Año 3 • No. 133 • marzo 15 de 2004 Xalapa • Veracruz • México
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  Abre la mente a otra forma de vivir, pensar, comunicar y compartir
El Conejo, una experiencia
de corazón: Nacsters

Ángeles González

Alison Criscitiello.

Jareb Dennis.

Stephanie Wells.

El Conejo, Perote.- Estudiantes canadienses y estadounidenses de la brigada del programa North American Community Service (NACS), quienes realizan su estancia bimestral en la Universidad Veracruzana, comentaron que esta casa de estudios: “Trabaja con el corazón y abre los espacios y formas de aprendizaje hacia las comunidades rurales”, experiencia que abre la mente a otras formas de vivir, de pensar, comunicar y compartir.

Entrevistados luego de participar en el taller de Medicina Tradicional, impartido por parteras empíricas de la comunidad El Conejo, los jóvenes Nacsters coincidieron en destacar el carácter abierto de las mujeres del lugar, la riqueza de sus conocimientos y su disposición para compartir su saber, su casa y su amistad. Subrayaron que este programa trilateral representa una invaluable oportunidad de integrarse con jóvenes de otra nacionalidad y conocer mejor la cultura
de sus países.

Luego de recibir su necesaria “tronada de empacho” a manos de una curandera tradicional, el canadiense Jareb Dennis, de 25 años de edad y egresado de la licenciatura en Medio Ambiente y Desarrollo Rural, comentó respecto al programa trilateral: “Me gusta mucho la idea y lo que puede aprender uno en este tipo de experiencias: otras culturas, cómo es la gente, sus costumbres e idioma. Este es mi segundo intercambio, hace dos años estuve con la Universidad de Cuernavaca (Morelos), como estudiante de la licenciatura. Sin embrago, estuvo más enfocado a la educación. Éramos 10 estudiantes de cada país, y enseñamos traducción encerrados en una comunidad durante tres meses, sólo con dos fines de semana libres”.

A la pregunta de ¿Por qué elegir nuevamente México para una experiencia comunitaria similar? Jareb remarcó: “Porque me gusta mucho México, la gente, su cultura y sus diferencias con Canadá; por su historia y su formación, ustedes son más amigables, muy abiertos y listos para conocer a los demás. Tienen otra forma de educación, y aquí en la UV otras formas de aprender y salir al campo. Me gusta mucho este programa porque abre la mente a otra forma de vivir, de pensar, de comunicar y compartir, lo cual es importante. Todo mundo dice que lo importante es el dinero, la riqueza y el poder, pero realmente esas cosas son muy superficiales”.

Por su parte, la también canadiense, Stephanie Wells, originaria de Québec, destacó su interés por: “Aprender algo personal, recibir de la gente de la comunidad sus conocimientos sobre la naturaleza, su energía y su corazón. Darles mis conocimientos y mi respeto”. Ella cursa el primer semestre en Estudios Internacionales e Idiomas Modernos en la Universidad Laval y su participación en nacs responde a la necesidad de: “Abrirme al mundo, conocer las maneras de vivir y de pensar distintas a la ciudad. Convivir con jóvenes de otros países es una riqueza porque cada persona tiene experiencias distintas”.

Apertura hacia otros espacios y formas
de aprendizaje: Jareb Dennis
Por su parte, Alison Criscitiello, estadounidense de 22 años y graduada en Geología y Ciencias Ambientales en la Universidad de Wesleyan, antes de entrar al temazcal de doña Luz opinó que la uv: “Tiene muchos recursos y una estructura firme”, agradeció a esta casa de estudios el hacer posible su estancia en El Conejo y respecto al programa trilateral nacs destacó la oportunidad de: “Reunir personas de tres países para trabajar y aprender juntos; yo tenía una experiencia similar en trabajos de conservación en parques nacionales dentro de mi organización, Student Conservation Association, pero nunca con personas integradas en aspectos interculturales y es lo que me interesa más.

”Me encanta la comunidad de El Conejo, es muy diferente con respecto a Xalapa, las personas son abiertas y también me encanta interactuar con los niños. Lo más importante que vamos a aprender son dos cosas: la convivencia y el trabajo al interior del grupo. También conoceremos sobre las mujeres y los niños. Yo veo que la vida es muy difícil aquí y puedo aprender mucho de ellas, las mujeres. Además el trabajo de las médicas tradicionales es muy especial, es bueno que ellas compartan su conocimiento. Estaba pensando, como ejemplo, en el temazcal, es una tradición muy arraigada y me sorprende que nos inviten a tomar un baño. Confirmación de que son muy abiertas”.

Finalmente, abordamos a Luz Cruz Sánchez, de 66 años de edad, quien relató: “Partera tradicional ya tiene rato que soy, empecé desde los 32 años a trabajar, solita, solita, porque no tuve a nadie que me enseñara ni nada, nomás fue mi valor. Nada más estaba una señora (partera) y las veces que no estaba yo empecé a trabajar”.

Al preguntarle cuántos partos ha atendido contestó: “Tengo más de 300, unos ya son ‘papaces’ y ‘mamaces’ y todo”. De su temazcal dijo: “Lo construyó mi hijo, Sergio Zavaleta y su hijo. Lo usamos para bañarnos, porque aquí hace mucho frío y no nos podemos bañar afuera porque nos hace daño. Aquí también se vienen a componer las mamás que vienen conmigo, pues yo las atiendo y aquí las baño. Las arreglamos bien: les untamos aguardiente o alcohol con espinocilla, azufre y se aprietan desde la cabeza hasta los pies. Las metemos al baño, las acostamos y les echamos vapor que bajamos con yerbas y cuando ya van a salir, se les echa las hierbas que ponemos en cocimiento y con esas se les da un masaje en el cuerpo, y al final se enjuagan y se visten. Algunas veces se las llevan o se quedan en la casa con su niño una noche y se van al otro día. De comer les damos pollo o salsita seca con carne salada, tortillas, frijolitos y lo que dios nos socorre”.