Año 3 • No. 115 • septiembre 8 de 2003 Xalapa • Veracruz • México
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Tema del libro de Rogelio Ramírez Herrera
Efecto de la globalización: acercar las culturas
y separar las personas
Irma Villa

Desde la perspectiva de la Arqueología los cambios que ha traído la globalización han acercado a las culturas y, paradójicamente, alejado a las personas, que cada día se sienten más ciudadanos del mundo y menos identificados con su país de origen, lo que les provoca un sentimiento de búsqueda, de identidad, algo que los una, que los haga exclamar “son nuestras raíces”, esta es la idea que dejaron al público quienes presentaron el libro Culturas cercanas, personas distantes.

La presentación se llevó a cabo en la sala de exposiciones del Instituto de Antropología de la Universidad Veracruzana, este fin de semana.
Participaron: el autor del texto, Rogelio Ramírez Herrera, Abel Juárez Martínez, Héctor Cuevas Fernández y Soledad García Morales.

La obra presentada, de acuerdo a las palabras de su autor, quien es investigador del Instituto de Antropología, aborda cómo todas las personas, en algún momento de nuestra vida, hemos sentido la necesidad de pertenencia y arraigo, de solidaridad e independencia de “nuestra gente”.

Y éste, prosigue, es un sentimiento de unidad que se sustenta en algo, por lo regular en una historia, frecuentemente creada al hacer referencia a un pasado común: “nuestras raíces”. Por ello se ha buscado en el patrimonio cultural, sobretodo en el arqueológico las bases de su sustento. Sin embargo, ahora, ante la llegada de la globalización, las fronteras culturales son cada día más simbólicas; es decir, no las vemos, no las sentimos.

Esto, porque la globalización nos acercó más pronto, sin que nos diéramos cuenta, comentó el autor quien aseguró: “así las cosas, las culturas, cada vez se acercan más; sin embargo, las personas se alejan”. Aunque esta afirmación pudiera sonar contradictoria, el investigador explicó que no lo es, porque de “acuerdo al concepto de “cultura”, dentro de la literatura antropológica, éste se utiliza para designar una comunidad que, entre otros factores, se perpetúa biológicamente, comparten valores sociales fundamentales y se integra un campo de comunicación que se sustenta en la interacción de sus miembros, los cuales se identifican a sí mismos y son identificados por otros”.

Además de que el hecho de plantear la discusión sobre esta temática, es el interés del texto dado que su pretensión es simple: “no ofrece respuestas a las interrogantes que los gobiernos, los centros educativos y el ciudadano ordinario –consciente o no, de su sentido de pertenencia o arraigo, de su historia y cultura–, puedan tener. Intenta despertar nuevas reflexiones y respuestas ante las situaciones de incertidumbre y extravío generadas por los acelerados cambios de la globalización”.

Por último aseguró que su texto es bastante ligero y entendible para cualquier lector, o sea que no se tiene que ser erudito en arqueología para poder leerlo, integrado por cinco ensayos, producto del trabajo de investigación que ha realizado, del año 2000 a la fecha, en la línea que maneja dentro del Instituto de Antropología, denominada “Arqueología y Educación”.