Año 3 • No. 147 • Agosto 18 de 2004 Xalapa • Veracruz • México
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No ha desaparecido el cacicazgo
en la Huasteca: Olivia Domínguez
Edgar Onofre
En la Huasteca veracruzana el cacicazgo jamás se ha ido, ha tomado otras formas de control, ya no es represor como los del siglo xix o principios del xx, sino que es un control sobre los créditos, el intercambio, la venta de los productos y sobre la comercialización, aseguró Olivia Domínguez Pérez, especialista en Historia

Regional del Instituto de Investigaciones Histórico-Sociales (iih-s) de la uv.
Luego de la llamada modernización del campo mexicano, la cual privilegia la propiedad individual de pequeñas parcelas por sobre la propiedad social de extensiones mayores de tierra, la tendencia en el Norte del estado de Veracruz ha provocado que los agricultores de la región prefieran vender sus pequeñas propiedades pues: “La propiedad privada en pequeño no les sirve para sobrevivir, prefieren vender y convertirse en jornaleros o emigrar. Los índices de migración –la cual ha existido siempre en el estado– se han elevado a niveles que nunca habían sido tan evidentes”, explicó.

Domínguez añadió que las añejas tradiciones de los grupos étnicos de la Huasteca, las cuales son férreamente protegidas y conservadas por sus habitantes, han provocado un rechazo de más de dos siglos a las iniciativas gubernamentales para repartir la tierra, y que incluso, hoy los agricultores de la zona rechazan programas federales como Procede –instrumento del gobierno para llevar a cabo la regularización de la propiedad social y dar certidumbre jurídica a la tenencia de la tierra–, así como los cambios tecnológicos y agrícolas.

El rechazo de los habitantes de la zona Norte del estado: “Tiene que ver con una profunda compenetración con la tierra, lo cual ha hecho que no pierdan el sentido comunal de la producción de la tierra tanto en el Norte como en el Sur del estado, los jefes de familia entran en una producción compartida, no hay barreras o cercas que indiquen dónde termina un terreno y otro”.

En la Huasteca, dijo, los campesinos comprenden sus espacios de otra manera y prevalece el sentido de comunidad, sus bienes, comunes a todos, los han defendido desde la Colonia, durante el siglo xix y ahora igual en el xx.
Pero, a decir de la investigadora, los efectos verdaderos del problema del campo en la Huasteca se reflejan en lo que cuentan los habitantes: “Se escuchan múltiples historias de pérdidas y de que el campo no da. Años atrás, eran historias de despojo, de desencanto por la revolución, pero ahora se han convertido en historias de dolor”.