Año 3 • No. 105 • junio 9 de 2003 Xalapa • Veracruz • México
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La premonición del Columbia
Heriberto G. Contreras

Hace unos meses vimos con horror por televisión, escuchamos en la radio o leímos en la prensa que el transbordador espacial Columbia explotaba en pleno vuelo, cuando regresaba de una misión espacial de 16 días, la cual, entre otras cosas, traía las primeras plantas sembradas y crecidas en el espacio.

Tal parece que los tripulantes de la misión anterior hubiesen presentido el triste final. Y es que, según un informe obtenido de sus bitácoras de entrenamiento, y dado a conocer por el periódico Houston Chronicle, el año pasado, antes de emprender su misión espacial, los siete astronautas debatieron la posibilidad de quedarse varados en órbita en caso de una desastrosa filtración de combustible.
Fue una conversación informal, hasta con un dejo irónico para aligerar la gravedad del tema. Pero conjeturaron que si algún objeto flotante, como basura espacial, perforaba sus tanques de combustible, podrían quedar orbitando la Tierra, a la espera impotentes del momento fatal. Eso sí, antes de que se acabara el combustible y se agotara el oxígeno habrían querido hacer un último llamado a sus familias. Ocurrió que su nave espacial no tuvo inconvenientes, cumplió su misión y regresó a la Tierra.

Pero en el vuelo siguiente del transbordador, un año más tarde, la misión concluyó en el desastre: el Columbia voló en pedazos y los restos metálicos llovieron sobre todo Texas. Los siete tripulantes murieron. Scout Altman, penúltimo comandante del Columbia, señaló que pudo haber sido cualquiera de “nosotros”, recordando la conversación informal con sus colegas.

Después de casi cuatro meses, los investigadores todavía no han precisado la causa del accidente, pero sospechan que el Columbia quedó condenado desde el principio de la misión, cuando en el despegue se desprendió un trozo de material aislante del tanque de combustible y se incrustó en el extremo del ala izquierda.

Ahora una junta de investigación estudia lo que podría haber hecho la nasa para intentar salvar la vida de los cinco hombres y dos mujeres si se hubiese percatado inmediatamente de la magnitud de los daños.

Esa investigación ha planteado una pregunta inquietante: si la nasa hubiese sabido durante la misión de 16 días que la nave estaba condenada, ¿se lo habría comunicado a los tripulantes para que se despidieran de sus seres queridos?
Milt Heflin, titular de vuelos en el Centro Espacial Johnson, dijo que la nasa no tiene reglas para esa situación. Sin embargo, algunas voces reclaman la discusión de dicha contingencia.

El senador Bill Nelson, que voló en el Columbia siendo legislador en 1986, días antes del desastre del transbordador Challenger, dijo que debió haberse informado a los siete astronautas sobre lo que había ocurrido en el despegue y los análisis de ingeniería posteriores.

Nelson censuró al administrador de la nasa, Sean O’Keefe, durante una audiencia del Comité de Comercio, Ciencia y Transporte de la cámara alta. “Marginar a la tripulación (del debate) significa eliminar un valioso recurso”, afirmó el senador.
Y es cierto, pues era gente con doctorados, médicos, personas con títulos en ciencias aeroespaciales y con conocimiento operativo del vehículo. Además de que la tripulación tiene derecho a hablar con sus seres queridos y a convenir con ellos cómo van a arreglarse sus familias.

Lo que Altman y sus compañeros de vuelo habrían hecho, de haber tenido problemas en su vuelo el año pasado, era extremar todos los recursos en la medida de lo posible y hacer que todos en Tierra imaginaran posibles opciones.
De no haberlas –y la nasa insiste en que habría habido muy pocas, si acaso, para los astronautas que perecieron en el Columbia el 1 de febrero–, Altman dice que intentaría el aterrizaje con la plena conciencia de que quizás no fuese posible. Pero antes que todo, supone que hubiera querido hacer un último llamado a su familia.

Eileen Collins, la única comandante del transbordador espacial en la nasa, también reconoce lo penoso del problema. Su vuelo en el Atlantis hasta la estación espacial en órbita debía haberse completado ya, pero está aplazado indefinidamente después de que la nasa decidió postergar por ahora todos los vuelos del transbordador.

¿Preferiría saberlo si estuviera condenada a muerte en el espacio? ¿Preferiría decir adiós a su marido y sus dos hijos? Usted amigo lector, qué hubiese escogido. ¿Habrán sido esas palabras con tono irónico de la tripulación del Columbia una premonición? Nunca lo sabremos.