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Voz
en off:
Ubú reciclado o cuando
el ingenio sirve para algo
Roberto Benítez Contreras |
Bordure: Ten cuidado,
padre Ubú. Desde hace cinco días,
desde que sois rey, habéis cometido más asesinatos
que
los que haría falta para condenar a los santos del Paraíso.
La sangre del rey y de los nobles grita venganza
y sus gritos serán escuchados.
Ubú rey, de Alfred Jarry
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Ubú
rey de Alfred Jarry es sin duda una obra dramática relevante
y reveladora, considerada por varios críticos como la más
conocida del teatro surrealista. Mucho se podría decir de ella
en tanto producto artístico literario, sin embargo, desde mi
punto de vista es más asombroso su inminente poder visionario
de la realidad. Estrenada en 1896 en París, no pasa de moda
y muy por el contrario ese poder permanece vigente. Esto lo ha entendido
muy bien Carlos Converso y un pequeño grupo de actores que
con gran audacia nos ofrecen la puesta en escena de esta obra, apelando
a una deslumbrante creatividad. |
Con
una trama que huele a Macbeth por diferentes lados, Jarry realiza
algo más que una paráfrasis. Nos propone la historia
de una pareja de tiranos (Padre y Madre Ubú) que seducidos
por el poder no se detienen ante nada, conspiran y se autoproclaman
reyes, imponen un gobierno absurdo, donde las leyes de la lógica
y el sentido común no tienen cabida. Matan, mienten, sobornan
y corrompen todo a su paso.
¿Los sucesos nos suenan conocidos? Es la historia que vivimos
y padecemos todos, ante la falta o desvío de valores y principios
éticos y morales. No nos horroriza verla porque la tenemos
allí presente todos los días. De lo que nos da cuenta
esta obra es de lo despiadada que puede llegar a ser la naturaleza
humana.
Pues, bien, hechos tan serios y provocadores los vemos narrados escénicamente
como en un interesantísimo juego donde la forma nos dice tanto
como el contenido, con tres actores que asumen una amplia variedad
de personajes y apoyados por objetos emanados de nuestra más
pedestre cotidianidad. La historia toma interés porque adquiere
vida: la interpretación actoral eleva los objetos a personajes
dándoles forma, sentido y razón de ser. El humor negro
y la ironía son la base tonal de la puesta que no deja de sorprendernos
con las soluciones ingeniosas que momento a momento van apareciendo.
Es audaz y muy acertada la forma en que los actores asumen las situaciones
propuestas por el texto dramático, otorgándole razón
de ser a los objetos aún y cuando no ocultan su presencia como
operadores (como los niños cuando juegan con sus juguetes),
las expresiones físicas de los personajes se corresponden perfectamente
con las intenciones manifestadas por los actores, valga decir que
destaca el trabajo de quien interpreta al padre Ubú sin que
a los otros actores les falte calidad, simplemente hay una mayor destreza
en el trabajo de este actor.
Es reconfortante ver un espectáculo como éste, hecho
a partir del compromiso con lo artístico pero sobre todo con
conocimiento de lo teatral y todas sus implicaciones. Nada es gratuito,
y cada elemento adquiere considerables significados, se construye
un universo propio que se explica en sí mismo y todo con una
extraordinaria sencillez, lejos de las ingenuas y pueriles pretensiones
cada día más comunes.
Inevitable es también decir Aquí sí hay
director, ya que es claro que estamos ante un estilo definido,
con un leguaje bien articulado que sabe lo que dice y cómo
decirlo, que investiga en lo profundo del texto y lo devela, que atiende
cada detalle, que le interesan los personajes; es decir, le da sentido
al signo, lo vuelve concreto, agudo y preciso.
Estamos, pues, ante un trabajo escénico de alta calidad y belleza
no sólo en su forma sino en su contenido: una esperanza de
cambio, como la contenida en la advertencia de Bordure y que se extiende
hacia todos los Ubús que nos rodean. Un espectáculo
que, además de ser un deleite es también una fortuna
tenerlo en nuestra ciudad. Altamente recomendable, hay que estar pendiente
de su temporada.
Ubú reciclado sobre el texto de Ubú rey de
Alfred Jarry, dirección de Carlos Converso, actúan:
Lorenzo Portilla, Mariana Guerrero y Rubén Reyes. |
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