|
|
[au-to-no-mí-a]
f.
Sergio Valdivia Navarro |
Como
vimos la vez anterior, la autonomía del aprendizaje empieza
y termina en nosotros mismos. Podemos encontrarnos o no dentro de
un ambiente de enseñanza-aprendizaje, pero somos nosotros los
que aumentamos nuestro nivel de conciencia y control sobre el proceso
de aprendizaje.
Todo esto suena fácil, pero necesitamos saber cómo iniciar
esta toma de conciencia. Bueno, todo empieza por conocernos mejor.
¿Qué tanto nos conocemos como estudiantes? Las respuestas
van ligadas con nuestras calificaciones o con lo que nos han dicho
nuestros maestros. Pues sí, esto nos puede dar una idea, pero
aquí no hablo de lo que los demás piensan de nosotros,
sino de lo que nosotros pensamos de nosotros mismos.
Claro que las calificaciones que sacamos o los comentarios de los
demás influyen, a veces más de lo que pensamos en nuestra
propia opinión; pero quiero que pensemos en esto: ¿Estamos
o no de acuerdo con lo que el mundo externo piensa de nosotros? ¿Estamos
de acuerdo con ese 10 o con ese seis?
¿Coincidimos cuando nos dicen que somos “aplicados”
o “cabezas duras”? Las calificaciones nos han hecho creer
que todos podemos ser clasificados del uno al 10. Pero eso no es cierto.
Las calificaciones tienen una función socio-cultural e institucional
y nada más. Cada uno es diferente a los demás, no sólo
en lo biológico, sino también en nuestra identidad como
estudiantes y necesitamos estar más conscientes de cómo
somos en realidad, no ante los demás, sino ante nosotros mismos.
Debemos también conocer cómo aprendemos y para eso debemos
identificar los estilos de aprendizaje. Estos se refieren a la forma
natural, habitual y sobre todo personal que tenemos para enfrentar
nuestro aprendizaje.
Los estudiosos de los estilos de aprendizaje, los han definido de
distintas formas, hay quienes los agrupan basándose en el funcionamiento
de nuestra mente o en las características de la personalidad
o en el uso de nuestros sentidos. En este último criterio de
clasificación, por ejemplo, tendremos al que “aprende
viendo” y que prefiere recursos visuales como diagramas, videos
o gráficas; al que aprende “escuchando y hablando”
con sus maestros o con sus compañeros; al que aprende “leyendo
y escribiendo” y que lee sus libros y sus apuntes y, que sobre
todo, le gusta tomar notas en clase; o por último, al que aprende
“haciendo” cosas prácticas, ya sea en los laboratorios
o en sus salidas de campo. Creo que nos conocemos lo suficiente para
poder ubicarnos en alguno o en algunos de los estilos anteriores.
Pero, independientemente del criterio que utilicemos para determinar
cuál es nuestra preferencia de aprendizaje, un primer paso
es observarnos con más detenimiento.
Si deseas más información sobre tus estilos de aprendizaje
a través de un breve cuestionario, visita: http://www.vark-learn.com.
Para más información, visita: http://www.uv.mx/portalcadi/.
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|