Año 3 • No. 141 • mayo 24 de 2004 Xalapa • Veracruz • México
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Puso en alto a México y a la Universidad Veracruzana:
Invaluable triunfo de Cecilio Perera
en Festival Internacional de La Habana
Alfredo Sánchez

“No terminaba la resonancia de su último acorde cuando todo el auditorio, al unísono, brincó como un resorte para ponerse de pie y ovacionar la ejecución impecable y llena de fuego con la que se desempeñó el mexicano. El triunfo de Cecilio es un triunfo de México ante el mundo del arte, y en especial para Xalapa y su natal Mérida”.

Cada dos años, La Habana se ha engalanado con este instrumento maravilloso que es la guitarra. Desde 1982, La Habana abrió sus puertas al primero de una serie de festivales y concursos que hasta hoy permanecen, por su gran calidad guitarrística, enraizados en el quehacer musical cubano.

Presidido y dirigido artísticamente por el maestro Leo Brouwer –fundador y gestor del evento–, este festival ha
convocado a reconocidos intérpretes y maestros nacionales y extranjeros como John Williams, Paco de Lucía, Manolo Sanlúcar, Roberto Aussel, Alirio Díaz, María Luisa Anido, David Russell, Ichiro Suzuki, Pepe Romero, Eliot Fisk, Aniello Dessiderio, Timo Korhonen, Pavel Steidl, Álvaro Pierri, Costas Cotsiolis, Eli Kassner, Shin-Ichi Fukuda, Juan Helguera, Juan Carlos Laguna, Gonzalo Salazar, Alfonso Moreno, Roberto Limón, Robert Vidal, Víctor Pellegrini, Paolo Paolini, Eduardo Fernández, Joaquín Clerch, Marco Díaz Tamayo, Manuel Espinás, Ileana Matos, Iván Rijos, entre muchos otros que puedo recordar.

Un grande del mundo de la guitarra como Robert Vidal expresó: “La influencia de Leo ha sido como un faro, un centro de atención para que se hayan reunido aquí intérpretes de tantos países.” Costas Cotsiolis, por su parte, ha dicho: “Soy de la opinión que este concurso y festival, si no es el mejor del mundo, es, cuando menos, uno de los más importantes. Aquí están personalidades de reconocido prestigio y autoridad artística de la guitarra mundial, aquí está Leo Brouwer”.
Por su parte, el musicólogo y compositor Juan Helguera, pilar fundamental en la guitarrística mexicana, apuntó: “Un festival bienal que logra tal hazaña, despierta nuestro apoyo, admiración y simpatía, y lo ha logrado gracias a la reciedumbre moral del país que lo convoca”.

El concurso en sus 11 ediciones pasadas, ha generado 36 laureados, muchos de ellos hoy primeras figuras a escala mundial. A partir de este año, el Concurso-Festival, en su XII edición, llevará el nombre de su creador, Leo Brouwer, a quien en esta ocasión se le dedicó el evento por sus 65 años de vida.

Por primera vez, la confección de las pruebas del concurso se hizo con música compuesta o arreglada en su totalidad por Leo Brouwer, de manera que cada uno de los 24 concursantes provenientes de 14 países del mundo, interpretaron, en la primera vuelta

(9 y 10 de mayo): Sonata (tres movimientos) y, a escoger, dos piezas entre: Danza del Altiplano, Zapateo Cubano, Ojos Brujos, Canción de Cuna y Danza Característica.

En la segunda vuelta (11 de mayo), a la que pasaron siete concursantes (Alexander Tsiboluski, de Ucrania; Cristina Pérez Madiedo, de Cuba; Christos Tylissanakis, de Chipre; Alí Jorge Arango, de Cuba; Fotis Koutsothodoros, de Grecia; Anabel Montesinos, de España y Cecilio Perera Villanueva, de México), interpretaron: Quinteto para guitarra y cuarteto de cuerdas y, a escoger una obra entre Hika –in memoriam Toru Takemitsu–, Viaje a la semilla, Tarantos y Paisaje Cubano con campanas.

En la tercera vuelta (12 de mayo), a la que pasaron cuatro finalistas (Cristina Pérez Madiedo, de Cuba; Alí Jorge Arango, de Cuba; Fotis Koutsothodoros, de Grecia, y Cecilio Perera Villanueva, de México), interpretaron: Un concierto para guitarra y orquesta a elegir entre: Concierto Elegíaco y Concierto de Toronto.

Cecilio Perera.
Cecilio Perera, entre los grandes
De esa manera, ya desde la primera prueba sucedió lo soñado, mas no lo esperado; para ello, permítanme comentar un fenómeno curioso acerca de la personalidad artística de quien hoy nos ocupa: Cecilio Perera.
Desde que él llegó a Xalapa, proveniente de su natal Mérida, se ganó la simpatía tanto de alumnos como maestros de la Facultad de Música. Esto no era de extrañar, pues sus extraordinarias facultades musicales y guitarrísticas se aúnan a una personalidad de dotes carismáticas que añaden un plus a su natural musicalidad y presencia escénicas; es decir, él cae bien desde que entra al escenario. Por lo mismo, sus actuaciones en Xalapa son precedidas por bravos y aplausos que denotan su “buena estrella” ante el público.
Cuando en noviembre de 2003 se llevó a cabo en Mérida (y por primera vez en México) el concurso más importante de la Unión Americana, Guitar Foundation of América, Cecilio volvió a tener un gran éxito con el público; los que pudimos estar presentes en la primera prueba pública del concurso, presenciamos –y no sólo hablo por mí– un evento musical que, tras escuchar su interpretación del Preludio, Fuga y Allegro de J. S. Bach resultó inolvidable.

Y la respuesta del público no se hizo esperar: ovaciones bien merecidas, el propio John Williams, quien lo escuchara en una master class en días anteriores, quedó gratamente impresionado por las dotes artísticas y musicales de esta “joven promesa para la elite guitarrística mundial”.

Todo ello (sin quitar ningún mérito a sus ejecuciones), había sucedido en lugares en los que se le tiene gran estima, es decir, tanto Xalapa como Mérida son lugares en los que creíamos que el hecho musical de sus ejecuciones se veía fácilmente favorecido y completado por quienes lo seguimos de cerca. De tal manera, entendíamos que los factores de presencia y carisma ante el público contaban con una base perfectamente justificada, por lo cual, y tratándose de un concurso internacional, no podíamos confiar en el aplauso y la entrega definitiva con la que el público premiaba cada una de sus intervenciones.

¿Qué sucedería cuando Cecilio se presentara en La Habana donde no sólo no era conocido sino donde tendría que competir contra los mismos cubanos, a quienes por naturaleza oriunda, el público mantendría en una mayor consideración?
Para recibir una respuesta contundente, tuvimos que esperar a la primera prueba del certamen… y aquí sucedió la magia. Tras un sorteo, Cecilio fue de los últimos concursantes en presentarse. Durante el transcurso de esta primera ronda, se habían presentado guitarristas de muy alto nivel –entre ellos, los dos cubanos que llegaron a la final–; hubo guitarristas a los que se les aplaudió tanto que tuvieron que salir otra vez al escenario. Se acercaba el momento y veíamos que Cecilio la tenía difícil.

Leo Brouwer.
Recordemos que en este difícil concurso, Cecilio no contaría con el apoyo del público mexicano. ¿Cómo respondería ante tal situación? Cuando fue anunciado el concursante número 20, el mexicano Cecilio Perera, la tensión comenzó a crecer, primero pensé que era mi tensión, no sólo por las grandes expectativas de que México hiciera un papel decoroso, sobre todo teniendo en cuenta los problemas diplomáticos en los que nos hemos visto envueltos ambos países en los últimos días. Dicho sea de paso, la presencia mexicana, a pesar de la cercanía con La Habana, fue en esta ocasión la más reducida.
Así, y sin ánimo de exagerar lo más mínimo, cuando Cecilio terminó su ejecución, la respuesta del público cubano fue sorprendente; aún no terminaba la resonancia de su último acorde cuando todo el auditorio, al unísono, brincó como un resorte que hubiera estado apretado al máximo para ponerse de pie y ovacionar con hurras, bravos y tremendos aplausos la ejecución impecable y llena de fuego con la que se desempeñó el mexicano; tres veces lo obligaron a salir a recibir el furioso aplauso.

A partir de este momento, nos dimos cuenta –los pocos que lo conocíamos en el concurso– de que la magnífica respuesta a sus interpretaciones en México, no eran una ilusión. Tanto el público cubano como los extranjeros que acudieron al festival, estuvieron pendientes de las interpretaciones subsiguientes del joven mexicano de 20 años.

Así, cada una de las pruebas restantes y en especial el concierto con orquesta del ganador durante la noche de gala de la premiación, fueron seguidas muy de cerca y con gran apoyo y entusiasmo para Cecilio, debido a lo cual pudo refinar aún más sus ejecuciones en cuanto a matices musicales que sólo pueden lograrse una vez que el intérprete ha logrado “capturar” a su auditorio.

Así las cosas, después de esta crucial primera prueba, la segunda vuelta y la final transcurrieron sin contratiempos, el primer lugar indiscutible fue para Cecilio Perera Villanueva; trofeo, diploma e interpretación con orquesta sinfónica del concierto de la tercera prueba (Elegíaco) en la noche de gala de la premiación, cinco mil dólares, una guitarra de concierto del luthier griego Jannis Paleodimopoulos con un valor de cinco mil euros y un concierto para presentarse en el Festival Internacional de Saltillo en julio de 2005.

Lo difícil para el jurado fue decidir quién ocuparía el segundo lugar, que al final se le otorgó al griego Fotis Koutsothodoros que constó de tres mil dólares, trofeo y diploma. El tercer puesto fue para los cubanos Cristina Pérez Madiedo y Alí Jorge Arango, quienes compartieron el premio consistente en dos mil dólares, trofeo y diploma, más una guitarra Kono de concierto para el mejor clasificado cubano que fue para Cristina Pérez Madiedo.

Sólo queda resaltar una cosa importante: que el triunfo de Cecilio es un triunfo de México ante el mundo del arte, y en especial para Xalapa y su natal Mérida. Es también, una prueba de que las relaciones entre el pueblo cubano y el pueblo mexicano, en ningún momento se han deteriorado en lo más mínimo por los problemas que, todos sabemos, han sido generados en los últimos días exclusivamente por las altas esferas del ámbito diplomático.

Como su maestro, quiero constatar que Cecilio es un producto auténtico de la Facultad de Música de la UV y, por lo mismo, cada uno de los maestros que han tenido que ver con su desarrollo, han significado un definitivo aporte a la consecución de estos importantes logros. Entre ellos, no quiero dejar de mencionar a la maestra Consuelo Bolio, quien fuera su primera maestra cuando Cecilio llegó a Xalapa, y al maestro Enrique Velasco, quien lo escuchó y aconsejó en el refinamiento de algunos detalles para su óptimo desempeño musical antes de cada uno de los concursos internacionales que arriba he mencionado; a todos se debe el resultado que hoy nos honra.