Año 3 • No. 115 • septiembre 8 de 2003 Xalapa • Veracruz • México
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Impresiones de una travesía cultural

Elizabeth Ramírez Zárate.

Elizabeth Ramírez Zárate estudia el tercer semestre de la licenciatura en Pedagogía y pese a su juventud ha realizado una interesante travesía por diversas manifestaciones culturales en distintos lugares.

Nació en Río Hondo, Yautepec, Oaxaca, y habitó en este lugar durante sus primeros cinco años de vida, donde se mantuvo en contacto con la lengua zapoteca, herencia de su familia materna con la cual guarda un estrecho vínculo. Su padre es originario de San Miguel, Yautepec, Oaxaca, comunidad enclavada en la sierra cuyos habitantes son hablantes de chontal.

De esta manera, Elizabeth convivió en su infancia con sus seres queridos pertenecientes a estas dos etnias, aunque manifestó sentirse más identificada con la vertiente zapoteca: “recuerdo mucho las fiestas, el río y la gente humilde y sencilla. En Río Hondo tienen una escuela muy pequeña, casi no hay desarrollo académico entre sus habitantes. Las mujeres elaboran su propia vestimenta, usan faldas largas al igual que sus cabellos; sin embargo, he de decir que poco a poco se han ido introduciendo otras costumbres, las muchachas ahora ya no quieren utilizar la ropa que usaban sus madres, se ponen shorts y se cortan el pelo. Allá la mayoría de las personas se dedican a la agricultura, pero es únicamente de autoconsumo, no obtienen ninguna ganancia, lo que hace difícil el subsistir diario.”

Por ello, su familia se trasladó a la congregación de Allende, cerca de la ciudad de Coatzacoalcos, ambas separadas sólo por el río. Dicha comunidad no tiene muchos años de haber sido fundada, nació cuando llegó gente de todas partes del estado de Veracruz y entidades vecinas, atraída por la instalación de petroquímicas como Pajaritos, la cual era una oportunidad de obtener un trabajo mejor remunerado que las largas jornadas en el campo. Fue así como poco a poco se conformó un ambiente cordial y un intercambio de culturas y lenguas que Elizabeth ha aprendido a apreciar:

“Allende es mi segunda casa, allí está mi hogar. Principalmente hay gente de Tabasco, Chiapas, Oaxaca y por supuesto Veracruz. Es notable cómo se ha formado un mosaico de costumbres y tradiciones, se puede escuchar hablar a las personas en náhuatl, zapoteco, mixteco y otras lenguas. Tenemos una fiesta en la que celebramos a San Isidro Labrador, donde cada quien aporta un poco de su lugar de origen. Si trato de recordar la comida, no podría asegurar que existe una típica, sino muchas provenientes de tantos lugares que incluso hasta se han ido mezclando”

La decisión de mudarse por tercera ocasión y esta vez dejar a sus hermanos y padres no fue fácil: “al principio mis padres querían que me fuese a Tabasco porque allí estudiaba mi hermano y está más cerca de Allende; no obstante yo me inclinaba por venir a Xalapa. Entonces, mi hermano me apoyó y se vino conmigo. Cuando al fin pisé los pasillos de Humanidades sentía mucha emoción por conocer a mis compañeros, anhelaba saber de dónde venían y aprender de ellos al mismo tiempo. Ahora ya estoy en tercer semestre y hasta obtuve la beca Pronabes.”

Entusiasta y un tanto idealista, Elizabeth ha decidido regresar a Allende al concluir sus estudios para poner su granito de arena en beneficio de la congregación, además está muy interesada en rescatar lo que pueda de su herencia indígena, pues a ella le ha hecho apreciar que las diferencias nos enriquecen y que siempre se puede aprender algo valioso de tus semejantes.

Enrique de Jesús Silvestre.
El rescate de la tradición

Para llegar a Pajapan, al sureste de Veracruz, existen dos rutas, una es por Coatzacoalcos y otra por Minatitlán. Al viajar hacia este verde y cálido lugar es necesario pasar a través de bellos paisajes, el recorrido es largo –si partes de Xalapa–, ya que son siete horas de camino, dijo Enrique de Jesús Silvestre Hernández, quien es originario de este lugar.

“La gente se dedica a la siembra de maíz, yuca, frijol y camote, entre otros cultivos; asimismo hay quienes practican la ganadería o la pesca en algunas comunidades. Los lugareños son alegres y hospitalarios, sobre todo cuando se celebra al patrono, San Juan de Dios, el siete, ocho y nueve de marzo. Esos días hay feria, llegan personas de todos lados, y se saca a pasear la imagen del santo, la cual va escoltada por mucha gente que canta y músicos. También salen mojigangas a las calles y éstas hacen travesuras a los niños. Hay toreadas, se escucha la jarana y el arpa, se viste con el típico traje de jarocho, y en casa del mayordomo se reúne todo el pueblo para comer y escuchar la música.
En Pajapan la mayoría de la población habla náhuatl, en mi familia la única que lo sabe bien es mi mamá, pues yo salí de allí cuando apenas tenía dos años; regresé muchos años después cuando ya era adolescente, por lo que perdí contacto con la comunidad. Me hubiese gustado aprender la lengua, aunque todavía no es tarde para hacerlo.

De la tradición indígena que aún se conserva en mi lugar de origen se derivan los nombres y preparación de algunos platillos, uno de los que más me gustan es un caldo de fríjol con carne de puerco que se llama taxogowil.”

De su experiencia al estar en la Universidad Veracruzana comentó:
“Al principio no sabía que estudiaría, quería algo original y creativo. Muchos me dijeron que eligiera una carrera que me diera bienestar económico pero yo me decidí por Ciencias Atmosféricas. Debo confesar que esta licenciatura es difícil, incluso el primer semestre salí muy bajo, pero no me desanimo y cada vez me dan más ganas de aprender. Incluso este semestre fui beneficiado con la beca Pronabes.

Yo estudié la preparatoria en Coatzacoalcos y me fue difícil adaptarme porque era la primera vez que vivía lejos de mi familia, no obstante eso me ayudó cuando llegué a Xalapa. Además, tuve la suerte de que un amigo me enseñó la ciudad, las rutas de los camiones y la Unapei.

Pese a que extraño mi comunidad no es posible que regrese allá a desempeñar mi carrera pues no hay campo de trabajo para mí, sólo habría una esperanza a través de un proyecto que yo mismo desarrolle y que el Gobierno del Estado me otorgue fondos para ponerlo en práctica. Deberé tener mucha iniciativa para lograrlo.

Mi mensaje para otros muchachos que temen salir de sus comunidades, es que no se dejen intimidar por otros que no conocen lo que uno es, no es pretexto el sentirse discriminados para olvidar nuestras metas. Los sueños son grandes pero la tenacidad debe serlo más.”