la verdad de las moscas.
Lina no llora, ni gime, sólo recoge en el desmayo de
sus dedos las cuentas de sal de su rostro.
Tres de la mañana.
Lina sale de la estancia con su vestido pequeño
que la vuelve niña.
Desde la ventana entreabierta le grita su madre:
“¡Abrígate, Lina, que luego te enfermas! ¡Lina… no
llegues tarde, el entierro es mañana!”
|