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El crítico debe estar siempre al servicio de la verdad: Jorge
Dubatti
Roberto
Benítez (Segunda de dos partes) |
Jorge
Dubatti es crítico, historiador y docente especializado en
Teatro. Es profesor en la Universidad de Buenos Aires y en la Universidad
Nacional de Rosario. Ha publicado más de 30 volúmenes
sobre teatro argentino y mundial. Dirige el Centro de Investigación
en Historia y Teoría Teatral y la Escuela Argentina de Teatrología.
De visita en nuestro país para asistir al Segundo Encuentro
Internacional de Crítica y Periodismo Teatral en Pátzcuaro,
Michoacán, también presentó el libro de Domingo
Adame: Teatros y
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Jorge
Dubatti. |
teatralidades
en México siglo XX, e impartió un seminario en la
Facultad de Teatro de la UV. Así pues, aproveché la
ocasión para realizar la siguiente entrevista.
¿Desde cuándo eres crítico teatral?
Empecé a trabajar como crítico teatral en mayo de 1989,
en un programa radial especializado, Entre Bambalinas, los sábados
de 15 a 17, en Radio Municipal de Buenos Aires, una radio muy escuchada.
Me inicié como columnista, invitado por el conductor Osvaldo
Quiroga, quien pronto me fue dando mayor espacio, hasta llegar a reemplazarlo
en la conducción. Me convocó porque sabía de
mi trabajo como investigador teatral en la Universidad de Buenos Aires
(tarea que empecé en 1983 y continúo) y de mi pasión
como espectador (voy a ver de tres a cuatro espectáculos por
semana desde mi adolescencia).
Desde aquella primera experiencia de 1989, no paré, y todos
los fines de semana de mi vida hasta hoy he comentado teatro en distintas
radios. A partir de 1992 empecé a escribir crítica en
medios gráficos masivos, revistas y a participar como crítico
en la televisión.
¿Cómo defines la actividad de un crítico?
Creo que el crítico es un constructor de lecturas, que tiene
una formación privilegiada: ha visto muchísimo, conoce
la historia del teatro y a quienes hacen el teatro, tiene una sensibilidad
perfeccionada por el ejercicio sostenido de la expectación.
Su experiencia en el campo teatral le da autoridad para producir un
pensamiento elaborado y complejo sobre dicho campo. Puede ofrecer
visiones de conjunto del campo teatral, y es consciente de su marco
axiológico, de su escala de valores. Sabe que cuanto analiza,
interpreta y juzga debe ser argumentado rigurosamente, y que para
ello debe formarse todo el tiempo. No hay descanso para el crítico.
Debe otorgar dignidad intelectual a su práctica, a partir de
la densidad de pensamiento. Debe establecer conexiones del teatro
con la cultura más allá de lo teatral. Debe cuidar su
carácter de escritor y su uso de la lengua, privilegiando la
comunicación y la transparencia expresiva sin perder la especificidad
del lenguaje técnico de su materia, la estética teatral.
Debe tener conocimiento de un vasto corpus teatral, debe manejar el
teatro como superposición de mapas de las técnicas,
de las poéticas, de los artistas, de los públicos, en
su campo teatral (en mi caso el argentino) y en el extranjero.
Debe superar las trampas de la crítica: el horror
del cliché lingüístico, el sentido común
raso, el capricho del gusto. Debe prestigiar y defender la profesión
con una ética intachable y estar siempre al servicio de la
verdad, como dice Said, decirle la verdad al poder. Debe
ser consciente de la propia tarea, reflexionar sobre ella y convertirse,
por necesidad, en una suerte de teórico o filósofo de
la práctica teatral. Debe profundizar en el reconocimiento
de su subjetividad y trabajar equilibradamente desde dicha subjetividad,
consciente de que esa categoría es su instrumento más
preciado.
¿Dónde difundes tu trabajo crítico?
En este momento ejerzo la tarea crítica en diversos medios:
conduzco el programa radial País Cultura (Radio Nacional
am870, escuchado en todo mi país, los domingos de 22 a 24 horas);
soy secretario de redacción de la revista especializada Palos
y Piedras. Revista de política teatral; hago los micros
de crítica teatral Teatro al Día para el Canal A
de Argentina; trabajo para Canal A en dos programas especializados
de teatro: El oficio teatral y Teatro del Mundo. Como
free lance trabajo para la Revista Ñ del Grupo Clarín,
para el diario La Nación y numerosas revistas especializadas.
¿Qué papel juega la crítica en Argentina?
En la Argentina la crítica teatral ha tenido por tradición
una gran influencia en la sociedad. En los últimos 15 años
se ha pauperizado, por los condicionamientos de las nuevas normas
de los medios masivos: usar un lenguaje poco técnico, contar
con escaso espacio para el teatro (desplazado por la TV y el cine),
resumir las notas con recuadros e iconos de calificación que
dispensen al público de leer la nota, presión de la
publicidad, reducción de personal especializado, etcétera.
Frente a estas nuevas condiciones lamentables, hay críticos
que prosperan en la confusión y otros que resisten, tratando
de preservar el prestigio intelectual tradicional del oficio. En la
Argentina hay muchos críticos, pero muy pocos realmente respetados.
Creo que hoy la verdadera institución que mueve al público
a un espectáculo no son los críticos salvo excepciones
sino el boca a boca de los espectadores: el Andá
a verlo, el No vayas, etcétera, de un espectador
a otro. El crítico debe volver a recuperar credibilidad y respeto.
¿Qué consideras que un espectador debe tener para
desarrollar su sentido crítico?
Creo que el espectador debe adquirir las herramientas para argumentar
sus juicios sobre el teatro y multiplicar sus saberes para multiplicar
el goce y la crítica. Para argumentar debe tener ejes de valoración
y criterios de selección, de apreciación y depreciación,
de evaluación y devaluación.
Debe ver mucho teatro de muy bueno hasta el más malo,
inclusive en todos los estilos, debe estudiar, debe estar abierto
a lo nuevo y lo viejo, debe revisar permanentemente sus limitaciones
y prejuicios, debe hablar con otros espectadores y ejercitar la tolerancia,
debe desarrollar su sensibilidad y por sobre todo pensar, pensar mucho,
además de sentir y emocionarse. A mayor sensibilidad y conocimiento,
mayor disfrute. |
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