Año 3 • No. 126 • diciembre 1 de 2003
Xalapa • Veracruz • México
Publicación Semanal


 Páginas Centrales

 Información General

 Información Regional

 Foro Académico
 
 Arte Universitario

 Halcones al Vuelo


 Contraportada


 Números Anteriores


 Créditos

  [au-to-no-mí-a] f.
Sergio Valdivia Navarro
Como vimos la vez anterior, la autonomía del aprendizaje empieza y termina en nosotros mismos. Podemos encontrarnos o no dentro de un ambiente de enseñanza-aprendizaje, pero somos nosotros los que aumentamos nuestro nivel de conciencia y control sobre el proceso de aprendizaje.

Todo esto suena fácil, pero necesitamos saber cómo iniciar esta toma de conciencia. Bueno, todo empieza por conocernos mejor. ¿Qué tanto nos conocemos como estudiantes? Las respuestas van ligadas con nuestras calificaciones o con lo que nos han dicho nuestros maestros. Pues sí, esto nos puede dar una idea, pero aquí no hablo de lo que los demás piensan de nosotros, sino de lo que nosotros pensamos de nosotros mismos.

Claro que las calificaciones que sacamos o los comentarios de los demás influyen, a veces más de lo que pensamos en nuestra propia opinión; pero quiero que pensemos en esto: ¿Estamos o no de acuerdo con lo que el mundo externo piensa de nosotros? ¿Estamos de acuerdo con ese 10 o con ese seis?

¿Coincidimos cuando nos dicen que somos “aplicados” o “cabezas duras”? Las calificaciones nos han hecho creer que todos podemos ser clasificados del uno al 10. Pero eso no es cierto. Las calificaciones tienen una función socio-cultural e institucional y nada más. Cada uno es diferente a los demás, no sólo en lo biológico, sino también en nuestra identidad como estudiantes y necesitamos estar más conscientes de cómo somos en realidad, no ante los demás, sino ante nosotros mismos. Debemos también conocer cómo aprendemos y para eso debemos identificar los estilos de aprendizaje. Estos se refieren a la forma natural, habitual y sobre todo personal que tenemos para enfrentar nuestro aprendizaje.

Los estudiosos de los estilos de aprendizaje, los han definido de distintas formas, hay quienes los agrupan basándose en el funcionamiento de nuestra mente o en las características de la personalidad o en el uso de nuestros sentidos. En este último criterio de clasificación, por ejemplo, tendremos al que “aprende viendo” y que prefiere recursos visuales como diagramas, videos o gráficas; al que aprende “escuchando y hablando” con sus maestros o con sus compañeros; al que aprende “leyendo y escribiendo” y que lee sus libros y sus apuntes y, que sobre todo, le gusta tomar notas en clase; o por último, al que aprende “haciendo” cosas prácticas, ya sea en los laboratorios o en sus salidas de campo. Creo que nos conocemos lo suficiente para poder ubicarnos en alguno o en algunos de los estilos anteriores. Pero, independientemente del criterio que utilicemos para determinar cuál es nuestra preferencia de aprendizaje, un primer paso es observarnos con más detenimiento.

Si deseas más información sobre tus estilos de aprendizaje a través de un breve cuestionario, visita: http://www.vark-learn.com. Para más información, visita: http://www.uv.mx/portalcadi/.