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Cine
mexicano reciente
Gina Sotelo |
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Cine
mexicano reciente es el ciclo que durante el mes de octubre
proyectará el Cine Club de la uv en el Aula Clavijero de Juárez
55.
Producidas entre 1999 y 2002, siete películas son parte de
un mosaico visual que nos deja ver los caminos que el cine mexicano
ha tomado al iniciar el siglo XXI.
De entrada un platillo indigesto para los políticos reacios
al señalamiento de las atrocidades que el pri-gobierno cometió
durante más de 50 años. De manera oportuna y con una
virulencia tal vez excesiva, La ley de Herodes (1999, de Luis
Estrada) venció el intento de censura y exhibió a los
cuatro vientos una sátira sobre la corrupción sistemática
que en la década de los cuarenta alentaron mandatarios nacionales,
gobernadores y presidentes municipales. De esta red de complicidades
habla la cinta.
Demasiado amor es una incursión romántica en
la que Beatriz ahorra dinero para su hermana Laura, quién supuestamente
instalará en España una casa de huéspedes para
beneficio económico de las dos. Los sueños e inquietudes
de la chica que se queda en México la llevaran a una serie
de encuentros con los hombres y a la necesidad de aterrizar sus afectos
amorosos. De las muchas locaciones filmadas, ubico una escena en el
tramo carretero Las Vigas-Perote. Sobresale la actuación de
Karina Gidi, actriz originaria de Xalapa.
Dos películas pertenecientes a géneros distintos introducen
el ingrediente social, a propósito de una metrópoli
que reúne las contradicciones del país.
Mientras la comedia Todo el poder (2000, de Fernando Sariñana)
propone la conversión de víctima a victimario frente
a una delincuencia desbocada, Corazones rotos (2001, de Rafael
Montero) utiliza la veta del drama hiperrealista para retratar una
clase media que en medio de una crisis económica lacerante,
se aflige por sus conflictos laborales, familiares, amorosos y existenciales. |
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De
Juan Carlos de Llaca es Por la libre (2001), un emotivo filme
de camino donde dos muchachos defeños parten al
pacífico para depositar en aguas acapulqueñas las cenizas
del abuelo, acto ritual de la iniciación erótica, el
enfrentamiento generacional y la búsqueda de una identidad
esclarecida con la muerte de un ser querido.
Una curiosidad resulta el thriller titulado Asesino en serio
(2002), sobretodo por el giro que le da al serial killer: las víctimas
(todas prostitutas) de un asesino muestran un rostro de satisfacción
al morir, producto del placer sexual experimentado en el último
aliento de vida. El tono cómico no siempre encuentra su mejor
cauce en las diversas situaciones que enfrenta el comandante Martínez
encargado de investigar tan intrigante caso.
Otra de las cintas del ciclo y que se exhibirá el próximo
miércoles 22 es Sin dejar huella (2001), nueva experiencia
de María Novaro en el tema del viaje femenino patentizado en
obras anteriores.
En Azul celeste, cortometraje correspondiente a Historias de ciudad
(1988), una fresca y cautivadora Gabriela Roel se traslada embarazada
de su pueblo a la Ciudad de México, buscando afanosamente al
hombre amado que deberá asumir ahora la responsabilidad paterna.
Lola (1989) nos muestra un itinerario geográfico contrario,
el de una joven (magnífica Leticia Huijara) que después
de encargar a su hija con su madre, abandona un df herido por los
temblores de 1985 y viaja con sus cuates a Chachalacas, playa cuya
vitalidad marina le otorga el relajamiento necesario.
En el caso de su muy festejada Danzón (1991), la inquieta
telefonista Julia Solórzano (María Rojo) busca infructuosamente
en el puerto de Veracruz a su compañero de baile, obteniendo
a cambio la felicidad erótica con un joven marino. |
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