Aunque una poética personal defina toda la obra
pictórica de Barclay, su temperamento, la efervescencia orgánica que lo define y caracteriza, no siempre le
permite planear serenamente una serie identificable
en variantes de un solo tema, en una sucesión de giros
repetitivos o evolutivos. Lo vemos saltar de propuesta
en propuesta de una manera espontánea, automática,
trazada por impulsos muy diversos, con frecuencia totalmente distantes, pero que deben corresponder a su
íntimo expediente de recuerdos y emociones ya vividas, o registradas en el instante, que cabalgan a imparables ritmos en el tiempo y el espacio, transmisoras
siempre de una sola verdad, sin que pueda apreciarse
el menor intento de innovación, o propuestas superficiales. Sus cuadros tienen un contenido emocional,
dramático a veces, que desborda sus propias medidas,
como si aún quedara algo más que decir. Tal vez sea
ese “algo” lo que justifique los grandes formatos de sus
últimas exposiciones, trípticos o murales, que de pronto invaden espacios y se expanden sobre los muros blancos de su preferencia.
Siempre he admirado en Barclay su especial y detallada percepción del mundo que lo circunda, sobre
todo ante la naturaleza abierta que a diario contemplaSiempre he admirado en Barclay su especial y detallada percepción del mundo que lo circunda, sobre
todo ante la naturaleza abierta que a diario contemplamos y de la que absorbe entusiasmado colores y formas.mos y de la que absorbe entusiasmado colores y formas.
Con frecuencia lo he oído comentar: “La luz, y
su otra mitad, la sombra, han tenido una influencia
básica en mi trabajo plástico. Creo que ambas pueden
perfilar y matizar todas las emociones que el hombre
recibe visualmente, sensibilizar al máximo…”
Después de seguir estudios de Escenografía en la
Escuela de Teatro de Bellas Artes, y en la Universidad
del Teatro de las Naciones, en París, Barclay encuentra el pleno desarrollo de sus conocimientos sobre las
artes plásticas en la actividad teatral, eje central de su
realización profesional durante décadas: dramaturgia, ópera, danza clásica y moderna, ballet folclórico,
diseño de carteles, actividades que le han permitido
experimentar y transformar toda clase de espacios y,
en ellos, el estudio profundo de volúmenes, del color,
de la luz, con la que ha conseguido valores realmente
escultóricos sobre elementos escenográficos, y vestuarios creativos de diferentes épocas y estilos. En el Área
Académica de Artes, su enseñanza a varias generaciones de alumnos ha sido fructífera y permanente, tanto
en la UV como en la UNAM y en Bellas Artes.
Pero el caballete, el diseño, la ilustración, siempre como algo que no puede dejarse para mañana,
es la tarea diaria imprescindible, por agotadoras que
hayan sido las demás labores…
Termino recordando que, aún adolescente, Barclay ya diseñaba para la Editorial de la UV, junto a su
fundador Sergio Galindo; suyas son ilustraciones y viñetas de la colección Ficción en su primera época, y
de La Palabra y el Hombre.
Todas estas experiencias le han permitido, en estos últimos años, dar una imagen, como escenógrafo,
a la Feria Internacional del Libro Universitario de Xalapa (FILU), de creciente prestigio.
|