Año 3 • No. 134 • marzo 22 de 2004 Xalapa • Veracruz • México
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Autonomía f.
Sergio Valdivia Navarro
Cuando pensamos en el aprendizaje, normalmente, lo relacionamos con aumentar nuestros conocimientos sobre alguna materia en particular o en aumentar nuestras capacidades para hacer algo. De igual forma, identificamos a aquellos que disfrutan del aprendizaje como personas que saben “mucho” y con esto me refiero a que han aprendido a retener grandes cantidades de información: conocen fechas, nombres de lugares, fórmulas, en fin, lo saben todo. Dentro de este grupo también ubicamos a aquellos que pueden hacer ‘muchas’ cosas y en ese saber hacer, vemos su facilidad para resolver problemas de todo tipo. Y también entran en este grupo, aquellas personas que pueden ver más allá de una realidad inmediata y que tienen una visión más amplia y profunda de las cosas.

Y es de todos conocida la relación que existe entre el aprendizaje y tiempo vivido; “los adultos saben más que los niños”. Recordemos que cuando éramos niños, nuestros grandes héroes del conocimiento siempre fueron nuestros padres y nuestros abuelos. Incluso sabemos de la veneración que existe en algunas culturas sobre la sabiduría de los viejos, quienes se convierten en líderes
de sus pueblos o en gobernantes de sus países.

También hemos relacionado al aprendizaje con aquellos pasos que vamos dando en nuestro avance escolar. Si pasamos o no un examen, lo tomamos como medida de nuestro aprendizaje e incluso, nuestra calificación nos da una pauta sobre la calidad de lo aprendido.

Todas estas apreciaciones sobre el aprendizaje son verdaderas en cierto modo, aunque muchas veces no tan exactas con la realidad de las cosas. Aprender no es sólo un trámite escolar o administrativo o un año más en nuestras vidas. Aprender tiene que ver con nuestro crecimiento como seres humanos. Las corrientes psicológicas del aprendizaje nos hablan de que aprender puede ser adquirir nuevas conductas, o nos hablan de procesos mentales o de interacciones sociales, pero encontré en la Web un sitio (http://www.infed.org/.biblio/b-learn.htm) que habla del aprendizaje en un tono humanista, en donde el aprendizaje es visto como una forma de descubrimiento, como una forma de extraer de nuestro entorno aquello que se convierte en parte integral de nosotros mismos. Estas palabras nos llevan a un aprendizaje duradero, no a aquel aprendizaje que nos sirve para aprobar un examen y olvidarlo todo al siguiente semestre. Claro que este aprendizaje del que aquí se habla, nace de una fuerza interna que unas veces aparece y otras se desvanece. Esta fuerza la llamamos actitud positiva para aprender que se transforma en motivación, la que a su vez nos mueve a interesarnos, a leer, a investigar, a buscar; y es este tipo de aprendizaje es el que nos pondrá en contacto con nuestras verdaderas capacidades para aprender sobre el mundo que nos rodea. (www.uv.mx/portalcadi)