Arturo
Gómez Pompa aseguró que la biodiversidad no sólo
está en las áreas protegidas, por lo que hizo un llamado
para estudiar, atender y proteger también aquellas que no cuentan
con ningún decreto estatal o federal que las resguarde.
Pese a todos los esfuerzos, el investigador aseguró que en
México el proceso de deforestación, sobre todo en las
selvas tropicales, no se ha detenido: “Lo que nos queda hoy es
una cantidad muy baja de lo que eran los activos forestales, sobre
todo en la zona de Los Tuxtlas, en Veracruz, la Lacandona, en Campeche
y áreas de Quintana Roo”.
Parte del problema, dijo, se debe a que la conservación se
ha concentrado sólo en las áreas protegidas y el resto:
“Está totalmente desprotegido.
Ahí no ha habido una política sobre su manejo”.
El actual investigador-asesor del Centro de Investigaciones Tropicales
(Citro) de la UV comentó que la mayor biodiversidad,
inclusive a escala mundial, está en las zonas desprotegidas,
las cuales además se encuentran en zonas habitadas por comunidades
indígenas, es decir, hay coincidencia entre la presencia de
gran biodiversidad con la diversidad cultural.
Desde su punto de vista, es en el trópico donde todavía
queda una oportunidad para proteger los recursos, siempre y cuando
se apoyen y estimulen las prácticas tradicionales de los grupos
indígenas y lamentó que muchas de esas prácticas
tradicionales sean atacadas de manera ignorante y criticó la
práctica de identificar zonas ricas en biodiversidad, ponerles
un cerco, designarlas como áreas protegidas y decir: “Que
no entre nadie. Cuando lo importante es pensar qué manejos
son los adecuados para mantener la riqueza biológica y lograr
la producción que requiere la población”. Añadió
que comunidades y biodiversidad pueden convivir. Ese es un nuevo paradigma
ecológico que justamente el investigador universitario ayudó
a consolidar como un esquema de conservación durante los últimos
años.
El investigador universitario, quien es también profesor titular
de la
Universidad de California, aseguró que el gobierno debe vigorizar
y democratizar las decisiones sobre los recursos, permitir la participación
de la sociedad civil y fortalecer a los grupos de investigadores y
científicos, sin pretender desaparecerlos: “Para no ser
sólo receptores de lo que nos mandan del extranjero”.
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