Año 3 • No. 134 • marzo 22 de 2004
Xalapa • Veracruz • México
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Aseguró Raciel Martínez Gómez
Se refleja en el cine mexicano
la crisis del modelo de Estado
Edgar Onofre Fernández
Ante la crisis del modelo estatal, las representaciones de los grupos sociales mexicanos que predominaban en el discurso cinematográfico nacional se han vuelto más dispersas: “no pesa tanto el nacionalismo de los cincuenta, no hay un proyecto de evangelización de parte del estado a través de las imágenes, como lo dicen (el escritor Carlos) Monsiváis o (el teórico de la comunicación) Jesús Martín Barbero, aseguró Raciel Martínez Gómez a propósito del reflejo de las identidades del país en el cine mexicano contemporáneo.

“En el caso del nuevo cine mexicano lo que ocurre es que hay una dispersión de (las identidades nacionales legitimadas por la tradición fílmica mexicana). Hay nostálgicos que se quejan y dicen que estamos perdiendo la identidad”, explicó.
Sin embargo, el periodista explicó que “quizá lo que está ocurriendo es que, por primera ocasión, nos estamos dando cuenta que la identidad casi siempre es una construcción que viene del Estado-Nación, una construcción que tiene que ver con territorio, con un tiempo muy definido, y que lo que ahora ocurre –no sé si por desgracia o por fortuna–, con la globalización, es que los grupos tienen influencias de todo tipo y entonces la palestra del nuevo cine mexicano está ofreciendo un espectro mucho más amplio de grupos y no solamente se reflejan cuatro o cinco mitos fuertes”.

Respecto del discurso del cine mexicano de más reciente factura, Martínez Gómez aceptó que el modelo que plantean películas como Sexo, Pudor y Lágrimas, es un remedo de (la serie norteamericana de televisión) Friends: “yo creo que es la descripción de las clases medias que multiplican –no diría que calcadas, pues no creo que sea un efecto de imitación– los patrones culturales propuestos por los productos norteamericanos. Lo que ocurre con los personajes de Friends es que responden a realidades más o menos semejantes en torno a la globalización”, agregó el también candidato a doctor en Sociedades multiculturales y estudios interculturales por la UV. En este sentido, explicó que el debilitamiento del modelo de nación, y el consecuente adelgazamiento de las identidades nacionales legitimadas hasta entonces, “empieza desde 1968, aunque no se hayan dado cuenta, en los sexenios de Salinas y Zedillo, que teníamos los primeros estadounidenses nacidos en el DF, pero ya habían nacido desde mucho tiempo antes”.

El cine mexicano de reciente cuño, a decir del periodista y crítico de cine, refleja un gran crisol de identidades que, incluso, sugiere que todos, al mismo tiempo, somos todas las representaciones sociales: “ésa es la gran esquizofrenia contemporánea.

Frente a la diversidad presente en el discurso del cine mexicano actual, el estudioso en sociedades multiculturales explicó que “vislumbra, sí, la posibilidad de reconocimiento de grupos diversos. Sin embargo, no hay que estar tan conformes con eso porque creo que falta todavía más discurso, mayor profundidad en esta diversidad. Estamos viendo que ya no tenemos los clásicos patiños homosexuales sino que, de repente, se habla en el cine contemporáneo de homosexualidad y, se habla más de la mujer y de lo indígena”. Así, el llamado nuevo cine mexicano estaría, en su opinión, reflejando a mexicanos sin ese proceso de identidad clásico o acostumbrado al que estábamos: “antes todo se resolvía a través de canciones, todo se resolvía en una campiña mucho más estereotipada, ahora tenemos un poco más de complejidad. Tenemos, incluso, un discurso de cine político más o menos crítico. La película que abre el nuevo cine mexicano es Rojo Amanecer y vemos que existen intentonas de reflejar a un ciudadano mexicano más alejado del estereotipo nacionalista, quizá más ciudadanizado o en búsqueda de ello. Podríamos decir que, cuando menos, estamos viendo a un mexicano desarraigado en esta diversidad globalizada y en búsqueda de sentidos que le den naturaleza a lo que está haciendo”.

Respecto del riesgo patente de que los ideales de la derecha mexicana se cuelen en la realización cinematográfica, Martínez Gómez aceptó que “estamos viendo un discurso de comedia muy ligera donde quizá estén tratando de homogeneizar la imagen mexicana y promover un orgullo nacional”.

No obstante, aseguró que este intento estaría desarticulado pues “el estado no tiene una idea clara de qué es lo que quiere de mexicano. Decía Roger Bartra que en el relevo entre un estado fuerte, visualmente hablando, y un estado de la transición como el de Vicente Fox, se pensaba iba a haber una imagen gerencialista, sin embargo, nos hemos percatado que no es fácil ese relevo y que permanece todavía mucha nostalgia, los agentes culturales siguen permeados por una idea muy izquierda, muy nacionalista, de que somos mexicanos a través de lo popular y lo prehispánico”, resaltó.