Año 3 • No. 130 • febrero 16 de 2004
Xalapa • Veracruz • México
Publicación Semanal


 Páginas Centrales

 Información General

 Información Regional

 Compromiso Social
 
 Arte Universitario

 Halcones al Vuelo

 Internautas

 Contraportada


 Números Anteriores


 Créditos

 
Voz en off
Ximena Escalante
Roberto Benítez Contreras (Segunda y última parte)
El teatro mexicano contemporáneo, ¿Qué te parece?
¿Encuentras cosas en común?

No. La mayoría de los autores de mi generación somos muy diferentes. Está Jaime Chabaut, Luis Mario Moncada, Elena Guiochín, Flavio González Mello, Carmina Narro… No tenemos nada que ver unos con otos, somos cada uno un estilo personal, una búsqueda propia de temas y se trabaja la escritura en una forma diferente. El modo en que proponemos la historia, los personajes, los conflictos y nuestras temáticas es muy distinto. No tenemos nada en común salvo que tenemos la misma edad y vivimos en el mismo país.

¿No será por sus formaciones diferentes?
Indudablemente. Yo estuve fuera de México de 1990 a 1997, y por lo tanto estuve separada del movimiento teatral y de los dramaturgos. Me siento muy aparte.

El trabajo que haces de crítica en Reforma, ¿Cómo se te ocurrió hacerlo?
Me lo pidieron. Pero antes yo ya había escrito mucho sobre investigación, mi tesis fue sobre Pirandello, en donde combiné mucho la escritura de temas teatrales con el ensayo. De hecho, me interesa más éste que la crítica. Este trabajo es una oportunidad y me ha gustado mucho, además he aprendido al escribir; entre otras cosas porque me ha obligado a ver teatro más de lo que por mí misma vería, he estado en cursos de crítica en otras partes, he tenido contacto con otros críticos. Me ha ayudado mucho la crítica a entender la escritura de teatro, la escritura creativa y la interpretación de un texto. Ahora me interesa volver al ensayo.

¿Desde hace cuánto tiempo das talleres de dramaturgia?
Tiene cuatro años y estoy muy contenta porque mis alumnos se han sacado premios. Ahora tengo un taller permanente en la Escuela de Cine, el cual es una clase obligatoria, en el Centro Cultural Helénico y en otras partes.

¿Cómo te fue con tus maestros cuando eras alumna?
A mí me destrozaron, pero creo que gracias a eso entendí lo que tenía que hacer. El maestro que yo seguí –su dramaturgia es muy buena– es un gran autor: José Luis Alonso de Santos. Lo que él escribe no es el teatro que yo quiero hacer, ni es el teatro que yo quiero ver, no me encanta; pero reconozco que es un reloj, tiene una perfección maravillosa en el mecanismo de la estructura dramática. Trabajé con él, fui su asistente, escribimos un libro, y todo esto me sirvió mucho, pero nada como el ser destrozada. Yo llegaba con mis obritas y ¡zaz!… Muy fuerte.

¿Cuál es la formación de él?
Es muy interesante porque él estudió con William Layton, quien fue el maestro de actuación y dirección más importante de España y el único autor que salió de allí fue mi maestro. Obviamente también él quería ser actor como la mayoría de los autores queremos, y a partir de la teoría de Layton tomó y formó un corpus sobre la escritura. William Layton, a su vez, fue alumno en Estados Unidos de Richard Bolelavsky, quien fue discípulo de Stanivslavsky.

¿Cuáles son tus autores favoritos en general?
Voy de atrás para adelante: obviamente Eurípides, Séneca, Calderón de la Barca, Shakespeare, Racine, Strindberg, Valle Inclán, Koltés, Mamet, Müller, Sergi Belbel. Mis ejes modernos son Valle Inclán, y Koltés, a éste lo descubrí hace muchos años, al leer lo que había en español, porque tampoco se ha traducido todo. La formación realmente creo que es muy importante a cierta edad, creo que aprendemos realmente bien de los 25 años hasta los 35. Es una década en la que el aprendizaje no es teórico, no es información, es diálogo interno. En esos años hay que leer más, buscar, aprender, ver y viajar. Por mi experiencia siento que la edad de formación de un autor es de los 25 a los 35. Repito formación, no es que en esa época se ponga a crear, lo puede hacer si quiere, pero lo importante es que en ese momento se nutra.

¿Qué es lo último que te ha gustado de teatro?
Lo que menos me gusta es la dramaturgia, en cambio siento que hay directores talentosos y buenos actores. Nuestro punto débil es la dramaturgia, son obras aburridas muchas de ellas, inverosímiles… Me gustó mucho Desazón, sobre todo la dirección de José Caballero. Víctor Hugo Rascón es un gran autor, tiene un dominio de la estructura y muchas cosas, pero lo que resulta fascinante es su puesta en escena. El otro día vi una obra que me gustó mucho, se llama La puerta negra de Felipe Nájera, o algo así, escrita por un autor joven de Querétaro que escribe muy bien.

¿Qué crees que deba saber un autor de teatro?
Creo que es fundamental actuar, digo, tener alguna experiencia, y me refiero al actor porque el trabajo de creación de un personaje es muy parecido al del autor. Las preguntas que se plantea el autor después se las plantea el actor, si el autor las tiene claras permite al actor crear todo un mundo imaginario alrededor de él. Leer mucho y ver mucho teatro, y tener una formación sistemática porque yo sé que los talleres funcionan para el que realmente es disciplinado y tiene una vocación y está entregado. Pero si no, es muy difícil a partir de un taller hoy y otro el año próximo. Se debe crear una disciplina. Oír a diferentes maestros es muy importante, pero también andar por la libre y entender que nunca se termina de aprender.