Para
algunos puede ser un paraíso: sociólogos, izquierdistas,
idealistas, revolucionarios, deportistas extremos, turistas o activistas
políticos, pero es una dolorosa verdad, que la región
de la Sierra de Zongolica es considerada por la mayoría de
sus habitantes como una sucursal del infierno.
La Sierra de Zongolica padece uno de los mayores índices
de marginación del país y se encuentra entre las zonas
más frágiles considerando la presión que ejerce
la población sobre los recursos naturales, así como
el grado de deterioro y perturbación que ya está presente
en suelos y bosque. Si a esto se le aumenta el grado de aislamiento
en que se encuentran los pobladores, la pobreza extrema, el difícil
aprovechamiento de los recursos naturales, la diferenciación
cultural cuyo rasgo más notable es el monolingüismo
en idioma náhuatl, comunicaciones deficientes y escasos servicios
públicos, nos da como resultado una verdadera tierra olvidada
por Dios.
Esto es sólo una probada de las condiciones de vida que se
pueden observar en algunas zonas marginadas de la Sierra de Zongolica.
Según indicadores socioeconómicos y el índice
de marginación municipal, la región se encuentra catalogada
como de muy alta marginación, ya que todos y cada uno de
los municipios que la integran tienen esa característica.
El municipio de Tehuipango (primer lugar nacional en cuanto a índice
de marginación) y el municipio de Mixtla de Altamirano (cuarto
lugar) nos dan una idea más sólida sobre el nivel
de vida en estas zonas. Este índice de marginación
comprende varios elementos como: vivienda, servicios básicos
(agua, energía eléctrica, drenaje), alimentación,
educación e incluso salud.
Sin lugar a duda, la Sierra de Zongolica es el ombligo de la marginación
indígena y esta premisa la reafirma el director del Instituto
Nacional Indigenista “Centro Coordinador Sierra Nahualt”,
Luis Mier Linares, al asegurar que “el centro atiende alrededor
de 350 comunidades, de las cuales todas son marginadas”. Por
otro lado, Mier Linares pone como ejemplo “la ruta hacia Magdalena
y Tequila”, e incluso la zona sureste de Zongolica pasando
por comunidades como Nepopoalco y Xonamanca, donde se observa que
la topografía no permite cultivos intensivos e impide a los
habitantes la explotación pecuaria intensiva.
Los habitantes de la zona sur sudeste de la Sierra que viven en
comunidades como Nepopoalco y Xocamanca, ubicadas a unos tres kilómetros
de la cabecera municipal, viven en carne propia lo que es la marginación
y la pobreza extrema, ciudadanos que son parte fundamental, le duela
a quien le duela, en las elecciones políticas, “sobreviven”,
porque no se puede llamar de otra manera a sus condiciones infrahumanas.
La pobreza en estas zonas se observa, se percibe, incluso se olfatea,
sí, huele a miseria, a inconformidad, pero sobre todo a desilusión.
La educación juega un papel sumamente secundario y esto se
refleja claramente en los niveles de analfabetismo, que van de 49
por ciento a 86 por ciento en los diferentes municipios de la zona
de estudio. De la población total, sólo 5.3 por ciento
tiene instrucción primaria terminada en la zona alta, y 4.6
por ciento en la zona media.
Esta problemática es comprensible por las necesidades insatisfechas
de los oriundos de estas tierras, quienes se ven en la necesidad
de trabajar desde temprana edad, privándose de la educación
y en algunos casos considerándola como un lujo o atribuyéndolo
a la suerte.
Para Ramón Méndez García, profesor del sistema
estatal, las comunidades de la Sierra se encuentran en un estancamiento,
los apoyos del gobierno son muy escasos y no satisfacen ni a la
mitad de los necesitados, a diferencia de lo que se vivió
durante el sexenio de Carlos Salinas, cuando la gente percibía
muchos más apoyos y las comunidades tenían mejores
condiciones de vida (afirmación que confirman algunos habitantes
de la zona).
Para cerrar este círculo de miseria e injusticia social,
sólo algunos reciben el apoyo de programas de asistencia
del gobierno como Oportunidades (antes Progresa), que consiste en
290 pesos mensuales, a cambio de la asistencia puntual y oportuna
a pláticas, juntas escolares, consultas programadas, etcétera.
Aunque todo parece normal en el manejo de estos fondos de ayuda,
varias personas que prefirieron mantenerse anónimas por miedo
a represalias, denunciaron irregularidades en el reparto de la ayuda,
una repartición injusta y tendenciosa de los fondos, negándolos
a personas que lo necesitan.
Existen organismos como el Instituto Nacional Indigenista (INI)
Centro Coordinador Sierra Náhuatl, que se encarga de programas
de asistencia integral, asistencia social, rescate cultural, albergues,
etcétera, sin embargo, estos esfuerzos no han sido suficientes,
de hecho, distan mucho de resolver la infinidad de problemas que
sufre la gente en la Sierra de Zongolica.
Cuando los problemas se convierten en crónicos, como es el
caso de la Sierra de Zongolica, se requiere de una verdadera unión
ciudadana y visión de los gobernantes, esto con el único
objetivo de que las comunidades marginadas lleven una vida más
digna, para de una vez por todas salir de ese agujero donde se encuentran. |