¿Quiénes somos?
La revista emblemática de la Universidad Veracruzana cumple 50 años de existencia. En este marco, resultaba necesario llevar a cabo un análisis exhaustivo de su labor, su impacto actual y sus perspectivas, después de fecundas deliberaciones en el seno del comité editorial y de consultas con asesores nacionales e internacionales, se concluyó que era necesario un cambio radical en esta publicación.
El mundo actual ya no es el mismo de 1957, el contexto en que la revista vio la luz es completamente distinto al de hoy. Cuando La Palabra nació no existía ninguna otra revista cultural, mucho menos universitaria, que pudiera hacerle competencia, fuera de la ciudad de México. Su impacto fue inmediato, gracias a la gran calidad de los colaboradores: un grupo de sólidos intelectuales que se encontró en Xalapa a instancias del entonces rector de la Universidad Veracruzana Gonzalo Aguirre Beltrán: Dagoberto Guillaumin, Fernando Salmerón, Sergio Galindo, Othón Arróniz, Ramón Rodríguez, José Pascual Buxó, Alfonso Medellín Zenil, Xavier Tavera Alfaro, entre otros. Por otro lado, era necesario un órgano de difusión de las actividades de la Universidad Veracruzana (aunque existían como antecedentes las revistas Univer 1948-1951 y Universidad Veracruzana 1952-1955, éstos no eran más que boletines sencillos).
Así mismo, aunque se muestra como necesaria una renovación en diversos aspectos, hay varios puntos esenciales que, lejos de cambiar, es necesario recuperar de aquel momento fundacional. Es el caso de la declaratoria de principios de 1957, redactada por Fernando Salmerón, que sigue siendo tan actual y tan pertinente como entonces.
Puesta sobre las mismas bases que todo el trabajo universitario, la revista es en primer lugar un órgano de investigaciones libres en el que todas las opiniones tienen cabida —sin más limitación que la calidad de los trabajos— y cada artículo no compromete más que a su autor; pero a la vez, quiere prestar servicios de información y de crítica, y orientar al lector sobre una gran variedad de temas vivos para la inteligencia mexicana. No se trata por tanto de una revista literaria en el sentido habitual, destinada a satisfacer una curiosidad simplemente estética; ni tampoco se trata de una revista exclusivamente científica o política especializada en un determinando grupo de problemas, sino de un repertorio abierto que pretende, con la mayor amplitud y universalidad, contribuir al desarrollo de la cultura.
Creemos también que el público al que se dirigía en 1957 la revista, se ha diversificado, ya no se trata tan sólo de:
Los egresados (de la Universidad Veracruzana en todas las regiones del Estado), que anualmente suman un número considerable, los alumnos que se reúnen en ellas y los maestros que las atienden, exigen una formación intensa, jerarquizada, y rigurosa sobre una serie de cuestiones verdaderamente fundamentales. A ese público –y sin que esto quiera decir que no creemos poder interesar a otros lectores- va dirigida nuestra modesta empresa editorial.
A esta propuesta de lectores, habría que sumar a los propios investigadores y trabajadores de la universidad. Todos ellos siguen necesitando como entonces una formación extracurricular, una información cultural selectiva que no siempre les es accesible por otros medios. Es necesario recalcar aquí la modestia de estos primeros intelectuales universitarios, que sin embargo realizaron una empresa más que local, nacional e internacionalmente reconocida. Cuando hablaban de instruir a los universitarios veracruzanos, estaban también llegando a los intelectuales, a las bibliotecas de todo el planeta (literalmente). En el mundo contemporáneo, cuando es mucho más fácil llegar a todos los rincones del orbe en unos minutos, la ambición de ser leído en el lugar más apartado se convierte prácticamente en una obligación. Conscientes de las limitaciones económicas y prácticas de la universidad pública, nos planteamos tan sólo, dar a conocer tanto las obras de los pensadores y literatos del mundo dentro de la Universidad Veracruzana, como los trabajos de los universitarios fuera de Veracruz.
Ahora la gama de intereses y necesidades de conocimiento sin duda es mucho mayor que en 1957. Una revista de cultura no puede dejar a un lado temas como la comunicación, la cultura visual, las artes escénicas, las artes plásticas, la multiculturalidad de nuestras sociedades. Así mismo, no se pueden soslayar los temas políticos y sociales, a la par que la creación literaria, tanto de autores consagrados como de jóvenes talentos. Hacemos por ello la propuesta de nuevas secciones junto a algunas ya existentes desde su fundación.
La revista ha sufrido modificaciones en sus distintas épocas: nació rindiendo homenaje al formato de Revista de Occidente y se conservó así hasta 1968. En la Nueva Época que reinició Sergio Galindo en 1972, se consideró cambiar el formato y rendir homenaje a otra de las grandes revistas culturales: Casa de las Américas. Esta situación prevaleció hasta 1988, cuando se volvió al formato original. En esta Tercera Época proponemos la reformulación de la revista, con un formato más ligero que permita la comunión de temas y la confluencia de opiniones, además de que pueda resultar visualmente más atractivo a las nuevas generaciones, sin sacrificar la seriedad y la calidad en los contenidos.
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