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Voz
en off
El encanto de Dorita
Roberto Benítez Contreras |
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Érase
una vez en un país lejano, una niña a la que un misterioso
viejecillo, que vivía en un jardín, le entregó
una máscara mágica que al ponérsela la transformaba
en un ser fantástico llamado Dorita.
Así comienza el programa de mano del espectáculo Historias
alucinadas que presenta Gabriela Ochoa, trabajo de máscara
dirigido por Adriana Duch.
Es un cuento sabio de las cosas pequeñas y cotidianas donde
se genera magia: de una alfombra rosita como piso y de una cortina
negra como fondo, brota una niña verdiazul con una cara encantadora,
que nos convoca a estar y a mirar, a presenciar, algo misterioso y
arcaico como lo es el teatro. Crea una atmósfera cercana, la
cual se refuerza con el hecho de realizarse en un espacio alternativo:
una casa, lo que conlleva la apertura |
de
un espacio privado: la intimidad compartida. Este espectáculo
sin nombre aparente se plantea como un pequeño imán
que atrae a su público: sujeto por él ¿qué
pasará?
Hoy en día, tiempos de gloria de la masificación, estas
mujeres, Ochoa y Duch, brindan un manjar teatral, osadas criaturas
que se conjuran para preparar un hechizo que nos abra el corazón
y deposite en él la esperanza de que el teatro no se ha ido,
de que sigue allí, un poco silencioso pero palpitante.
Cuatro historias componen el espectáculo: Dorita y su
hada madrina; Dorita y su espejo; Dorita y
la rana; y Dorita hechizada, y son contadas con
presencia, palabra, cuerpo e imaginación. Con el sentido del
humor de quien sabe de las paradojas de la vida, de quien tiene la
capacidad de reírse de sí mismo y burlarse plenamente,
¿acaso puede haber un sentido más profundo en la existencia?.
Estas historias vienen de la tradición más pura y sabia,
los cuentos llamados, simplistamente, para niños, donde los
hechos y las acciones son universales, porque nos hablan de la condición
humana, ésa que trasciende el tiempo y las modas, ésa
que construye la sabiduría de los pueblos y nos ayuda a conocernos
mejor y de manera más profunda, desenmascarándonos. |
Las historias
que componen el espectáculo son contadas
con presencia, palabra, cuerpo e imaginación
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Insisto
en la sencillez y la honestidad de este hecho teatral, porque posee
un enorme valor artístico, es decir, evidentemente no estamos
ante una puesta en escena surgida de la casualidad y de la ocurrencia,
bañada con tintes de espectacularidad, la cual apuesta por
el enriquecimiento lícito o ilícito. No, de ninguna
manera, más bien lo contrario: este trabajo es producto del
esmero, la dedicación, la disciplina y el afán de hacer
las cosas bien y con conocimiento de causa, donde se denota, de manera
innegable, una técnica de creación, pulida y afinada
con los años, sin la cual naufragaría al primer embiste
del público. Aquí está de manifiesto el compromiso
con el arte, con el teatro y en consecuencia con el espectador mismo.
Pero ¿dónde está el corazón de este trabajo
que genera belleza?. Más allá de todas las buenas voluntades
que quieren complacer al público, como sucede frecuentemente.
Me permito creer que está precisamente en el difícil
arte de conocerse a sí mismo, de haber descubierto esto, lo
cual no es nada nuevo pero terriblemente cierto: de lo único
que podemos hablar es del ser y del estar, es decir, de lo que somos.
Cualquier cosa que se aleje de esto, en consecuencia, será
imposición, impostura y por tanto falsedad.
Así pues, en el camino a la autenticidad uno deja atrás
todo lo superfluo y banal para quizá venir a descubrir lo que
estaba allí desde un principio: que con nuestra sencillez se
puede generar belleza.
Largo y sinuoso camino, pero que sin duda vale la pena recorrer aún
a sabiendas de que no tiene final, de que el trabajo creativo es interminable.
Historias alucinadas se presentó el pasado 19 y 20 de marzo
en Nicolás Bravo 33, como una suerte de función de prueba.
Pero para que no se quede en un manjar sólo para algunos elegidos,
espero que pronto empiece una temporada regular de este espectáculo,
que en verdad creo es una buena muestra del teatro que todos merecemos
ver.
Actúa: Gabriela Ochoa, dirige: Adriana Duch, diseño
y construcción de la máscara: Jean-Marie Binoche, producción
de: Esfera, Zona teatral y Los jardines de la máscara. |
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