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¿Para qué y por qué leer?
Celia Rosado(Facultad de Ciencias de la Comunicación)
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La
juventud, como receptora y depositaria del acervo cultural, tiene
la oportunidad y la gran responsabilidad de prepararse para manejar
de la mejor manera el código lingüístico, ya que
este es relevante en la cultura, para la adquisición de información,
instrucción, conocimientos y en última instancia, saber,
en el sentido más extenso de la palabra.
La iniciación en ese proceso de construcción y trasformación
de conocimientos será el leer, como |
un
proceso de comprensión que representa el poder de alimentarse
de nuevos conocimientos, de conocer a través de los signos
lingüísticos nuevos rumbos y nuevos mundos y de entablar
conversaciones con otros seres mediante pensamientos afines.
Sin embargo, los niños y los no tan niños han relegado
la lectura a un segundo término en sus hábitos, prefieren
una hora de imágenes en la televisión que un tiempo
dedicado a un libro escolar o recreativo. Leer parecería que
se convirtió en sinónimo de pérdida de tiempo.
No obstante, a partir de la lectura se construye un nuevo ser, evoluciona
y se consolida, por eso la inquietud de los docentes es estimular
a los alumnos a leer con el propósito no sólo de adquirir
nuevos conocimientos, sino además como una recreación. |
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Aunque
desde la época de los ochenta nació la inquietud de
lograr cambios en los procesos lectores, parece que continúan
los métodos tradicionales para enseñar a leer, por lo
tanto, se requiere redefinir los roles del docente y del alumno en
ese proceso de la enseñanza.
Las estrategias didácticas de estímulo a la lectura
no sólo tienen como propósito la extracción de
información específica de un libro, sino también
pretenden un valor comunicativo, es decir, que la finalidad sea interpretar,
criticar, valorar y trascender el mensaje del contenido. |
En
1962, el filósofo italiano Umberto Eco introdujo en el discurso
de nuestra cultura occidental la noción de obra abierta.
El concepto de Eco ha desarrollado la problemática sobre la
función del lector en lo que llamamos literatura, en donde
asume una actitud activa ante el texto literario.
Eco establece que la obra viene a ser el producto de una lectura y
de un texto; la lectura crea la obra en el momento en
que entran en relación un lector y un texto escrito. Con esta
base conceptual, de la que parten y a la que llegan casi todos los
nuevos teóricos de la lectura, acaba por desmoronarse la antigua
idea de que la lectura es pasiva, meramente receptiva, y que el lector
es un receptor acomodado únicamente a las intenciones y designios
de un autor.
En 1972 aparece en Munich, Alemania, Wolfgang Iser, para aseverar
que leer es solamente un placer cuando es activo y creativo;
la noción de gozo resulta importante para este autor basando
su afirmación en el estudio que hizo
Virginia Wolf de Jane Austen para asegurar que una obra literaria
tiene omisiones deliberadas, partes no escritas del texto,
a fin de incentivar en el lector su
interés y su trabajo sobre la propia obra.
Definitivamente, la comprensión es el núcleo rector
de la lectura, sin este enfoque nos convertiríamos en analfabetas
funcionales, porque de qué sirve leer si no comprendemos
lo que leemos, si nos convertimos en lectores pasivos. No le damos
el significado a la grafía y no participamos. Nos quedamos
en el primer nivel de la lectura. |
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