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Escribo
para dejar una huella de mis experiencias vitales:
Da Jandra
Iván Javier Maldonado Rosales
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Leonardo
Da Jandra. |
Ante
la depredación que ha instaurado el mercado editorial, que
ha aniquilado la creatividad y convertido a los escritores en seres
soberbios, envidiosos y esclavos de sus demonios, el creador debe
ser humilde, reconocer el talento de los demás, no creerse
único ni abrigar resentimientos y ejercer la autocrítica,
quitar las partes farragosas que no posibilitan el diálogo
con el lector, aseguró el escritor y filósofo Leonardo
Da Jandra.
Durante una conferencia que ofreció el 31 de mayo, como parte
de su estancia en Xalapa (la cual fue posible por la colaboración
entre la Escuela de Escritores de Veracruz y la UV), Da Jandra criticó
duramente el paternalismo menospreciador, ya que el dar tiene una
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divina,
sublime, y no deber ser entendido como una inferiorización,
un sobajamiento, a la manera de los políticos y los poderosos.
Ese, recalcó, no es el significado del dar, sino yo te
doy lo mejor que tengo para que tú me correspondas con lo mejor
que tienes. La magnitudde la gratitud va a determinar el grado del
dar.
A Da Jandra le gusta estar en contacto con el lector y detesta el
aparato burocrático-académico al que llama paradocracia,
que corroe las entrañas de la creatividad y convierte el proceso
divino de generación estética en una abulia insufrible.
Si bien se define como un hombre apasionado y polémico, no
postula que lo que él escribe sea la única verdad, sino
sostiene lo que dice con base en su experiencia vital. Soy un
escritor que se ha preocupado por hacer de la vida y la obra una unidad.
Recalcó que escribe como consecuencia de su búsqueda
existencial, para dejar una marca, una huella de mis experiencias
vitales, y en ellas cuestiona todo de manera tan radical que
parece que yo tengo la única verdad: eso no es cierto. Yo estoy
convencido de que apenas araño la superficie de las cosas,
pero lo hago con tal intensidad que más que un rasgar, parece
un arrebatar la realidad a las cosas. La gente cree que yo quiero
hacer las cosas mías, buscando la verdad. No. Simplemente quiero
ser de las cosas.
Su fusión creativa con las cosas, apuntó, es una necesidad
de formar con lo que yo soy y el otro un nosotros: potenciar
el yo y el tú, única forma de lograr una permanencia
en la pareja y también una relación de tolerancia.
Leonardo Da Jandra entiende a la sabiduría no sólo como
una culminación de lo más divino que hay en lo humano,
sino también una combinación del privilegio del
intelecto con el amor. Y, aunque vivió experiencias vinculadas
con el chamanismo, hoy critica tales prácticas. El chamanismo
es un camino perdido, truncado. Es la perfección de lo imperfecto;
culmina en una lucha despiadada de poder. Lo que el chamán
busca es controlar el poder, y toda lucha de tal índole
tiende a potenciar la animalidad del hombre. Allí
no hay amor, misericordia ni compasión. Da Jandra no cree que
el hombre encuentre su divinidad aniquilando al otro.
A él sólo le interesa tener la vida en su mano para
tener tiempo libre que dedicarlo a la creación, hacer una cópula
divina entre el ser que desea y lo deseado. Y, si bien confesó
que lee más de lo escribe, apuntó que es necesario un
límite y estar atento al momento en que el ser interior dice
escribe y no te detengas.
Leonardo Da Jandra (Pichucalco, Chiapas, 1951) hizo estudios en Santiago
de Compostela y en Madrid. Es autor de la trilogía novelística
Entrecruzamientos, así como de Huatulqueños, Samahua
y Arausiada; del volumen de cuentos Los caprichos de la piel, y del
ensayo filosófico Presentáneos, Pretéritos y
Prósteros.
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