Año 3 • No. 107 • junio 23 de 2003 Xalapa • Veracruz • México
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Diario de Cataluña
El uso y desuso del espacio público
Harmida Rubio (Egresada de la Facultad de Arquitectura)
¿Cuántas veces hemos disfrutado de un parque o un jardín? quizás, la mayoría de las veces lo hicimos cuando fuimos niños o, tal vez, los que son padres gozan llevando a sus hijos a pasear en los caballitos o comprándoles un helado en el parquecito. Sin embargo, se suele ver a pocas personas de mediana edad en los parques
y plazas.
El uso del espacio público parece ser que se está perdiendo para un gran sector de los ciudadanos. Estamos tan involucrados en nuestras tareas diarias que poco nos damos la oportunidad de internarnos en un parque y leer un libro, o de encontrarnos ahí con amigos, o con quien se nos tope enfrente por el simple hecho del encuentro.

No sé cuál sea la causa y cuál el efecto; pero creo que hay varios factores que influyen en esta tendencia al “desuso” del espacio público.

Primero intentaré definir lo que significa el término espacio público: es el lugar de todos, donde nadie es dueño único, donde podemos expresarnos como ciudadanos, y es el pedazo de tierra que nos corresponde a todos por igual en nuestra ciudad.

Técnicamente, es el espacio “no edificado”; es decir, las calles, los parques, las plazas y jardines; y se integra a la ciudad como un sistema: el sistema de espacios públicos; que como cualquier otro sistema (red de agua potable, vialidad) está conformado en red, y debe llegar a todos los puntos de la ciudad que lo requieran.

Además, como es un espacio de libre acceso, es donde se produce la mezcla social (o por lo menos, es donde debería producirse), y donde las relaciones entre el poder y la ciudadanía se materializan. Dicho esto, lanzaré unas cuantas reflexiones.

Parece ser que la red de espacios públicos no está siendo concordante con el crecimiento de las ciudades, ni con el carácter social de cada núcleo; es decir, encontramos espacios públicos sumamente bellos y disfrutables en los barrios residenciales o céntricos de las ciudades, donde la mayoría de la gente goza de un jardín propio y en él realiza sus actividades de ocio; mientras que en las zonas marginales, donde la gente no cuenta con un patio grande para que los niños jueguen o para que los adultos se reúnan, estos espacios son nulos o al menos insuficientes y de baja calidad.

¿No deberían de ser las cosas al revés?.. con esto no estoy diciendo que se prive de buenos espacios públicos a las zonas económicamente mas privilegiadas en la ciudad, sino que se den espacios dignos a la gente que mas ávida está de ellos.

Por otro lado, hemos dejado el lugar del peatón al lugar del “señor automóvil”, dando la preferencia a la construcción de grandes avenidas con varios carriles de circulación,flanqueadas por pequeñas banquetas que se conectan con intrépidos pasos a desnivel; en es sitios los peatones, lejos de disfrutar el recorrido, lo que buscan es salir de ahí lo mas pronto posible, o por lo menos, acostumbrarse al vaivén de los coches sin sufrir percances.

Esto también es paradójico... Es bien sabido que la mayoría de los mexicanos no poseen un coche (según en censo del INEGI 2000, sólo el 32 por ciento de los mexicanos tienen automóvil), que la mayoría anda a pié o usa el transporte público. Entonces, ¿por qué se favorece otra vez a las minorías privilegiadas? ¿Por qué no se crea un entorno más agradable para el que va caminando, para el que se sube al camión o al metro, o para el que cruza la ciudad en bicicleta?
Por otro lado, los ciudadanos que tampoco estamos muy acostumbrados a usar y a cuidar de esos espacios también contribuimos a su “desuso”. Claro que estas reflexiones no son generalizadas, pues hay sus honrosas excepciones, como el parque de La Marimba, en Tuxtla Gutiérrez Chiapas, donde todas las tardes se reúne gente de la tercera edad y parejas maduras a bailar un poquito de salsa y zapateado al compás de la marimba que toca en el quiosco.

Otro ejemplo es la Casa de Artesanías y el Paseo de los Lagos en Xalapa, donde creo que aún se cumplen algunas de las funciones del espacio público. Y bueno, varios espacios más, que deberían ser tomados como ejemplo para aportar más vida, convivencia y goce a nuestras ciudades.

Para finalizar otra reflexión: ¿por qué no nos damos la oportunidad de disfrutar de esos bellos, aunque pocos, espacios públicos en nuestras ciudades? Ya que fueron hechos para nosotros hay que darles uso, hagámoslos nuestros de verdad, ejerzamos el derecho al uso del espacio público.