Alexander
von Humboldt (Berlín, 1769 -1859) tenía 33 años
cuando ingresó a la Nueva España por Acapulco el 23
de marzo de 1803. El 20 de enero de 1804 salió de la ciudad
de México rumbo a Veracruz; el 7 de febrero alcanzó
la cima del Cofre de Perote; llegó a Jalapa el 10 de febrero,
al puerto de Veracruz el 19, y salió rumbo a La Habana el 7
de marzo. Durante un mes realizó algunas observaciones originales
y recopiló gran cantidad de información sobre el medio
físico, biológico y social de la entonces Intendencia
de Veracruz. Los datos
se desparraman a lo largo del Ensayo político sobre el reino
de la Nueva España, obra que para algunos historiadores y críticos
significó la carta de nacimiento o quizás ficha
de presentación del México de la Ilustración
ante Europa, sobre todo porque la primera edición en alemán
(titulada Versuch über den politischen Zustand des Königreiches
Neu Spanien) es de 1809 un año antes del Grito de Dolores
y la primera traducción al español es de 1822
unos meses después del Abrazo de Acantempa.
La versión en español del siglo xx fue preparada por
Juan A. Ortega y Medina para la colección Sepan Cuántos...
de la Editorial Porrúa a partir de la traducción
al castellano de don Vicente González Arnao de 1822 y
se imprime y reimprime desde 1965. En el volumen de 700 páginas
aparecen las especulaciones de Humboldt sobre la conveniencia de un
canal que una al Atlántico con el Pacífico a través
de la línea Coatzacoalcos-Salina Cruz; detalles de la geografía
de Veracruz, La Antigua, Xalapa, Perote, Alvarado, Córdoba,
Tlacotalpan, Misantla, La Rinconada y otras; se menciona a los ríos
Coatzacoalcos, Pánuco y De Alvarado (Papaloapan)
como posibles vías de transporte; se comenta sobre los beneficios
de vainilla en Colipa, Nautla y Papantla, y de tabaco en Córdoba;
resalta la importancia económica de la planta purgante conocida
como la Xalapa, de la que entonces se consumían al año
en Europa siete mil 500 quintales (unas 345 toneladas), y se incluyen
datos climáticos y su relación con la epidemia de la
época, el vómito prieto.
De la edición de Sepan Cuántos... hemos extraído
párrafos que describen con gran viveza la climatología
del hoy estado de Veracruz. Les pusimos un título, los ordenamos
y reagrupamos con subtítulos numerados y sustituimos algunas
tablas por gráficas, de modo que se redondee una pieza congruente;
disfrutable a 200 años de que su autor produjo la que quizás
sea la primera visión panorámica y racional de la climatología
veracruzana. (A. Tejeda-Martínez e I.R. Méndez-Pérez)1.
1.
La intendencia de Veracruz
Población en 1803: 156,000. Extensión de la superficie:
4,141 leguas cuadradas. Habitantes por legua cuadrada: 38.
Esta provincia,
situada bajo el cielo abrasador de los trópicos, se extiende
a lo largo del golfo mexicano, desde el río Baraderas (o de
los Lagartos) hasta el grande río de Pánuco, que nace
en las montañas metalíferas de San Luis Potosí,
y por consiguiente abraza una porción considerable de la costa
oriental de Nueva España. Desde la bahía de Términos,
cerca de la isla del Carmen, hasta el puertecillo de Tampico, tiene
210 leguas de largo, al paso que su ancho en general no es más
que de 25 a 28 leguas. Confina al E. con la península de Mérida;
al O. con las intendencias de Oaxaca, La Puebla y México; y
al N. con la colonia del Nuevo Santander.
Pocas son la regiones del nuevo continente que se pueden comparar
con este extraordinario país, que en otro tiempo se comprendió
bajo el nombre de Cuetlachtlán2 , y en donde el viajero se
encuentra más admirado de ver aproximados los más opuestos
climas. En efecto, toda la parte occidental de la intendencia de Veracruz
ocupa la falda de la cordillera del Anáhuac, y en un día
los habitantes bajan de la zona de las nieves perpetuas a los llanos
inmediatos al mar, en donde reinan unos calores que sofocan. En ninguna
parte se deja ver el admirable orden con que las diferentes tribus
de vegetales van siguiéndose por tongadas una más arriba
de la otra, que subiendo desde Veracruz hacia la meseta de Perote.
Allí se ve cambiar a cada paso la fisonomía del país,
el aspecto del cielo, la vista exterior de las plantas, las figuras
de los animales, las costumbres de los habitantes y el género
de cultura a que se dedican.
Al paso que se va subiendo, la naturaleza parece menos animada, la
hermosura de sus vegetales se disminuye, los tallos tienen menos jugo,
las flores son menos grandes y más pálidas. El viajero
que desembarca en Veracruz, se tranquiliza a la vista del roble mexicano,
porque esto manifiesta que ha dejado aquella zona, que con tanta razón
temen las gentes del norte por los estragos que hace la fiebre amarilla.
Este mismo límite inferior de los robles enseña al colono
habitante del llano central, hasta donde puede bajar las costas, sin
temor de la enfermedad mortal del vómito. Cerca de Jalapa,
los bosques de ocozoles (liquidámbar) anuncian por la viveza
de su verdor, que es a aquella altura donde las nubes suspendidas
sobre el Océano vienen a tropezar con los picos de basalto
de la cordillera. Más arriba, cerca de la Banderilla, ya no
llega a madurar el fruto nutritivo del plátano; de manera que
en esta región nebulosa y fría, la necesidad precisa
al indio a trabajar y despierta su industria. A la altura de San Miguel,
los pinabetes empiezan a interpolarse con los robles, y se van encontrando
así hasta altos llanos de Perote, los cuales presentan el aspecto
risueño de los campos sembrados de trigo. 800 metros más
arriba, el clima es muy frío para que los robles puedan vegetar;
sólo los pinabetes cubren las rocas, cuyas puntas entran en
las zonas de las nieves perpetuas: de manera que en este país
maravilloso, en el espacio de pocas horas recorre el físico
de toda la escala de la vegetación, desde la heliconia y el
plátano, cuyas hojas lustrosas llegan a tener extraordinarias
dimensiones, hasta el encogido parénquima de los arbustos resinosos.
*1.- Centro de Ciencias de la Tierra de la Universidad
Veracruzana.
*2.- También se llama Totonacapan. |