Año 3 • No. 105 • junio 9 de 2003 Xalapa • Veracruz • México
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Sueños de la Alambra
Hermida Rubio

Alguien una vez me dijo que magia es soñar, abrir los ojos y darte cuenta de que no estabas dormido… eso me pasó en la Alambra.

En la ciudad de Granada, España está ese mítico palacio donde el tiempo retrocede, donde el ambiente te hace pensar que algo tuyo ahí se esconde desde una vida pasada.
Vas caminando y el sonido del agua te acompaña, hay agua corriente en todas partes, en los pasillos, en los jardines, hasta en las escaleras; fuentes, canales y bebederos de aves refrescan el ambiente y los recuerdos de todos aquellos que, al caminar, quedan presos de ese mágico sitio.

Cuando entras a la Alambra nunca te imaginas que te vas a encontrar con tantas sensaciones, con tantas historias que se respiran a través de los árboles y esos muros como de papel picado en los interiores del palacio.

Palacio, sí, en toda la extensión de la palabra… palacio de los sentidos y de las memorias, palacio de los sueños y de la inspiración… no es como esos grandes palacios medievales que, por supuesto, también tienen lo suyo; no, este es de otro tipo, más pegado a la tierra y a la sangre.

Al pasear por los jardines del Generalife puedes perfectamente transformarte por un instante en princesa árabe, paseando y meditando en ellos, envuelta en el olor sutil y constante de los jazmines. Después puedes transformarte en Sultán, disfrutando de todo ese hermoso territorio que se domina desde lo alto del palacio a través de las ventanas de arcos moriscos que hacen de cada mirada al exterior un cuadro hermoso de impresionismo.

Después también puedes sentirte todo un guerrero, arriba de esas torres que vigilan el palacio y la ciudad amurallada… incluso desde ahí, con un poco más de magia te puedes convertir hasta en un pájaro, viendo el barrio del Albacín desde lo alto…

Soñar en la Alambra es inevitable, tal vez por eso los comerciantes del barrio árabede Granada venden un té que se llama así, sueños de la Alambra…
Pero no hace falta tomarse el té, ni probar ninguna otra hierba para sumergirse en los olores, los colores, las sensaciones y el aire que ahí se respira…

sólo hace falta cerrar un poquito los ojos, abrirlos y darte cuenta de que no estás dormido…