Año 3 • No. 112 • agosto 19 de 2003 Xalapa • Veracruz • México
Publicación Semanal


 Páginas Centrales

 
Información General

 Observatorio
 de la Ciencia


 Arte Universitario

 Foro Académico

 Inter Nautas

 Halcones al Vuelo

 Contraportada


 Números Anteriores


 Créditos

 

 

 
Chabela Vargas
La mujer que salió cantando
de los mismísimos infiernos
Gina Sotelo
“Al morir, espero que en mi cama haya escamas de sirenas, y que estas bellas criaturas me lleven con ellas al fondo del mar, ¡qué bello sería!”, dijo la gran cantante Chavela Vargas sobre su último día. Amiga y musa de Diego Rivera y Frida Kahlo, voz de cabecera de las películas de Almodóvar y definitivamente la mejor interprete de José Alfredo Jiménez, amiga de Juan Rulfo, el mito de la llamada “mujer del jorongo rojo” se sostiene al paso del tiempo.

Luce muy bien conservada y cómo no había de estarlo pues “me conservé en alcohol muchos años”, dice a boca de jarro. Entrevistada en las instalaciones del Instituto Veracruzano de Cultura de Veracruz el 20 de julio, la intérprete de La Llorona, Luz de luna, Macorina, Piensa en mí, Angelitos negros, Amanecí en tus brazos,
Un mundo raro y El último trago, entre muchas otras canciones mexicanas, habló de la vida, la muerte, el amor y el desamor.

Del alcohol, que la mantuvo presa más de dos décadas, afirmó: “Es la perdición, perdí 25 años de mi vida bebiendo, 25 años de los cuales la mayoría de los días estaba borracha. Recuerdo que estaba una vez con mi amigo Pablo Neruda y con Andrés Eloy Blanco, los tres muy borrachos y cantando ‘pintor nacido en… ¿nacido en dónde tú?’, y empezábamos de nuevo ‘pintor nacido en…’, y ni Andrés Eloy ni Pablo ni yo nos acordamos de ‘nacido en mi tierra’, así andábamos de borrachos los tres, era muy penoso, porque cuando uno anda borracho dice ‘qué chistoso soy’ y la verdad es que nomás repite y repite uno las cosas y se pone de lo más baboso. El alcohol es lo peor, yo perdí todo por él, no tengo dinero porque lo perdí bebiendo días y días, era muy triste”.
De la muerte expresó: “Hace poco me enfermé muy fuerte y caí en cama. Recuerdo que un día abrí los ojos y vi en la puerta de mi cuarto a dos mujeres muy bellas, una rubia y una morena. Las dos alegaban y yo nada más las veía. La morena decía ‘ya me la voy a llevar’ y la rubia contestaba ‘no, todavía me pertenece’; la morena insistía ‘ya es hora, me toca’, y la rubia ‘aún no es el momento’, y la verdad, yo pensé; las dos son muy bellas, y con la que me lleve me voy muy contenta.

De la música mexicana: “La música mexicana se acabó (de escribir) con Juan Gabriel. No hay ya nueva música mexicana, se tiene que volver a escribir. A Luis Miguel le
faltan como 30 años de experiencia y ¿Yahir o qué cosa es eso? Eso no es música, es cualquier cosa menos música. Yo soy de los pocos cantantes de música mexicana que quedan vivos, pero no hay un sucesor, ¿quién cantará nuestra música? No hay quién”.

De José Alfredo Jiménez, a propósito del disco tributo XXX Un mundo raro, Chavela comentó: “Nadie como yo para interpretar a José Alfredo.

Cuando yo canto a José Alfredo a la gente se le erizan los pelos. De hecho, pronto voy a dar un concierto en el Carnegie Hall interpretándolo con mariachi y arpas jarochas. También voy a participar en el Cervantino con sus temas. Y bueno, de lo que hagan mis amigos, yo no hablo. A Joaquín (Sabina) lo amo, es mi amigo al igual que Ana (Belén), pero oír a Joaquín cantando Las ciudades con seseo y su acento español, como que no”.

Para Vargas “la” es su gran amor: “Mi gran amor es la vida, la música, y siempre ‘la’. Porque todo lo bello es ‘la’ menos el amor que es ‘el’. Pero siempre he amado a ‘la’ y que digan lo que quieran. ¿Qué pueden decir de mí que no se sepa? Mi vida privada es vida pública”.

Y no podía dejar de hablar de Almodóvar: “Pedro Almodóvar es mi psiquiatra y yo soy la psiquiatra de Pedro. Él no sería lo que es si no me hubiera conocido y yo no sería ahora sin él. Convivo mucho con él, lo quiero mucho”.

Mujer que se mantiene de pie, Chavela Vargas recuerda con nostalgia los grandes conciertos, y afirma que al caer el telón sólo queda una gran soledad y vacío que no se puede compartir con nadie; no obstante, el mantenerse sobria le ha devuelto el gusto por la vida, la pasión por las cosas sencillas y la fe en ella y en su público siempre fiel que la sigue “por el boulevard de los sueños rotos”.