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Primer Encuentro Nacional de Laudería
Gina Sotelo
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El
Primer Encuentro Nacional de Laudería reunió a creadores
de instrumentos y superó con creces las expectativas. Entre
la asistencia de luthiers (término con que se acostumbra aludir
a los lauderos) estuvieron desde constructores de clavecines, espinetas
y clavicémbalos –en los terrenos correspondientes a las
cuerdas hechas vibrar mediante plectros–, hasta la presencia
de quienes depositan su atención y oficio en guitarras y bajos
para amplificación electrónica.
Y, en medio de ello, no faltaron las extravagancias: una guitarra
eléctrica en forma de tarántula, así como el
trabajo de un luthier regiomontano, quien utiliza el centro del maguey
macho, llamado quiote, para dar forma a instrumentos de cuerda por
demás extraños e inusuales, como el quiolín,
término resultante de la combinación de las palabras
quiote y violín o el quiolonchelo, que –como su nombre
lo indica– es una versión sumamente personal del violonchelo.
Desde luego que no faltaron los fabricantes de jaranas, instrumentos
de percusión, los violines a la manera barroca de Nahum Landa
y los recitales en que participaron destacados exponentes del quehacer
musical en Veracruz, como Andrzej Kalarus, primer contrabajo de la
Orquesta Sinfónica de Xalapa (OSX); el Cuarteto de Guitarras
San Jerónimo, el Cuarteto Tamayo y el grupo de soneros jarochos
de Tacho Utrera.
Dos conferencias particularmente significativas fueron las de Laura
Corvera, directora de la Escuela Nacional de Laudería del inba
en Querétaro, quien habló sobre una propuesta educativa
a nivel nacional y la de Nahum Landa, quien reseñó la
historia del baricentro acústico en el violín desde
el Renacimiento hasta el Romanticismo. |
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