Año 3 • No. 109 • julio 7 de 2003 Xalapa • Veracruz • México
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La música y su naturaleza
Jorge Vázquez Pacheco

“El placer de escuchar música es sólo superado por el hecho de hablar de la misma”, ha comentado algún personaje célebre. Esto nos indica que la música no sólo es agradable como el fenómeno sonoro que significa, sino también como tema de conversación. Sin embargo, hablar de música de concierto implica una cierta dificultad por la enorme cantidad de términos que son propios de la misma y que, pese a que algunos han trascendido hacia el habla cotidiana, se erigen como incógnitas para el lego en el asunto.

Expresiones como in crescendo o adagio ejemplifican la aplicación de los términos musicales en el habla diaria. Pero para algunos interesados continúa siendo un enigma las enormes diferencias físicas y tímbricas entre un corno inglés y un corno francés.

¿De verdad los cornos ingleses vienen de Inglaterra, y los franceses de Francia? ¿Por qué hay orquestas sinfónicas y filarmónicas? ¿Qué diferencias existen –si es que las hay– entre una y otra? ¿Qué diferencia existe entre un concierto y un recital? ¿Por qué un director de orquesta se agita desesperadamente si casi ninguno de los músicos de la orquesta lo observa? En la serie de artículos que hoy inicia en las páginas de UniVerso, trataremos de abordar estos temas, sin complicaciones técnicas y con la sencillez que, esperamos, permita un mejor entendimiento de esa combinación de sonidos y silencios que denominamos “música”.
Primera Parte
¿Qué están haciendo estos personajes? Están haciendo música.
Unos se valen de los recursos tecnológicos y de la electrónica; los otros utilizan recursos tradicionales. Cada uno de ellos, a su manera, de acuerdo a su tiempo y sus costumbres, está generando ese arte llamado música.

Existen muchas formas de música. Las podemos escuchar en los medios de comunicación, en los conciertos y en interpretaciones que se dan bajo las más diversas circunstancias; en fiestas, en “mañanitas” y serenatas, en acontecimientos políticos y sociales, y hasta en la informalidad de los autobuses urbanos, con los intérpretes que hacen música para solicitar algunas monedas a los viajeros que les escuchan.

La hay popular, folklórica, de cámara, sinfónica... y llama la atención el hecho de que estas formas sean tan distintas entre sí y que, sin embargo, muchas compartan el uso de instrumentos similares. Las denominaciones nos ayudan a diferenciar una forma musical de las demás. Pero, antes, habremos de analizar la esencia de esta forma de arte.