Año 3 • No. 125 • noviembre 25 de 2003 Xalapa • Veracruz • México
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  Universidades e integración continental
Dr. Víctor A. Arredondo*
La Organización Universitaria Interamericana (OUI) es, sin duda alguna, la asociación universitaria de cobertura continental más importante en América.

Por ello, no es casual que la OUI haya dedicado su XIII Congreso Bienal a un tema de la mayor actualidad y trascendencia para nuestro Continente, nuestras naciones y nuestras instituciones respectivas. Durante los pasados días del Congreso se discutió, nada más y nada menos que sobre lo que significa una mayor integración del Continente Americano. Lo hicimos, además, desde la perspectiva del desarrollo humano, que no sólo de las relaciones comerciales.

Una condición adecuada para afianzar a las Américas es la de la reducción de asimetrías presentes en el continente: Víctor Arredondo.
También, bajo un enfoque muy preciso, aquel que está basado en la colaboración, que no de la competencia; de las redes, que no del trabajo aislado; de las alianzas estratégicas, que no de la relación fría entre empresas y clientes. Estos fueron algunos de los atributos que distinguieron a ese foro.

Hubo, además, otros aspectos distintivos de nuestra pasada reunión. La oui inauguró nuevas etapas en su plan de trabajo, un nuevo formato en sus reuniones bienales, abriendo la participación de otros actores relevantes y con un creciente énfasis en el trabajo de colaboración y coordinación con otras asociaciones y sectores que persiguen fines similares. Es así que nuestra organización busca fortalecer su posicionamiento estratégico como una instancia de coordinación y soporte para el proceso de integración del Continente. Permítanme ampliar un poco más sobre este punto.

Las dos líneas históricas de trabajo de la OUI, consolidadas y exitosas, han sido la formación de líderes y gestores universitarios de alto nivel y la operación de múltiples redes temáticas continentales, a través del Colegio de las Américas (Colam). Adicional a lo anterior, veo ahora una nueva apuesta, que busca ampliar nuestro impacto en el ámbito específico de las localidades, de las pequeñas comunidades. Ésta consiste en encaminar esfuerzos de la educación superior para apoyar las metas nacionales de educación básica y con la mira puesta en el fortalecimiento local. Esta visión estratégica se basa en la noción de que hay que pensar globalmente y actuar localmente. Es el resultado, además, de la convergencia de dos dinámicas distintas. Por una parte, la que deriva de las propias reflexiones y avances internos de la OUI. Por la otra, la que se origina en las Cumbres de las Américas, en las Reuniones de Ministros de Educación del Continente y, consecuentemente, en la agenda de la oea y de la banca de desarrollo.

Recordemos algunos de los propósitos que los Jefes de Estado del Continente han definido en el marco de la Cumbre de las Américas. Ellos han acordado promover los principios de equidad, calidad, pertinencia y eficacia en todos los niveles del sistema educativo; educar a las generaciones presentes y futuras para un ambiente globalizado; fortalecer la Comisión Interamericana de Educación (CIE) como principal foro de seguimiento de los mandatos de las Cumbres de las Américas; operar un Fondo multilateral, resultante de la alianza entre el sector público y privado para apoyar la educación. Con todo ello, buscan asegurar que la educación “se constituya en la prioridad central del desarrollo en las próximas décadas para todos los sectores y se propicie una verdadera alianza de las Américas hacia este propósito”.

Más aún, nuestros respectivos Jefes de Estado han identificado también la necesidad de que la cie logre consensos a favor de los programas de alcance hemisférico y regional. Por ello convocan a la participación permanente de agencias y organismos internacionales en la elaboración, ejecución y seguimiento de proyectos comunes. Es, precisamente, sobre la base de esa convocatoria, que la OUI y sus instituciones miembros dijimos: “Aquí estamos: honorables Jefes de Estado, deseamos ser instancias protagónicas de promoción y soporte en tales propósitos”.

Pero también aclaramos que lo haríamos “orientados por una visión alternativa del desarrollo. Una visión basada en la mística de que un verdadero proceso de integración continental debe privilegiar lo más importante que tenemos, que es nuestra gente”. Hoy queda claro que las meras alianzas comerciales no son suficientes para avanzar más allá de la etapa en que nos encontramos. Nuestra más amplia perspectiva de bienestar colectivo dependerá de nuestra capacidad de colaboración continental para acrecentar las condiciones y potencialidades humanas de la región.

Por tanto, una condición sine qua non para afianzar a las Américas es el de la reducción de asimetrías presentes en el continente. Obviamente, la alternativa no es la dádiva generosa de los países más ricos al resto del hemisferio. Sí lo es, la búsqueda meticulosa de nuevos e incisivos enfoques para financiar el desarrollo, acompañándola con la promoción de estrategias como: una mayor movilización de los recursos económicos internos mediante un gasto social responsable, un sistema fiscal adecuado y políticas públicas sanas; mayores flujos de capital externo con base en el mejoramiento interno de los sistemas normativos para los negocios, superior gestión empresarial, mecanismos claros de rendición de cuentas y de transparencia económica; mayor comercio internacional apoyado en la eliminación de subsidios unilaterales y medidas proteccionistas, así como en la simplificación de los sistemas aduanales; mayor crecimiento sostenido apoyado en reformas que sustenten la expansión del mercado interno y la creación de empleos; así como algo fundamental: una mayor cooperación multilateral. Sobre este último punto, y pese a las declaraciones multilaterales de los últimos años, se reconoció que no ha habido una adecuada financiación internacional para el desarrollo. Las acciones de cooperación y asistencia financiera y técnica a los países en desarrollo surgen, entonces, como temas claves del momento. Así las cosas, hay que insistir en nuevos enfoques. En la Declaración final de la III Reunión de Ministros de Educación (México, 11-13 de agosto de 2003), se lee lo siguiente:

“Estamos convencidos de que podemos alcanzar las metas de educación fijadas por las Cumbres de las Américas mediante el aumento de la inversión en educación y el uso eficiente de esos recursos. Recomendamos que nuestros gobiernos examinen las estrategias financieras para fomentar el avance de la educación en nuestro hemisferio que incluya un mayor financiamiento público para este sector y alianzas entre los sectores público y privado. Además, consideramos conveniente explorar la posibilidad de canje de deuda por educación. Reconocemos que tales iniciativas se deben desarrollar en coordinación con los ministros de hacienda y respetando la legislación de nuestros países”.

En lo personal, he presentado en foros internacionales de especialistas un esquema sobre el tema de reducción de deuda externa para apoyar proyectos de desarrollo comunitario asentados en universidades con experiencia en la materia.

Se espera que lo novedoso de un enfoque como éste, consista en propiciar que las universidades sirvan de puente para transferir conocimiento experto de cualquier parte del mundo; garantizar presencia local constante y organización social de base; apoyar capacitación, asistencia técnica y arraigo de soluciones inteligentes con enfoques de abajo hacia arriba; facilitar articulaciones con organismos públicos, privados y civiles que compartan el interés común en el fortalecimiento de las capacidades locales; asegurar responsabilidad y manejo transparente y eficaz de los proyectos e instrumentar adecuados sistemas de evaluación, seguimiento e impacto.

Tal parece que el lema del momento es el de “contar con las fuerzas locales propias para emprender soluciones innovadoras y eficientes, apropiadas y equitativas”. Hay que voltear la cara a los propósitos humanistas y los buenos ejemplos. Uno de éstos, en materia de educación superior, es el de la Unión Europea. Ellos han sido exitosos para emplear a las universidades como puente para la reducción de asimetrías, con apoyo en programas multi-institucionales y con fondos financieros significativos que hacen palidecer los exiguos recursos que se han canalizado en nuestro continente para el mismo propósito. Durante el Congreso de la oui, estos programas en Europa fueron analizados comparativamente con los de nuestra región. También, un elemento transversal en nuestras reflexiones fue el de la búsqueda de aliados y financiamientos alternos para el cumplimiento de nuestros objetivos como Organización.

Es en este orden de ideas que esta reunión adquiere gran relevancia. Estoy cierto que las conclusiones generales del Congreso y la Declaración de Veracruz marcan un hito importante en la colaboración continental con miras hacia una verdadera Asociación de Naciones.

* Rector de la Universidad Veracruzana y Presidente de la Organización Universitaria Interamericana.