En mi obra todo es color y ritmo. El color es casi lo
único que me interesa últimamente y estoy llegando
a extremos casi patéticos, con los monotipos; estos son impresiones en color, con diferentes superficies,
usando la teoría del color, que es totalmente básica:
son tres colores con los cuales se pueden hacer absolutamente millones de colores. Aquí, por ejemplo, se
parte de un blanco supuestamente absoluto –que no
existe además– y de un negro absoluto –que tampoco
existe, es más ni en el espacio interestelar–; se hace
una escala de aquí a acá, y se obtiene esta cantidad de
grises: ¡64 millones! Ahora, si partimos de que hay un
amarillo, un rojo y un azul, muy específicos, no cualquier amarillo ni cualquier azul, y ponemos el que sea
junto con cualquiera de estos, tendríamos otros 64 millones de colores… De modo que no sabemos lo que
es el color, tenemos estos ojitos y cada quien fotografía
la calidad que tiene uno adentro pero sabemos que
en el cerebro hay otro proceso muy complejo y aquí es
donde viene la importancia del color.
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Es muy curioso pero los dos pintores de la época moderna que yo considero más grandes son Rembrandt y
Van Gogh. Rembrandt es increíble. Un pintor soberbio, pintor-pintor. El otro es más artista, no era pintor,
no sabía dibujar el mismo rostro. Como la gente, ¿no?
No es lo que se ve.
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¿Qué es el color? Llevo 20 años y no sé qué es. Un pintor
agarra una paleta y mezcla dos, tres colores. En el momento en que trasgrede esto del terciario, se empieza
a agrisar, pierde su brillantez pero sí hay maneras de
suplir esto, y es en parte con monotipos. De la mezcla
de un amarillo con un rojo al mismo nivel de materia se obtiene un anaranjado, pero si tenemos cierta
cantidad de rojo y hacemos un monotipo con partes
que tengan un poquito de amarillo por acá y por allá,
esto nos da toda una serie de gamas de posibilidades
de naranja, sin mezclarlos. A mí me da un montón de posibilidades. Aquí casi no uso pincel, ni nada. Uso
las manitas, periódicos, hojitas, un montón de cosas.
Entonces se pone esta superficie con otra que se ha
hecho y ocurren cosas interesantes, van surgiendo formas. Pero hay que saber ver. Da Vinci tenía una frase
muy bella. Decía: “La vista es una facultad; saber ver
es un arte”. Es muy simple: engañar al ojo, nada más.
Hay una frase muy bonita de los toltecas: “El artista
es el que tiene la cualidad de engañar al espectador
visualmente”.
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En el Museo de Arte Moderno hay un desnudo a tres
colores que hice. Realmente mi obra está, la tienen
ellos todavía porque yo la vi en la Sala Permanente del
museo en varias ocasiones; ahora ya no la he vuelto a
ver, pero sí las cambian, hay tanta obra que las van
rotando. Es como del 84 o del 85, de la misma época
que esa silla “vangoghiana”.
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El egocentrismo que padecemos de “yo estoy aquí y
aquello es aquello” y de estar pensando “yo soy más fregón que aquello”, creo que eso es peligrosísimo. Ha llevado a la destrucción ecológica y a matar especímenes a lo
bestia y de la forma más estúpida. Pero cuando uno afortunadamente se empieza a dar cuenta de que yo pervivo
gracias a eso, y eso no me debe nada a mí, al contrario, yo
lo estoy masacrando, entonces ocurren otras cosas.
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Montañas, es otro símbolo. Mi última exposición se
quitó ayer. En el Ágora [de Xalapa]. Una exposición
que se llamó así: Árboles/Montañas, al recuerdo del
Tocayo. El acomodo del color es lo importante, nada
más. Las montañas son una excusa. La distribución del
color, esa es la gran problemática. El rojo inmediatamente pesca, ahí no hay confusión de color, y sin embargo todos los colores del mundo están ahí. Hay por
lo menos, hablando de millones, vamos a dejarlo en
un millón nada más, y los otros verdes, dos, tres verdes,
pero hay una cantidad impresionante de tonos; aquí
se retoma esto pero con la excusa de montañas.
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Un montón de cositas: huesitos, cartón de huevo, hojas secas, semillas, guajes, vainas, pedacitos de madera
que me regalan los carpinteros. A mí me sirve todo.
Tengo un montón de porquerías y de basura por todas partes, pero todo me sirve. No estoy de acuerdo
con la palabra “creación” porque creación para mí es
hacer algo de la nada. Recrear sí es.
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Mandalas, orientales supuestamente. Estos son pequeños fragmentos de capitulares de libros de oración del
siglo XII-XIII. Los usaban uno por uno. Como parte de
las capitulares. Yo fui dibujante comercial, ahora ya
se le llama diseñador gráfico; con eso me gané la vida
un buen rato.
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