Año 3 • No. 112 • agosto 19 de 2003 Xalapa • Veracruz • México
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Toma el llavero, abuelita
Heriberto G. Contreras / Leticia Garibay
“Más sabe el diablo por viejo que por diablo”; dicho popular mexicano, el cual engloba toda la certeza que se pueda tener sobre algo. Los ancianos encierran detrás de sus canas más conocimiento del que nosotros mismos hemos imaginado, producto de la basta experiencia que han acumulado durante sus años de vida.

Tales cualidades no podrían pasar desapercibidas. Ahora bien, si un varón en senectud es sabio, una mujer lo es aún más, producto sobre todo de la
carga reproductiva. Es por ello que la figura de la abuela en la familia y la sociedad a lo largo de la historia atrae cada vez más la atención de biólogos, antropólogos, sociólogos y demógrafos, porque consideran que su estudio puede ser tremendamente útil para comprender nuestro pasado y presente como especie.

Las abuelas forman parte del inconsciente colectivo, ya que en la mayoría de las culturas han desempeñado una función entrañable en la formación y el desarrollo emocional de generaciones de niños y niñas de todo el mundo, pero las abuelas nunca habían merecido tanta atención por parte de la comunidad científica.

Así de importante es su papel que el periódico estadunidense The New York Times ha dedicado un amplio artículo a este súbito interés de la ciencia por las abuelas y destacado la reciente celebración de un congreso sobre su papel en la sociedad.

Las investigadoras, Ruth Mace y Rebecca Sear, del departamento de Antropología del Colegio Universitario de Londres, realizaron un estudio sobre Gambia rural (país africano) entre 1950 y 1974, periodo en que la tasa de mortalidad infantil fue muy elevada, y descubrieron que en las familias donde estaba la abuela la mortandad infantil se reducía a la mitad.

En ese congreso se puso de manifiesto que depende de la intervención de las abuelas, en las culturas de subsistencia, la supervivencia de muchos niños, incluso mucho más que de la intervención de los padres.

Otro estudio desarrollado sobre la sociedad japonesa entre 1671 y 1871 por el antropólogo de la Universidad de Indiana, Cherril Jamison, llegó a la misma constatación, a pesar de la diferencia de época y cultura entre Asia y África.
Por su parte, Patricia C. Draper, antropóloga de la Universidad de Nebraska, en los Estados Unidos señaló que el papel de las abuelas es más psicológico que activo, ya que también ayudan a mantener la cohesión familiar y a disipar las rivalidades entre hermanos y parientes.

Un hecho importante es que el papel realmente crucial de la abuela se refiere únicamente a la madre de la madre, ya que la influencia entre la abuela paterna y materna varía considerablemente, llegando a ser incluso negativa en muchos casos la influencia de la abuela paterna sobre los nietos.

En el estudio sobre la sociedad japonesa este hecho quedó constatado al conocerse que en las familias donde vivía la abuela paterna, el número de fallecimientos infantiles era 60 por ciento más elevado que en las familias donde no vivía ninguna abuela.

No hay una explicación lógica para esta discriminación entre las abuelas paternas y maternas, si bien se relaciona con las tradiciones que diferencian a las familias según desciendan del padre o de la madre.

Pero el interés por el tema es tal que una investigación desarrollada en Alemania por el psicólogo Harald Euler confirmó también que la abuela materna era la gran preferida de los 2 mil nietos consultados: la adoraban el 50 por ciento de ellos, frente al 12 por ciento de los que optaban por la abuela paterna.

Otro estudio, esta vez de Jan Beise y Eckart Volant, realizado sobre la vida de un pueblo alemán entre 1720 y 1874, constató también la gran importancia de las abuelas maternas para la supervivencia y cuidado de la población infantil, lo que no ocurre con las abuelas paternas.

El interés científico por el papel de las abuelas está asociado al estudio de los factores de longevidad de la especie. Llama la atención especialmente la larga vida de la mujer después de la época reproductiva, a la que se busca una explicación evolutiva.

Después de la menopausia, la vida de la mujer puede prolongarse más de 20 años en un estado de saludable, lo que constituye uno de los rasgos fisiológicos más sorprendentes de la mujer.

Aunque la humana no es la única especie que desarrolla una larga vida después de la etapa reproductiva, sí es la que tiene la tasa más elevada de longevidad. El fenómeno, probablemente, sólo es apreciable también en los primates.

El hecho de la prolongación de la vida de la mujer después de la menopausia ha dado origen a la conocida “hipótesis abuela”, según la cual este fenómeno ha sido desarrollado por la naturaleza para potenciar la vida de los niños pequeños en el seno de las familias.

Esta hipótesis supone que la atención de las abuelas a los nietos constituye otra forma de reproducción, además de la biológica, ya que, aunque privada de la capacidad de alumbramiento, una abuela puede sin embargo criar a un niño sin dificultades en el seno familiar.

De esta forma, las abuelas pueden obtener beneficios sobre su salud al contribuir a la supervivencia de la especie a través del cuidado de los nietos. Así que sí aún tiene abuela, consérvela y agradézcale todo lo que ha hecho en menor o mayor medida por usted.