Dado que nos encontramos
en un evento organizado por una universidad,
y que la UV cuenta con una editorial académica
muy renombrada, centraré mi exposición en este
campo en particular y echaré un vistazo al mundo de
la edición académica en lengua inglesa, un mundo
representado por editoriales como Oxford University
Press, Harvard University Press o Cambridge University
Press, así como a otros editores un tanto más
comerciales, como Blackwell y Routledge, nombres
que son muy familiares para quienes están dentro
del mundo académico. Concentrémonos, pues, en
este mundo y preguntémonos qué está pasando en el
mundo de la edición académica.
Cuando caminamos por los pasillos de la feria y
nos detenemos frente al stand de Oxford University
Press, por ejemplo, podemos preguntarnos qué tipo
de mundo es el que ocupa esta empresa editorial y
qué está pasando en él. Empezaré con una simple
observación: en la actualidad el campo de la edición
académica no goza de buena salud; de hecho está pasando
por serias difi cultades. En los últimos 45 años
las editoriales académicas en lengua inglesa han tenido
la peor situación en décadas. ¿A qué se debe esto? ¿Cómo podemos explicarlo?
Si hablamos con los administradores de estas casas
editoriales descubriremos un hecho sorprendente:
en los últimos 20 a 30 años las ventas de los estudios
monográfi cos han descendido drásticamente. Si retrocedemos
a los años setenta encontraremos que la mayoría
de los editores académicos imprimían de 2 a 3
mil ejemplares de cada uno de estos títulos, incluso en
ediciones empastadas, y lograban venderlos. Pero ya
en los ochenta y noventa las ventas de estos libros descendieron
sensiblemente. En la actualidad, la mayoría
de los editores académicos están imprimiendo de 400
a 500 ejemplares de sus títulos. En otras palabras, en
sólo dos décadas el mercado de los libros académicos
se colapsó. Y esto, más que cualquier otra cosa, está
transformando el mundo de la edición académica.
En realidad se ha creado una especie de crisis.
Preguntémonos, pues, por qué está sucediendo esto.
Se han hecho muchas especulaciones. Mucha gente lo
ha atribuido al surgimiento de internet. Los lectores,
dicen, están tomando su información de ese medio.
Pero ¿es cierto? La respuesta contundente es que no,
no tiene nada que ver con el internet. La respuesta
está en otro lado, es más compleja.
Tiene que ver más bien con las presiones que
están sufriendo las bibliotecas universitarias, las cuales
son un mercado crucial para los libros académicos.
En los años ochenta y noventa, los bibliotecarios se enfrentaron al hecho de que los precios de las publicaciones
periódicas se incrementaron año con año. Y
esas publicaciones dentro del mundo académico son
lo que uno llamaría “materiales indispensables”. A los
bibliotecarios les resulta muy difícil cancelar sus suscripciones
a este tipo de publicaciones. Éstas forman
series y a ellos les disgusta tener una serie incompleta.
Lo que hicieron entonces fue reducir los recursos que
antes utilizaban para la compra de libros, en aras de
seguir adquiriendo las publicaciones periódicas. De
modo que los editores están vendiendo menos libros y
los ingresos por venta a bibliotecas se han reducido en
consecuencia. Esta es la causa real del descenso hasta
de 20 por ciento en las ventas de libros.
¿Qué han hecho los editores académicos para
lidiar con este dramático descenso? Varias cosas:
reducir costos, subir los precios, reducir los tirajes,
desaparecer áreas temáticas completas. Áreas como,
por ejemplo, la de estudios latinoamericanos, cuyas
ventas bajaron mucho, se redujeron o cancelaron
definitivamente.
Los académicos se han dado cuenta de estos cambios
aunque no entienden a qué se deben. Pero hubo
una estrategia particularmente importante para las
empresas editoriales. Yo la llamo migración de campo
y consiste en que los editores de este campo están tratando
de reducir su dependencia de los estudios académicos.
En otras palabras, han tratado de diversificarse
migrando hacia otros campos de la edición. Y hay tres
campos particularmente importantes para ellos: los libros
de interés general, la publicación de obras regionales
y los libros de texto. Algunos editores académicos
migraron hacia un campo de lectores más amplio.
Ejemplos típicos son Harvard y California University
Press, pero podrían mencionarse muchos más.
Otros centraron su atención en publicaciones para
alguna región. En este caso el pionero fue University
of North Carolina Press. Y muchas editoriales británicas,
especialmente las más comerciales, como Blackwell
y Routledge, han tratado de reinventarse a sí mismas
como editores de libros de texto. Pero todas estas estrategias
estaban llenas de peligros porque los editores
académicos no tenían las habilidades para insertarse
exitosamente en las nuevas categorías. Conocían su
juego pero no el del nuevo campo, de modo que al fi nal
de cuentas casi todas acabaron perdiendo su dinero.
Vemos pues que la edición académica tiene una
lógica muy clara. Es un campo complejo pero con una
historia sencilla. El drástico incremento en la compra
de publicaciones periódicas llevó a un descenso igual
de drástico en la compra de monografías académicas.
Esto obligó a los editores a adoptar diversas estrategias
para afrontar el problema, tales como la mencionada
migración a otros campos. Y si mi hipótesis
es correcta, todo lo que ha sucedido en el mundo de
la edición en lengua inglesa en los últimos 30 años,
estaría resumido en ese diagrama y el panorama no es
nada alentador. Son tiempos difíciles para la edición
académica...
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