Año 3 • No. 120 • octubre 20 de 2003 Xalapa • Veracruz • México
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  Cine mexicano reciente
Gina Sotelo
“Cine mexicano reciente” es el ciclo que durante el mes de octubre proyectará el Cine Club de la uv en el Aula Clavijero de Juárez 55.

Producidas entre 1999 y 2002, siete películas son parte de un mosaico visual que nos deja ver los caminos que el cine mexicano ha tomado al iniciar el siglo XXI.

De entrada un platillo indigesto para los políticos reacios al señalamiento de las atrocidades que el pri-gobierno cometió durante más de 50 años. De manera oportuna y con una virulencia tal vez excesiva, La ley de Herodes (1999, de Luis Estrada) venció el intento de censura y exhibió a los cuatro vientos una sátira sobre la corrupción sistemática que en la década de los cuarenta alentaron mandatarios nacionales, gobernadores y presidentes municipales. De esta red de complicidades habla la cinta.

Demasiado amor es una incursión romántica en la que Beatriz ahorra dinero para su hermana Laura, quién supuestamente instalará en España una casa de huéspedes para beneficio económico de las dos. Los sueños e inquietudes de la chica que se queda en México la llevaran a una serie de encuentros con los hombres y a la necesidad de aterrizar sus afectos amorosos. De las muchas locaciones filmadas, ubico una escena en el tramo carretero Las Vigas-Perote. Sobresale la actuación de Karina Gidi, actriz originaria de Xalapa.

Dos películas pertenecientes a géneros distintos introducen el ingrediente social, a propósito de una metrópoli que reúne las contradicciones del país.

Mientras la comedia Todo el poder (2000, de Fernando Sariñana) propone la conversión de víctima a victimario frente a una delincuencia desbocada, Corazones rotos (2001, de Rafael Montero) utiliza la veta del drama hiperrealista para retratar una clase media que en medio de una crisis económica lacerante, se aflige por sus conflictos laborales, familiares, amorosos y existenciales.
De Juan Carlos de Llaca es Por la libre (2001), un emotivo filme de camino donde dos muchachos “defeños” parten al pacífico para depositar en aguas acapulqueñas las cenizas del abuelo, acto ritual de la iniciación erótica, el enfrentamiento generacional y la búsqueda de una identidad esclarecida con la muerte de un ser querido.

Una curiosidad resulta el thriller titulado Asesino en serio (2002), sobretodo por el giro que le da al serial killer: las víctimas (todas prostitutas) de un asesino muestran un rostro de satisfacción al morir, producto del placer sexual experimentado en el último aliento de vida. El tono cómico no siempre encuentra su mejor cauce en las diversas situaciones que enfrenta el comandante Martínez encargado de investigar tan intrigante caso.

Otra de las cintas del ciclo y que se exhibirá el próximo miércoles 22 es Sin dejar huella (2001), nueva experiencia de María Novaro en el tema del viaje femenino patentizado en obras anteriores.

En Azul celeste, cortometraje correspondiente a Historias de ciudad (1988), una fresca y cautivadora Gabriela Roel se traslada embarazada de su pueblo a la Ciudad de México, buscando afanosamente al hombre amado que deberá asumir ahora la responsabilidad paterna. Lola (1989) nos muestra un itinerario geográfico contrario, el de una joven (magnífica Leticia Huijara) que después de encargar a su hija con su madre, abandona un df herido por los temblores de 1985 y viaja con sus cuates a Chachalacas, playa cuya vitalidad marina le otorga el relajamiento necesario.

En el caso de su muy festejada Danzón (1991), la inquieta telefonista Julia Solórzano (María Rojo) busca infructuosamente en el puerto de Veracruz a su compañero de baile, obteniendo a cambio la felicidad erótica con un joven marino.