Año 3 • No. 128 • enero 19 de 2004 Xalapa • Veracruz • México
Publicación Semanal


 Páginas Centrales

 
Información General

 Date Vuelo

 Arte Universitario

 Compromiso Social

 Halcones al Vuelo

 Contraportada


 Números Anteriores


 Créditos

 

 

  Autonomía f.
Sergio Valdivia Navarro
Para conocernos mejor como estudiantes, recordemos algunos aspectos de nuestra historia personal. Regresemos a nuestros primeros años de nuestra vida donde no existían todavía los maestros, ni las escuelas, ni, por supuesto, los exámenes. En aquellos días, éramos todo “aprender”, sólo atendíamos a nuestros intereses y ya fuera gateando, caminando o corriendo íbamos de conocimiento en conocimiento; de habilidad en habilidad; aprendiendo sobre el mundo a nuestro alrededor. Descubríamos todo lo que éramos capaces de hacer y no había límites. En cuanto a la manera de aprender, con seguridad utilizábamos una técnica y otra más y nos quedábamos con la que mejor nos funcionaba.

Aquí, cabe mencionar, que no todos somos iguales, los hay quienes son más o menos rápidos para aprender pero a la larga eso no importa.

Ya ni recordamos a los cuántos meses comenzamos a caminar, o a los cuántos comenzamos a hablar o a correr, o cuándo prendimos nuestro primer cerillo o apagamos nuestra primera vela, o aprendimos a silbar. Lo que quiero recordar con todo esto es que nacimos para aprender.

Claro que llegó el momento de entrar a una escuela donde se nos dijo que aprenderíamos aún más sobre el mundo que nos rodeaba. Y bueno, ese es el propósito de los sistemas educativos: conocer, de manera abreviada, lo que a la humanidad le ha tomado miles de años. En las escuelas, sin embargo, perdimos parte de nuestra individualidad, de repente nuestros métodos ya no fueron los que debíamos utilizar, se nos pidió que aprendiéramos de otras maneras, algunas nos funcionaron mejor pero olvidamos las nuestras y nos adaptamos a las indicaciones de nuestro sistema educativo. Ya no íbamos a seleccionar lo que queríamos aprender, ahora alguien más grande lo haría por nosotros. Aparecieron las fechas de inicio y término de nuestros estudios; aparecieron los “queridos” exámenes y, por ende, las calificaciones. Todo esto ampliamente justificado como una forma de “educarnos” en el corto plazo.

Pero no debemos olvidar a ese pequeño que aprendía sólo por aprender, no por la calificación o por el diploma, sin fechas, ni jueces, sólo por aprender. Esa capacidad aún la llevamos en nuestro interior. Pensemos en aquellos jóvenes que gracias a la compra de una computadora en la familia, se pasan horas y horas descubriendo programas, formas y mecanismos, donde la hora de acostarse ya no existe, donde las horas de comida se olvidan, donde el inglés no es obstáculo, donde el poder lograrlo es lo que interesa, donde llamamos al amigo o al primo para que nos pase el secreto, donde buscamos en la red lo que queremos, donde no importan los límites. Es aquí donde quiero que recordemos nuestro potencial de aprendizaje. ¿Cómo se llama? No lo sé. Tal vez, autonomía, libertad, responsabilidad o simplemente aprender porque aprender es algo maravilloso que siempre nos dará satisfacciones que aún no podemos imaginar.

Ahora surge una pregunta: “Ya entendimos lo de la autonomía en nuestro aprender cotidiano, pero, ¿cómo relacionarlo con nuestros estudios universitarios, donde parece no haber tanto margen de acción con relación a lo que queremos aprender?” Bueno, un punto por el que podemos empezar es por ese convencimiento que tenemos de convertirnos, en un momento dado, en un profesionista de nuestra área. Hay algo que nos movió a estudiar nuestra carrera, quiero pensar que hay un gusto por lo que estamos estudiando, gusto que se esconde tras algunas materias que no entendemos por qué las llevamos, pero un gusto que existe. Creo que podemos por nuestra cuenta, acercarnos a esos temas de nuestra carrera que nos llaman más la atención, ya sea algo visto en una materia pasada o en alguna por aparecer dos o tres semestres adelante.
Creo que para aprender no debemos esperar a que llegue ese semestre o conformarnos con lo que vimos el semestre pasado. Rescatemos ese gusto por aprender. Leamos sobre el tema, busquemos en Intermet, hablemos con nuestros compañeros y maestros. ¡Disfrutemos el aprendizaje!
(http://www.uv.mx/portalcadi/)