Año 3 • No. 136 • abril 19 de 2004 Xalapa • Veracruz • México
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Mi experiencia en Unapei
Cristina Cabrera Melo (Octavo semestre de Antropología Social)*

Gracias a la Unapei, cada vez hay más estudiantes
beneficiados con las becas Pronabes, como es
el caso de Cristina Cabrera Melo.
Para empezar quiero agradecer a la Unidad de Apoyo Académico para Estudiantes Indígenas (Unapei), por darme la oportunidad de estar aquí, de compartir con ustedes y sobre todo, de hacer válida la voz de los estudiantes indígenas, que no por ser grupos minoritarios dentro del ámbito universitario dejamos de estar presentes.

Ser indígena representa un cúmulo de aspectos, de características que no sólo se cargan en la vestimenta, en el habla o en lo que comúnmente denominamos rasgos culturales, pues esto va más allá, nuestra identidad indígena se caracteriza por la manera de vernos a nosotros mismos, de diferenciarnos del otro, del mestizo. Al hablar de ser indígena también hablamos de un proceso social, histórico y cultural, pues si bien es cierto, la identidad se delimita por ámbitos externos, éstos han encarnado en nuestras pieles una estigmatización social, en donde nosotros somos los pobres, los ignorantes, los “patarrajada”, los sucios, los que no sabemos hablar español y hablamos “dialecto”.

No obstante, reconozcamos que la realidad social va cambiando, que los límites y las fronteras sociales se van haciendo cada vez más estrechas, ahora los indígenas estamos por todas partes, en las ciudades y hasta en las universidades.

Sin embargo, es precisamente en los espacios que mencionaba, en donde se pretende olvidar lo que somos, por temor a ser rechazados, a ser menos, a ser motivo de vergüenza.

Qué decir del ambiente universitario al cual me enfrenté por primera vez hace cuatro años, viniendo de una zona indígena y rural, fue difícil adaptarme a la ciudad, a la escuela, a los amigos, al estilo de vida tan peculiar de la zona urbana. Realmente entré en un choque cultural, pero tuve que adaptarme, pues sino lo hacía podía decirle adiós a los sueños de ser una antropóloga. Por otra parte, otro problema después de las dificultades de adaptación al medio fueron las limitantes económicas. Ser estudiante en una Universidad, aunque sea pública, implica gastos económicos que estando en el pueblo eran inequiparables.

Vivir y sobrevivir son cosas distintas, lo último es lo que tuve que enfrentar como estudiante, teniendo en ocasiones que trabajar para comer, o medio comer, medio dormir, medio estudiar para sacar el promedio que me permitiera conseguir una beca. Muchos, al igual que yo, hemos vivido así, al día, esperando regresar al pueblo en vacaciones para ver a la familia.
Somos cada vez más los que nos integramos a la lista
de estudiantes indígenas, que es un distintivo de
orgullo y satisfacción
Otro factor importante en mi estancia en la ciudad, fue el alejamiento a mi identidad étnica. De manera personal puedo decir, que en la Universidad me alejé, e incluso negué mi procedencia, no lo hice por vergüenza, pero sí como un mecanismo de protección al otro. Temí ser menospreciada por venir de una zona indígena, que se pusieran en entredicho mis capacidades, de no ser aceptada por la sociedad.

Sin embargo, me es gratificante saber que hay espacios en los cuales podemos sentirnos bien, en donde encontramos a varios de nosotros. Refiriéndome de manera específica a la Unapei, ésta ha logrado una revalorización de lo que soy, como estudiante me ha motivado y orientado en dificultades académicas, me orientó sobre las becas y gracias a lo cual conseguí la beca Pronabes, ha reafirmado mi compromiso social y, sobre todo, me ha hecho crecer como persona.

Es verdaderamente valorado por mí y también por los demás estudiantes indígenas, el que existan espacios como éste, en la Universidad llegamos a formar parte de una masa homogénea en donde nos perdemos y en donde personas con nuestras características llegamos a negarnos.

Quiero dar gracias a la Fundación Ford, a la ANUIES y a la Universidad Veracruzana por brindar el espacio Unapei, por y para los estudiantes de zonas rurales e indígenas, creo que el trabajo y el servicio en ayuda del otro es una labor muy noble, que se verá recompensada por algunos de nosotros el día de mañana. Pues nuestro compromiso y ética como profesionistas indígenas estará encauzada a reconocernos, a valorar nuestra cultura y devolver a nuestras comunidades y en general a nuestra sociedad lo que nos ha dado.

Esperamos que los espacios se sigan abriendo y por último, sólo me queda decir que La Unidad de Apoyo Académico para Estudiantes Indígenas es un gran apoyo a nuestra formación en la Universidad, somos cada vez más los estudiantes que nos integramos a la lista de estudiantes indígenas que más que una etiqueta, para mí, es un distintivo de orgullo y satisfacción. El éxito de Unapei creo se ve reflejado en nosotros mismos y la manera de expresarnos al hablar de ésta.


Xalapa, Veracruz., a 1 de abril de 2004.


* Palabras pronunciadas durante el convenio de entrega de recursos del Programa de Apoyo a Estudiantes Indígenas.