Año 3 • No. 107 • junio 23 de 2003 Xalapa • Veracruz • México
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Nuestra otra voz
Estudiantes indígenas hablan
sobre sus comunidades
Karina Arriaga Murrieta*

Alfredo Francisco Agustín.
La Puerta del cielo
Si partes de Xalapa, tras un viaje de nueve horas podrás conocer San Felipe Usila, perteneciente a la región de Tuxtepec, Oaxaca, y lugar de origen de Alfredo Francisco Agustín, estudiante del segundo semestre de Arquitectura. Entre numerosos cerros se abre “La Puerta del cielo”, que es como denominan los lugareños a la entrada de este paradisiaco pueblo, ubicado en un valle de

Irma Gutiérrez.
exuberante vegetación y al cual atraviesan claros ríos.

La gente siembra maíz y chile, además de aprovechar los recursos que el mayor de los afluentes les brinda, comentó Alfredo, quien tuvo que abandonar San Felipe Usila a los cuatro años en compañía de su familia para trasladarse a Tuxtepec en busca de mayores oportunidades.

Pese a que no puede visitar constantemente la comunidad, recuerda con nostalgia sus fiestas y costumbres: “Todas las fechas religiosas importantes se celebran, principalmente la de San Felipe; durante las festividades se hacen misas en español y hay una persona que traduce el sermón al chinanteco, ya que los habitantes del lugar son hablantes de esta lengua indígena. Todas las señoras se reúnen para hacer la comida, como mole, tortillas de yuca, tamales y popo, que es una bebida fría y espumosa hecha con base en el cacao...”

Debido a que Alfredo se fue a vivir a una ciudad donde el español era la única vía para expresarse y comunicarse, olvidó poco a poco el chinanteco. Él lamenta dicha pérdida pues expresó que es parte de su identidad; sin embargo, aunque desea que esta lengua permanezca, le gustaría que la mayoría de sus coterráneos aprendiesen español, porque el ignorarlo representa una desventaja para comprender algunos avances científicos y tecnológicos.

Movido por su interés en el arte y su habilidad para dibujar decidió estar lejos de sus seres queridos para estudiar Arquitectura en la Universidad Veracruzana, situación que lo ha hecho reflexionar acerca de las vicisitudes que tendrá que sortear. No obstante, se mantiene firme y con ánimo para seguir adelante, por lo que envió un mensaje a otros jóvenes: “Me siento mal porque muchas personas de mi pueblo no puedan salir, pero sé que si se tiene ganas de superarse hay que buscar la forma de hacerlo, porque con confianza en uno mismo se puede lograr”.

Preservar la tradición
Enclavada en la sierra noroeste de Oaxaca se localiza la comunidad indígena de Santa María Tlahuitoltepec Mixe, Oaxaca, a dos mil 500 metros sobre el nivel del mar, donde Irma Gutiérrez tiene su hogar , el cual tuvo que dejar hace seis años para estudiar la licenciatura de Educación Musical en Xalapa.

Al principio participó en un ballet folclórico y ganó una beca en la Escuela Municipal de Bellas Artes, en el puerto de Veracruz, institución que la ayudó a perfeccionar sus conocimientos musicales, sobre todo en la ejecución de la flauta transversa. Con mucho esfuerzo, debido a su situación económica, el año pasado presentó el examen de admisión de la Facultad de Música y ahora forma parte de la Universidad Veracruzana, a la cual reconoce como una de las mejores en el país.

Irma comentó que su pueblo tiene una gran tradición musical, por lo que en 1979 se fundó allí el Centro de Educación y Capacitación Musical y Desarrollo en la Cultura Mixe, a partir de un concurso de bandas. Al comienzo mandaron a profesores extranjeros y de la Ciudad de México, que tenían el compromiso de formar nuevos maestros de música que fuesen originarios de Santa María Tlahuitoltepec. La escuela funciona como internado y un requisito que se les pide a los que desean ingresar es que sean hablantes de alguna lengua indígena de Oaxaca. Una de las metas de Irma, quien habla perfectamente mixe y español, es retornar a su comunidad y fungir como profesora en dicha escuela para preservar la tradición.

Cuando tiene oportunidad, Irma recuerda la vida que dejó en Oaxaca: “Las fiestas de mi pueblo duran mínimo cinco días y participan bandas de diferentes comunidades, además de que todo el pueblo organiza la comida y actúa en un tipo de obra teatral que satiriza a personajes importantes de la actualidad. La más importante es el 15 de agosto, cuando se celebra a la Virgen de la Asunción”.

Escuchar hablar a Irma acerca de las actividades realizadas durante los cinco días de fiesta le abre a uno el apetito, se nos llenan los ojos del verde de las montañas y el alma con la alegría de la gente. Esto es una de las tantas razones por las que la Unapei y sus guías académicos se esforzarán por dar a conocer las comunidades de donde provienen los estudiantes adscritos a nuestro programa y que pertenecen a la Universidad Veracruzana, además de ser un reconocimiento al doble esfuerzo que realizan al abandonar sus hogares en busca de crecimiento profesional.

*Guía académico de la Unidad de Apoyo Académico para Estudiantes Indígenas.