Año 3 • No. 111 • julio 21 de 2003 Xalapa • Veracruz • México
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Nuestra Otra Voz...
Mejorar la educación para el desarrollo
de la comunidad
Karina Arriaga Murrieta

César Sebastián Rosas Jiménez.
Al calor del brasero la familia se reúne y se comparten las tortillas calientes recién salidas de los rescoldos, la salsa y el tezmole; uno a uno relata su experiencia durante el día y la unidad entre hermanos y padres se refuerza. Esta es la imagen de su hogar que más perdura en los recuerdos de César Sebastián Rosas Jiménez, quien es originario de la comunidad de San Sebastián, municipio de Zongolica.

Dicho lugar se localiza en la zona central montañosa del estado, sobre las estribaciones de la Sierra de
Zongolica, y aún persiste la lengua náhuatl entre sus pobladores. Allí, fue donde César inició su formación académica y pronto pudo darse cuenta de las carencias que había en la educación que se impartía. Paulatinamente corroboró la idea de que hace falta implementar proyectos educativos que vinculen al contexto en el que viven los niños ya que durante su adolescencia trabajó como instructor comunitario del Conafe, después fungió como capacitador tutor y más tarde fue tutor académico de albergues escolares indígenas.

Por ello decidió trasladarse a Xalapa e ingresar a la carrera de Pedagogía de la UV. Ahora pronto iniciará el séptimo semestre y tras culminar sus estudios piensa regresar a su comunidad para poner en práctica lo aprendido.

“Cuando llegué me costó mucho trabajo adaptarme, no sabía a quien recurrir, con poco dinero en el bolsillo tenía miedo de entrar a un restaurante, incluso el primer día me pasé como 6 horas en un parque decidiendo que iba a ser de mi vida...”

Tres años después de haber llegado a esta ciudad, César es una persona desenvuelta y está decidido a contribuir en el desarrollo de San Sebastián al crear nuevos proyectos que ayuden a mejorar la formación de sus coterráneos más jóvenes. Además le interesa dar a conocer la riqueza cultural que puede aportar una comunidad indígena como su lugar de origen, así como rescatar las costumbres y el idioma. “San Sebastián es una localidad muy bonita, rodeada de montañas, con gente hospitalaria y fiestas alegres como la del 20 de enero, cuando se bailan sones al ritmo de la música de viento y cuerdas. Me siento orgulloso de pertenecer a ella y de ser indígena...”

Juan Bautista Santiago.
Estudiar para ayudar a que la tierra produzca

Juan Bautista Santiago estudia el segundo semestre de Agronomía y hace poco recibió la alegre noticia de que había sido beneficiado con la beca Pronabes. Esto le viene como anillo al dedo, pues desde que dejó a sus seres queridos en la pequeña comunidad Cerro del Mirador, en el municipio de Coatzintla, ha pasado innumerables vicisitudes debido al factor económico.
A sabiendas de que sería difícil sostener su estancia en una ciudad ajena, Juan ha puesto todo su empeño en cursar de la mejor manera su carrera pues piensa que al
concluirla lo aprendido le será útil para retornar a su hogar y trabajar la tierra que su padre le heredó.

Para él es importante realizar mejoras a la producción agrícola de su localidad, que está enfocada principalmente al cultivo de maíz y chile, y a la vez incluir a sus paisanos en este proyecto por el bien de la comunidad.

Él describe así su lugar de procedencia: “Cerro de Mirador es pequeño, la mayoría de la gente habla totonaco y como se conocen tratan de ayudarse entre sí a hacer sus casas o a organizar alguna fiesta. La más importante es la del 16 de julio, cuando se celebra a la Virgen del Carmen. Ese día se realiza una gran misa y llegan muchas personas de otros pueblos cercanos. Se echan cuetes, se realizan la danza de los guaguas y la de los voladores para conseguir una mejor cosecha, también hay toreadores que llevan en la cabeza cohetes y mucha comida.

Además en mi pueblo todavía hay personas que portan la vestimenta tradicional; los hombres visten calzón y camisa de manta, mientras la mujeres llevan enaguas, camisa de manta con flores bordadas en punto de cruz y el cabello trenzado con listones, ambos acompañan sus ropas con un pañuelo...”

Juan es uno de los pocos jóvenes, de esta localidad, que ha podido acceder a la universidad y comentó que le cuesta trabajo creer que algunos ya no desean recordar sus raíces: “La gente no valora, sale de la comunidad y cuando regresa ya no quiere seguir las tradiciones ni hablar totonaco. A mí si me gustaría enseñarles a mis hijos lo que mis padres me enseñaron...”