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El
congreso de la OUI tendrá consecuencias
político-económicas,aseguró directivo chileno
Édgar Onofre Fernández |
Para
Daniel López Stefoni, presidente del capítulo Chile
del Instituto de Gestión y Liderazgo Universitario (IGLU),
el XIII Congreso Bienal de la Organización Universitaria Interamericana
(OUI) que inició en Boca del Río tendrá
conclusiones no sólo de carácter académico, sino
también político y aún económico y social.
Desde su perspectiva, el congreso que se realizará en el World
Trade Center (WTC), no sólo contribuirá a la discusión
y proyección de los grandes temas de la educación superior.
Del análisis de la integración continental y el
desarrollo humano, en el contexto de la educación superior,
deberán generarse políticas públicas, programas
y proyectos, en países, organizaciones internacionales y universidades.
López Stefoni aseguró que el gran contingente de personas
que asistirá asegura profundidad y diversidad de enfoques en
el tratamiento de aspectos como el rol de las organizaciones multilaterales,
perfiles profesionales y modelos en el pregrado, acreditación,
desarrollo local y regional, educación indígena y liderazgo
universitario.
Este congreso, organizado por la OUI y la UV, se reunen por primera
vez a los directivos de más de 400 universidades del continente
con empresarios, dirigentes de organizaciones internacionales, líderes
de opinión y representantes gubernamentales, con la premisa
de que las instituciones de educación superior aporten soluciones
inteligentes al proceso de integración económica, desde
la perspectiva del desarrollo humano.
El directivo chileno, quien asistirá al encuentro, hizo énfasis
en el papel que la educación tiene en el contexto de las relaciones
multinacionales y la organización mundial en general y aseguró
que los pactos comerciales tienen hoy consecuencias educativas
y culturales que no ocurrieron en el pasado, como Aladi, Pacto Andino
y otros instrumentos de integración. El Mercosur, por ejemplo,
posee protocolos explícitos para la integración educativa
y cultural, en materias tan diversas como la educación tecnológica,
la acreditación de posgrados, el reconocimiento de títulos
y grado para el ejercicio laboral.
De esta manera, dijo, es apenas el inicio de un proceso en que educación
y cultura son asumidos como componentes complementarios e insustituibles
de acuerdos arancelarios, de intercambio económico o de ajuste
de balanzas comerciales: Sin educación será imposible
cumplir objetivos de desarrollo e integración, mientras que
sin investigación científica y tecnológica, no
es posible la innovación y el aprovechamiento de las ventajas
comparativas.
Al respecto, López Stefoni dijo que, para responder a las demandas
de desarrollo e integración, las universidades y las organizaciones
universitarias deben privilegiar la organización y la innovación,
y advirtió que es necesario aumentar la cobertura del postgrado
y la producción académica para superar los niveles de
marginalidad científica y tecnológica de América
Latina, que contribuye con apenas algo más del uno por ciento
de publicaciones de corriente principal y con menos del 0.1 por ciento
de las patentes.
Explicó que las universidades deben involucrarse más
activamente en proyectos de impacto económico-social, aprovechando
sus capacidades para generar recursos adicionales al presupuesto y
transformarse en foros permanentes y dinámicos de los grandes
temas, en donde puedan confluir académicos, estudiantes, políticos,
empresarios, dirigentes sociales. Ello quiere decir ser agentes de
la integración en la base sin la cual estos procesos, a nivel
de superestructura, pueden fracasar.
La universidad, dijo, debe resolver el viejo dilema de ser fuente
de cambios revolucionarios y a la vez ser una de las organizaciones
más conservadoras: En un mundo dinámico, la universidad
debe crecer en su capacidad de adaptación para tener el rol
social que le corresponde.
En este sentido, destacó el creciente protagonismo de las universidades
en la vida de sus localidades y aseguró que, cada vez más,
académicos y estudiantes de las universidades americanas, aún
de las más lejanas y modestas, tienen mayor conciencia de que
su participación activa en la docencia, investigación
y proyección social son un capital invalorable para el desarrollo
de sus instituciones, regiones y países.
López Stefoni aseguró que en una sociedad del conocimiento,
la educación superior pasa a tener un papel aún más
importante que en el pasado y que transferir el conocimiento, aún
el que se genera localmente, tiene un impacto potencial enorme: la
emergencia de este capital dormido y pasivo, es la gran fortaleza
de nuestras universidades, concluyó. |
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