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Nuestra Otra Voz
Reminiscencias de Teocelo
Karina Arriaga Murrieta
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Dodadim
Medina González. |
Dodadim
Medina González es alumno de la Facultad de Derecho, cursa
el segundo semestre; nació en el Distrito Federal y se trasladó
a Teocelo hace 18 años debido al temblor de 1985. Su familia
decidió vivir en dicha localidad porque la madre de Dodadim
es originaria de allí. Desde entonces se convirtió en
un hijo adoptivo de Teocelo y ha creado un gran vínculo con
éste al grado de haber decidido convertirse en abogado para
ofrecer sus servicios a los lugareños y contribuir así
al desarrollo de la comunidad.
En una breve charla, esto fue lo que contó sobre su querida
tierra:
Teocelo es una ciudad con alrededor de 17 mil habitantes, aunque
conserva aire de pueblo típico con su |
iglesia
y parque, además de que las casas están construidas
a la usanza de antaño con su cocina grande y con su brasero
que da al patio trasero. La vegetación es notable y abundante
debido al clima húmedo que impera, hay verdes campos y montañas,
matas de café, plátano, caña de azúcar
y mango. Hay poco pavimento y ningún edificio alto como para
hacer sombra a los árboles, por lo que en las mañanas
uno puede sentir mucho frío pero al mediodía el clima
se vuelve cálido. Cerca de allí hay una cascada a la
cual todos acuden en Semana Santa a refrescarse.
Los habitantes del lugar anteriormente vivían de la siembra
y cosecha del café, pero con la caída de su precio ahora
se ven obligados a emigrar a Xalapa u otras ciudades a trabajar como
obreros; ya casi nadie se dedica a la agricultura, sólo unos
cuantos siembran maíz, fríjol e incluso café.
Cerca de allí, algunas personas, de una congregación
aledaña llamada Monte Blanco, se mantienen de la manufactura
de muebles de bambú y emplean a algunos de Teocelo, pero son
pocos.
Todavía se conservan muchas tradiciones en mi pueblo, la mayoría
tiene que ver con la religión católica, pero creo que
es importante señalar que en las inmediaciones hay aproximadamente
ocho congregaciones, y algunas de ellas cuentan con población
indígena náhuatl, y aunque los tiempos dan poca importancia
al rescate de su propia cultura, aún mantienen costumbres y
tradiciones, entre bailes y fiestas, que pese a que he visto no he
tenido la oportunidad de preguntar sobre ello para saber más.
En Teocelo la fiesta más importante es la del 15 de agosto,
día de la Santa Asunción, donde todo el pueblo se prepara
y celebra en grande, y aprovecha para hacer bodas, bautizos o confirmaciones,
por lo que el ambiente es alegre, además, llegan varias personas
de otros lugares cercanos.
Una de las fiestas que están muy arraigadas es la noche del
23 de octubre. Muchos se reúnen y caminan hasta Xalapa para
llevar una ofrenda a monseñor Guízar y Valencia, personaje
importante para Teocelo ya que cuando hubo un temblor en el año
de 1920, él llevó aliento y apoyo a la comunidad. La
ofrenda consiste en un arco floral, que la gente ha hecho con bambú,
carrizo, hoja de pino y flores. También el 12 de diciembre
se hace una procesión a una capilla que se encuentra en una
barranca y portan velas e imágenes de la virgen de Guadalupe,
pero antes, el 10, ya algunos fueron caminando hasta la ciudad de
México, a la Villa, para traer fuego de una antorcha, misma
que se usa el 12 en Teocelo.
He tenido la oportunidad de convivir con las personas durante estas
celebraciones, aunque no pertenezco a la religión católica,
pues me interesa conocer lo que está a mi alrededor y he trabajado
como fotógrafo al seguir el oficio familiar, por lo que a veces
acudo a las fiestas para plasmar los recuerdos de otros y así
tener los míos. |
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