Su aliento dentro de otra boca. Traducir es vagar, dejarse
ir por otros territorios hasta volverlos propios. José
Luis Rivas es uno de los mayores traductores de poesía
en lengua española. Él puso en nuestras manos el Omeros de Derek Walcott, la poesía completa de su maestro
Saint-John Perse, la de Eliot, la de Rimbaud. Ha sido
traductor, también, de Reverdy, Tournier, Schehadé,
Césaire. En Ante un cálido norte se incluyen “Orígenes” y
fragmentos del Omeros de Walcott y La violación de Lucrecia de Shakespeare. La traducción, para Rivas, es una
de las maneras de escribir poesía, de fundarla. El que
traduce crea; y bajo ese entendido él ha creado, junto
a los autores originales, una serie de libros que son,
también, parte de su poética personal.
Las alas se han entregado al segundo. Las artes son fugitivas
y permanecen. Necesitan del instante, esa fugacidad
que al segundo inmediato ya no es, y sin embargo
queda. La poesía es la más fugaz de las artes. Nos pertenece
el arte, porque se eterniza en nosotros. Perdura
la palabra: su música, su ritmo, su olor y su esencia. En
la poesía de José Luis Rivas todo “lo fugitivo permanece”
porque queda en nosotros, como ese cálido norte
que, sin estar, sigue guardado en la piel.
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