Año 3 • No. 118 • octubre 7 de 2003
Xalapa • Veracruz • México
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  Coinciden especialistas en la FILU
La tecnología, soporte para el conocimiento
Edith Escalón
Aunque muchas universidades han confundido tecnología con modernización, la tecnología no es más que un soporte para el conocimiento, un medio y no un fin, coincidieron especialistas en tecnología educativa durante el foro internacional La comunicación de cara al siglo XXI, la distribución social del conocimiento en la era de la información, que se realiza en el marco de la Feria Internacional del Libro Universitario 2003.

Organizada por la Universidad Veracruzana y moderada por Ramón Parra Loera, director de Tecnología de la Información de la UV, la conferencia “Tecnología para la Educación”, reunió académicos y tecnólogos que presentaron una serie de argumentos que demuestran que la tecnología debe considerarse únicamente como un instrumento que, en nuestra era, puede hacer más efectiva la distribución social del conocimiento, pero nunca sustituirlo.

Luis Barri, coordinador del Proyecto Universia en España, aseguró que hoy en día es imposible negar la necesidad de contar con instrumentos, pues la alfabetización tecnológica es indispensable, incluso para tareas que antes se hacían de manera rudimentaria, además, es una exigencia global.

Sin embargo, la misma dinámica que ha llevado a los países a buscar equipamiento y desarrollo tecnológico ha provocado que “todo el mundo quiera usar tecnología, sin saber para qué”. Según el ponente, existen en Latinoamérica muchos ejemplos de capacidad tecnológica subutilizada.

“Lo que ahora vale son los conocimientos”, señaló, lo que apoyó también Darío Fernández Lizardi, director divisional de telmex, quien aseguró que el nuevo capital de las empresas es el conocimiento y que la iniciativa más apremiante es la educación, que debe ser la prioridad en toda institución.

El representante de TELMEX reconoció que la tecnología también ha permitido que la brecha económica, social y cultural se haga más profunda, pero aseguró que iniciativas como las de la empresa que representa –que ofrece apoyo para adquirir tecnologías o promueve becas de estudio e investigación tecnológica– pueden favorecer la equidad, o atenuar los efectos negativos de la globalización.

Una alternativa que propuso para que los Latinoamericanos no seamos simples “consumidores de tecnología o de Internet” fue la de ubicarnos no como dependientes, sino como creadores, que emprendan a partir de los rasgos culturales propios y la imaginación nuevas propuestas sustentadas en conocimientos.

Por su parte Henry T. Ingle, de la Universidad de El Paso, Texas, explicó cómo a partir del desarrollo de las tecnologías de la información y la comunicación se ha tenido que replantear la misma pedagogía, pues la tecnología educativa ha llevado a nuevos paradigmas en la educación.

Entre ellos destacó el cambio en la concepción de tiempo y espacio, de acceso a contenidos y a personas que antes eran lejanas a la realidad educativa. “Ha cambiado cómo aprendemos, con quién aprendemos, incluso qué aprendemos”.
Desde su visión académica, dijo que al hablar de tecnología hay que distinguir entre lo bueno y lo malo, entre lo que se puede usar y lo que no, incluso hay una diferencia en el status, pues ahora tener un título ya no es lo importante, sino adquirir verdaderos conocimientos y habilidades y saber qué hacer
con ellos.

Finalmente Renant Zorola, representante del Instituto Latinoamericano de Comunicación Educativa (ILCE), presentó el programa de Escuelas del futuro, que su institución lleva a cabo desde hace varios años.

Ahí enfatizó la necesidad de promover la distribución de contenidos y conocimiento, pero sin dejar de lado la calidad, cantidad, pues si es cierto que la moneda de ahora es el conocimiento, aquellos que no lo tengan se harán cada vez más pobres.

Conectado por videoconferencias desde su sala de juntas, el rector de la Universidad Veracruzana, Víctor A. Arredondo, participó también en el encuentro, pues se dirigió a los ponentes para preguntar de qué manera la tecnología podía ayudar a la distribución social del conocimiento, a llevar el conocimiento a nuevos clientes.

Fue Henry Ingle quien se encargó de dar respuesta al cuestionamiento del rector, señalando que la tecnología puede ayudar, pero no es lo único, por eso las universidades deben apoyarse en acciones institucionales que les ayuden a saber “hacia dónde van”, al respecto, Luis Barri hizo un señalamiento final: “nunca hay vientos favorables para los que no saben dónde van”.