Año 3 • No. 109 • julio 7 de 2003 Xalapa • Veracruz • México
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Nuestra Otra Voz
Comprometido con su identidad
Francisco J. Chaín Revuelta

Desde que Edgar López Hernández anunció a sus familiares que estudiaría Pedagogía en Xalapa, hace más de dos años, todos le brindaron apoyo incondicional, por lo que, sin saber dónde se alojaría y cómo era la ciudad, se trasladó desde su hogar ubicado en San Pedro Soteapan, al sur del estado.

Al principio le costó un poco adaptarse a su nuevo entorno: “Aunque el clima es parecido hay cosas que no puedes olvidar fácilmente, como el hecho de que allá conoces a la mayoría de la gente y el ritmo de vida es distinto. Soteapan es una región que subsiste de la agricultura, la gente cultiva maíz, frijol y café. Se podría

Edgar López Hernández.
decir que 80 por ciento de la población habla popoluca y el resto conoce el zapoteco o sólo el español. En mi caso soy hablante de popoluca. Al dejar mi lugar de origen y llegar a Xalapa me sentí muy solo, pero si tienes una meta en mente, poco a poco puedes superarlo y fue así como por fin he podido adaptarme”.

Una de las cosas que más se disfrutan al conocer a Edgar es su fluida charla acerca de las tradiciones de su tierra. Mencionó que existen dos fiestas religiosas importantes, una el 18 de marzo, que celebra a San José, y la del patrono del pueblo, San Pedro, el 28 de junio. Éstas duran varios días aunque la más vistosa es la primera debido a que las condiciones climáticas lo permiten.

“Las festividades son muy bonitas y algunas están ligadas al rito de la siembra porque a mediados de junio o julio, a inicios del temporal, para tener una buena cosecha se le hace un rezo al dios del maíz, que en la concepción popoluca nació de un huevo, y se le ofrenda copal blanco.

“Por otra parte, los bailes que se organizan son muy concurridos ya que, tanto el municipio como los mayordomos (personas designadas por el pueblo o que lo solicitan para organizar las fiestas religiosas), llevan conjuntos musicales. Pero los que realizan los mayordomos me gustan más, pues hay huapangueros, se escuchan las jaranas, y los que bailan zapateado en un tarima amanecen al ritmo de la música.” Él es una persona comprometida con su comunidad, ya que le gustaría retornar para desempeñar su profesión allá y, en caso de no encontrar trabajo, planea a distancia aportar algo de sí a sus coterráneos. Se identifica plenamente con la etnia popoluca y rechaza algunas actitudes con las cuales ha tenido que enfrentarse a lo largo de su vida: “Creo que todavía hay cierto desconocimiento de lo que significa ser indígena y por ello aún existe discriminación y prejuicio”. Una de las soluciones que planteó para terminar con esto es la siguiente: “Me gustaría hacer un proyecto en el que la gente que no pertenece a una comunidad indígena se comprometa también con los diferentes grupos étnicos, al menos los de Veracruz, sin que los vean como objetos de
aprendizaje sino como sujetos de conocimiento”.

Estudiante de primer nivel

En la zona norte del estado de Veracruz se encuentra el municipio de Chicontepec, al que acuna la sierra que lleva su nombre a 595 metros sobre el nivel del mar. Parte de su población aún habla náhuatl, tal como lo relató Víctor Daniel Martínez Tovar, quien es originario de esta región.

Cuando era estudiante de preparatoria ganó el primer lugar nacional en informática en el “Concurso de conocimientos, arte y cultura”, por lo que decidió, hace casi un año, dejar a su familia y amigos para ingresar a la


Víctor Daniel Martínez Tovar.
UV. Aunque presentó examen para Arquitectura e Informática y pasó los dos, prefirió esta última carrera y a la fecha está por concluir el segundo semestre. A sus 18 años muestra un interés genuino por continuar su formación profesional: “Me gustaría hacer un especialidad en robótica o inteligencia artificial, quién sabe, tal vez hasta logre un doctorado si consigo los apoyos necesarios”.

Sus padres dominan el náhuatl y él lo entiende, pero no lo habla. Víctor siente un cariño especial por su tierra pese a que difícilmente podrá regresar, ya que allá no hay campo de trabajo para que ejerza su profesión. Sin embargo, cada vez que se le pregunta por Chicontepec su rostro se transforma y la añoranza lo hace compartir experiencias: “La gente es muy hospitalaria y celebra varias fechas al año. Una de las más conocidas es la fiesta de “Todos Santos” porque la gente hace arcos con flores y coloca altares con todo tipo de comida y bebidas, de acuerdo a sus posibilidades, así como las fotos de sus difuntos. Pero la que más me gusta es la llamada “Boda Indígena” o Tlanamiktilistli, pues, además de la cuestión religiosa se realizan ritos que datan antes de la Colonia, como el lavatorio de manos que es cuando la desposada le lava las manos a su pareja y viceversa, como símbolo de fidelidad. La comida también es tradicional y para los festejos se acostumbra hacer mole con pollo, pavo o cerdo y nunca falta la música de viento y alegres huapangos.

“Pero, aunque hable de todo lo que hay allá no hay nada mejor que visitarlo, por eso los exhorto a que vayan, no existe algo más hermoso que vivir uno mismo el contacto con la gente de mi pueblo y su riqueza natural.”