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Roberto Ortiz Escobar |
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La
Universidad Veracruzana continúa en el Aula Clavijero, de Juárez
55, con el ciclo Cine Mexicano Reciente, integrado por 10 películas
realizadas en los últimos dos lustros. Buena oportunidad para
observar las inquietudes temáticas y las vertientes genéricas
desarrolladas con mayor o menor fortuna por nuestros cineastas nacionales.
El día de hoy se exhibe una de las cintas que proyectó
internacionalmente a |
Alejandro
González Iñárritu y que lo condecoró con
el premio del Festival de Cannes, hablamos de su ópera
prima Amores perros (México, 2000), buen experimento
de tres historias cruzadas cuyos tratamientos narrativos difieren
entre sí.
La violencia de sus imágenes y la muy dinámica edición
impiden el descanso visual del espectador, es un intento creativo
de lograr un fresco tortuoso de la cotidianidad vivida en la ciudad
de México. La crueldad y la ignominia brotan a cada instante
en personajes y situaciones que abortan ya no digamos las más
nobles aspiraciones humanas, sino la mínima posibilidad del
respiro momentáneo.
Tres amores en conflicto: amores necios como el del adolescente Octavio
empeñado en arrebatar a su frustrado hermano su esposa; amores
apasionados que desdeñan la tranquilidad y el compromiso matrimonial
para gozar a plenitud con una super modelo suculenta, reducida a despojo
humano en un santiamén; amores filiales, cuya condición
teporochera se limita a la mirada vouyerista de su hija, quien supone
muerto a su progenitor.
Tres visiones que nos acercan a la fragilidad humana y su repentino
viraje cuando los acontecimientos trastocan vivencias específicas
y cambian el sentido. Tres reflexiones acerca del amor y la familia
en su imposible encuentro con la buenaventura.
A cuatro años de distancia y a la vista de 21 gramos
la más reciente cinta de Iñárritu,
hay que considerar primero el gran impacto que nos produjo la primera
visión de Amores perros y observar ahora con objetividad
el trabajo desigual entre una historia y otra (la primera, interpretada
por Gael García y Vanesa Bauche, sigue siendo la más
sólida). Por otra parte, no obstante su pericia técnica,
hay que evaluar esa obsesión de Iñárritu de fragmentar
al máximo la continuidad de las imágenes, lo cual genera
no propiamente la nausea existencial, sino tal vez, la saturación
gratuita. Para comentarios, favor de escribir al correo: roeamarcord@yahoo.com.mx |
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