Núm. 15 Tercera Época
 
   
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JOSÉ LUIS CUEVAS
BESTIARIO IMPURO
 
 
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Vucic Drago

 

texto se ven las actividades al margen de la ley como algo habitual). Aquí la autora nos muestra que, aun entre delincuentes, los niveles de maldad varían, pues la tragedia se cierne sobre uno de los protagonistas cuando sus compañeros de prisión deciden intervenir para frustrar su historia de amor con una prima con presiones y chantaje. En el segundo, el que da título al libro, Velasco aborda uno de los temas más delicados de los últimos años en el país, al narrar el secuestro de una niña por parte de unos violadores espontáneos. En los dos relatos el tono de la autora varía con respecto al de los anteriores, adaptándose a cada historia: se ha vuelto más distante, menos concentrado, aunque no por ello menos eficaz. Además, en “Tordos sobre lilas” su manera de contar recuerda de nuevo a Revueltas, esta vez en su cuento “Dios en la Tierra”: en el instante de máximo horror, el estilo se torna frío, objetivo, impersonal, lo que no hace sino recrudecer el brutal efecto final, para dejar en claro que la aparición del mal casi siempre es gratuita, no responde a causas específicas.

           La violencia intrafamiliar, el maltrato a las mujeres, que ya se asomó en otros relatos, es tratado de lleno en “Simona Barba # 2036”, donde un hombre no se contenta con golpear a su mujer, sino que la emprende también contra su perra, estableciendo entre ambas un paralelismo en el infortunio del que la perra sale mejor librada: ella sí abandona al agresor. En “Mientras la Maga duerme” el homenaje a Cortázar resalta desde el título hasta el juego de la estructura: la autora consigue una transferencia del sueño de una persona a otra, construyendo un verdadero laberinto onírico. En “Diamantina verde” el tono vuelve a aligerarse, alejándose de la tragedia para introducirnos en las cotidianas alegrías de la memoria, cuando la narradora, al contemplar las ocurrencias de la pequeña hija de la sirvienta, viaja al pasado a recuperar ciertos recuerdos felices. De la ligereza pasamos al humor franco en “Una mano en mi vientre”, historia de equívocos donde la percepción que los demás tienen de ella lleva a la narradora a vivir una vida alrevesada. Y ya en este tenor, llegamos a otro de los relatos más logrados, “Betabel”, que en su aparente sencillez establece primero el hecho de preparar betabeles como la “causa” que desata los recuerdos, para luego convertirla en efecto de ellos, es decir, para reafirmarnos en la idea de que “nada es lo que parece”, ni los procesos de la memoria, ni la imagen inmaculada de una madre, ni la inocencia infantil de quien muchos años después recuerda u olvida los deslices de su progenitora. Y después de un viaje –de nuevo el viaje– de enamorados a Chihuahua que termina en tragedia y la historia de un escritor maduro que utiliza su prestigio para llevarse a la cama a una bella aprendiz de literata, arribamos al término de los desplazamientos, a la meta del periplo, en “Una casa”, donde dos hombres discuten sobre cómo ha de ser el diseño de lo que uno siempre soñó y el otro debe construir. Tras unos diálogos en apariencia fútiles, cotidianos, el texto comienza a enrevesarse y los personajes se intercambian hasta sumergir al lector en ese extrañamiento lúdico que incita a continuar la lectura hasta el final, sólo para comprobar que otra vez Magali Velasco ha jugado con las técnicas narrativas para otorgarnos un remate que deslumbra tanto por su carácter sorpresivo como porque éste ha sido concebido a partir de la estructura.

           Entre viajes sedentarios, vuelos de la memoria, nostalgias de otros tiempos, escenas congeladas que sorprenden por su intensidad, narraciones violentas y trágicas, juegos cortazarianos, relatos en clave de comedia, anécdotas ligeras que arrastran revelaciones insospechadas y estructuras experimentales que pasan casi desapercibidas ante la fuerza de la historia, el presente volumen nos revela a una escritora consciente de su oficio, que domina sus recursos narrativos, y con un universo interior en expansión. Su variedad de registros –que transitan de lo dramático a la ironía y el ingenio, y de ahí al humor abierto para enseguida regresarnos a la tragedia– hace de Tordos sobre lilas un libro cuya lectura refleja la realidad actual en México y los temores y deseos de sus habitantes: una realidad que sólo puede ser registrada a través del movimiento continuo, la visión profunda, la sensibilidad educada y un rigor narrativo como los de Magali Velasco.

 
 
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